Violette

Tenía pendiente ya desde hace un par de semanas publicar un post sobre una película que he visto recientemente. Me refiero a Violette, de Martin Provost (Francia, 2013). Así que allá voy.

Se trata de un biopic sobre Violette Leduc, escritora francesa que vivió en el siglo XX y que, desde su condición de olvidada, ha ido ganando prestigio con el paso de los años.

Empezaré diciendo que esta es y no es una película LGTB. Me explico: Violette no es una película de género, pero sí tiene un componente LGTB. Como decía antes, este filme narra un periodo de la vida de Violette LeDuc. Nos habla de la mujer, con sus contradicciones, sus miedos y sus obsesiones. Su peripecia vital incluye su bisexualidad y su enamoramiento de Simone de Beauvoir. Además, en su obra literaria, marcadamente autobiográfica, el amor lésbico está muy presente. Así que, en cierto modo, podemos decir que la película normaliza y legitima esta dimensión de Violette. Y eso es loable.

Admiración, atracción, solidaridad. Y dos caminos que convergen.

Pero os cuento un poco más: en los años cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, Violette, sobrevive como puede. Su marido, con el que se ha casado por mutua conveniencia, la abandona y ella, tras abortar, vive del estraperlo. Es precisamente su atormentado (y homosexual) marido Maurice, quien la empuja a escribir. Violette es una mujer con un mundo interior tan brutal que debe vaciarse y contar sus vivencias. Su encuentro con Simone de Beauvoir va a dar más impulso a sus aspiraciones literarias. Simone se convierte en la mentora, descubridora y apoyo literario de Violette durante toda su carrera.

La película se apoya del personaje de Violette para abordar el tema de la situación de la mujer. Es Simone de Beauvoir una mujer intelectual, comprometida e infatigable trabajadora quien va a ser clave para ella. Simone sabe mejor que nadie que la mujer, sin trabajo, sin recursos, no puede dedicarse a la literatura y de modo secreto, subvencionará a Violette para que pueda escribir. Fijaos que esto es un acto casi político: sin dinero; sin independencia, no hay literatura escrita por mujeres.

Además de la dependencia económica, existen otros temas centrales para la condición mujer: el aborto, el sexo (y su manera de narrarlo); el amor homoerótico de hombres y mujeres… Violette es, en si misma, un desafío para el heteropatriarcado. Es visceral, mujer sin tapujos, bisexual. Es incontenible y necesaria. Que es necesaria para las mujeres lo sabe ver bien pronto Simone de Beauvoir («Algún día las mujeres te darán las gracias»).

Pero además, Violette es un personaje marcado por su condición de bastarda. Esto le provoca un continuo sentimiento de extrañeza y otredad. Y todo eso unido la convierte en una escritora incómoda pero imprescindible. Vaya donde vaya, Violette siempre arrastra tras ella una insatisfacción. Una mujer con esa hambre de vida, no puede sino canalizar su fuerza a través de las palabras. Son significativos los títulos de sus libros: Asfixia; La hambrienta; La Bastarda.

Se trata la suya de una escritura autobiográfica, poética, vigorosa. Esencial.

Además es importante su relación con su madre y su lucha desesperada contra la soledad y la escasez afectiva. Violette busca alguien a quien amar y ser correspondida. Nada más y nada menos.

Pero tranquilos  porque finalmente, el consuelo nos llega en esta peli. Por fortuna,  en su vida hubo justicia poética y  un bonito «Happy End». Violette consiguió el reconocimiento tan perseguido por ella. Ganó el premio Goncourt y , desde un soleado y exótico retiro, pudo dedicarse a escribir (y vivir de ello).

Podemos decir que la suya fue una auténtica salvación por la literatura.

Tengo que mencionar antes de acabar algo de las interpretaciones. Emanuelle Devos está soberbia como Violette. La inocencia, la brusquedad, la exuberancia vital, todo lo transmite. Lo único que puede extrañarnos es ese complejo de patito feo que arrastra toda la peli. A fi de cuentas, ¿cómo creerse que Emanuelle Davos es fea por mucho que lo repita?

Por su parte, Sandrine Kiberlain en el papel de Simone también tiene un buen trabajo de contención en los gestos y de rigor. Físicamente, además, se ajusta muchísimo a la gran pensadora francesa.

 Martin Provost nos regala el retrato de una gran mujer. Como ya hiciera con Séraphine (2008), parece otra vez dispuesto a reivindicar la figura femenina (y yo que se lo agradezco) y restituir su poder y creatividad. ¡Bravo!

Os tengo que avisar de que es una peli de ritmo calmado (estructurada en capítulos). Vale mucho la pena, pero absteneos si os gusta el cine rápido y …fácil. (No la dejéis pasar!)

 

The Paying Guests

En Navidad me regalaron The Paying Guests, el último libro de Sarah Waters, fresquito y aún en inglés. Conseguí acabarlo el pasado lunes. Y estas son mis impresiones:

Pocas veces un libro me deja la sensación que he tenido al acabar The Paying Guests: perplejidad y, tengo que confesarlo, hartazgo.

El corazón dividido

Para mí nos fácil reseñar un libro de Sarah Waters cuando no he quedado contenta. Y es que yo admiro su proyecto literario. Ya tiene mérito posicionarse como una de las autoras inglesas más leídas en Reino Unido (5 best selles y un buen puñado de adaptaciones en la BBC), pero es que el mérito asciende a cotas de heroísmo cuando, además, lo hace con novelas protagonizadas (en  buena parte de su producción) por mujeres lesbianas. Me quito el sombrero. Es mucho lo que le debe la literatura LGTB a Sarah Waters.

Como os decía, estoy muy segura de mi estima por Sarah Waters. La admiro como autora (sin más etiquetas). La leería, aunque sus protagonistas fueran todos heterosexuales. Me gusta su consistencia, su manera de armar las novelas, su precisión y su prosa. De hecho, si he de elegir uno de sus libros, como lectora me quedo con El ocupante (que no tiene representación LGTB).

Esta vez, con su sexta novela, regresaba con una historia con contenido homosexual femenino. Una historia ambientada en la Inglaterra de los años veinte. La expectación era máxima.

Sarah Waters se inspira en un caso real que tuvo lugar en Londres en 1920. El caso Thompson-Bywaters (del que no puedo hablar sin destripar la trama). Una época nueva, un desafío diferente. Me frotaba las manos.

Pues bien, entre el momento en que iniciaba la lectura y el momento en que cerré el libro me he visto invadida por un malestar y un agobio que a duras penas podía resistir. Leer The Paying Guests ha sido un suplicio para mí. Un ejercicio continuo de fe. Agotador.

Ya desde el principio, tenía la sensación de que el libro y yo íbamos, por así decirlo, encontrados. La sensación de que luchaba con él, esperando que se acomodara a mis expectativas; que fuera más ágil cuando él se obstinaba en ser denso; que me proporcionara más aventuras cuando se encallaba en un episodio en concreto… Al final, me temo, hemos acabados cansados el uno del otro. Una mala experiencia, en definitiva.

Cuando el decorado lo es todo

Intento comprender qué es lo que me ha pasado con el libro, por qué se me ha hecho tan insufrible, especialmente teniendo en cuenta que trata temas que me interesan y que creo tener la sensibilidad necesaria para apreciar esta obra. Aquí va una posible causa: es un libro muy leeento. Supongo que es un efecto pretendido. Sarah Waters tiene un estilo descriptivo y minucioso. A veces haciendo un guiño a las novelas de Dickens, donde el retrato de Londres es fundamental. Este efecto, sin embargo, no molesta en su trilogía victoriana. El lustre de la Perla, por ejemplo, es una novela de iniciación que no te permite aburrirte. No sucede lo mismo aquí. El gran referente de fondo es esta vez Ana Karenina. Y veo que hay un trabajo de acumulación de detalles, de espacios que oprimen,  pero, a diferencia de lo que sucede con clásico de Tolstoi, este se hace muy monótono.

Una de las bazas de Sara Waters es su trabajo de recreación de épocas pasadas. Aquí nos traslada al Londres de 1922. Nos ofrece el retrato de una sociedad que está recuperándose de los efectos de la terrible Primera Guerra Mundial. Las secuelas son económicas y morales. En el centro de la historia nos encontramos con una familia, una madre y su hija de veintiséis años, que se han quedado solas (dos hijos jóvenes muertos en la guerra, un padre fallecido) y que pierden su posición económica. Recuerda esto al caso de El ocupante. Madre e hija tratando de sobrevivir tras perder sus privilegios. Para hacer frente a la situación, deciden -pese al sentimiento de pérdida- alquilar parte de la casa. Y es  la llegada de los nuevos huéspedes -el joven matrimonio Barber- la que dispara toda la acción. Como decía, el trabajo de recreación de la época y las reflexiones que aporta la galesa son muy buenos. Apuntaré dos ejemplos que me han gustado: el sentimiento de vacío moral tras la guerra, reflejado la pérdida inútil de los jóvenes y en el sentimiento de los hombres que vuelven de la guerra. Estos excombatientes no son asimilados. Por el contrario, se encuentran de vuelta en un país que no les devuelve el esfuerzo tras la traumática experiencia de la guerra. Sin empleo, deben luchar para volver a encontrar su sitio.

Por otro lado, la situación de una mujer  tampoco es fácil (aquí se plantean temas como la dependencia económica de las mujeres; el feminismo incipiente; el aborto, la libertad sexual, etc) y no es fácil especialmente para la mujer homosexual. En una palabra, comprobamos cómo el entorno condiciona a los personajes. Los condiciona, pero no  los ahoga. De hecho, también tenemos el ejemplo positivo de Chris, que, a pesar de los obstáculos, trabaja y vive con su novia en un piso. Y eso es posible porque los años veinte también son una época de apertura y cambio. Sin embargo, Frances es una mujer atrapada en sus creencias y su educación (capaz de renunciar a su deseo y su libertad por hacer lo correcto). En el mismo sentido que El ocupante, Frances es prisionera de su sentido del deber hacia su madre.

Como digo, el libro retrata bien la época y además, consigue que empaticemos con ella, porque nos habla también de problemas que se dan en esta época de crisis que  estamos pasando en Europa.

No puedo pasar por alto el símbolo de la casa como prisión. Sarah Waters nos brinda el retrato de la mujer encerrada en el hogar y además en un hogar que se vuelve tétrico y decadente. Un símbolo de estatus que acaba siendo una losa sobre los personajes.

Es muy interesante y valioso, además,  el trabajo que hace de homenajear la prosa femenina desde la esfera del hogar. Ahí tiene sentido el detalle, el vocabulario, las tareas que se vuelven obligación y castigo.

Sin embargo, por muy bien que esté una obra ambientada, por mucho que nos haga sentir la época, lo importante, a mi juicio, es conectar con los personajes. Y aquí veo otro gran escollo del libro. Yo no he conseguido engancharme a ellos. El libro está narrado en tercera persona con punto de vista limitado a Frances, la protagonista. Es a través de sus ojos que entendemos toda la acción. Y es a través de sus ojos que conocemos a Lilian Barber. Sin embargo, Lilian es un personaje diluido y que yo no he llegado a entender. (para mí es alguien que se pasa el libro diciendo » I’m sorry, Frances».)  La madre de Frances también es una figura borrosa (que recuerda demasiado a la de El Ocupante) y , si tal vez en su caso puede ser metáfora del estado de sonambulismo en que vivía la generación pre-guerra Mundial, ya no cuela con otros personajes. Por ejemplo, Leonard (el rival amoroso), mucho más vital y jovial, es bastante antipático desde el principio. No le veo matices.

Una historia que cambia de trayectoria

***A continuación hay spoilers.

El libro cuenta la historia de amor de Frances y Lilian, mujer casada (esto es novedoso en las historias de Waters). Pero lo que empieza como un romance clandestino, que nos hace preguntarnos, ¿cómo van a ser capaces estas dos mujeres de vivir este amor y librarse de ataduras y convencionalismos? Esto (a lo que ha costado muuuchas páginas llegar), pronto da un giro inesperado que lleva el libro por otros derroteros.

En una discusión con Leonard -marido de Lilian-, en la que también se ve envuelta Frances, Lilian  golpea a Len con un cenicero y el golpe resulta fatal.  Leonard muere. Aterradas, Frances y Llilian llevan el cadáver de Leonard a la calle para hacerlo pasar por accidente. A  partir de ahí, la policía lo descubre y empiezan las pesquisas. Tenemos ya otro libro y otra pregunta: ¿Cómo van a salir de esta Lilian y Frances?, ¿las descubrirán?

Aquí, Sarah Waters nos plantea temas muy interesantes. Por ejemplo, ¿cuánto puede durar el amor cuando se pone a prueba con circunstancias duras? También reflexiona sobre el absurdo de la muerte de Leonard, en una historia en la que todos los personajes esconden traiciones y secretos (y en las que nos muestra la hipocresía de nuestros acuerdos sociales). El matrimonio y el adulterio en el ojo del huracán.

Lejos de reforzarse, la relación de Frances y Llilian se deteriora y aniquila por los nuevos giros. Además, con su secreto destruyéndolas, sucede algo más. La policía detienen a un chico inocente (un chaval que era el novio de la chica con la que Leonard se veía a escondidas!). Pero, ¿serán capaces nuestras chicas de dejar que un inocente cargue con la culpa para salvar su pellejo? Tenemos todo el proceso judicial para comprobar la pasividad y el miedo de ambas. Todo sensaciones muy humanas que descubren la talla moral de los personajes. Finalmente, el chico se salva gracias al testimonio de un excombatiente que es vecino suyo y puede apoyar su coartada ( a pesar de que supone perder su empleo). Esto está lleno de simbolismo. Nos ofrece Waters una lección. Es este hombre, paria social, el más honrado y decente de todos los personajes.

El libro pues nos lleva de frustración en frustración, al menos en lo que se refiere a la relación sentimental entre las protagonistas. En este sentido, se parece a Afinidad, salvo que aquél, amargo también y cruel, a mí me encantó.

The Paying Guests también me ha recordado a un libro que leí recientemente. En el momento equivocado, de Louise Doughty. Se plantean temas comunes: la idealización del amor clandestino; la infidelidad y la traición y la puesta a prueba del amor por un terrible episodio. Y de nuevo, aquel libro me impresionó y me fascinó. Este no.

Supongo que, analizando todo en conjunto, a pesar de los elementos a favor; a pesar de mis ganas; The Paying Guests es un libro aburrido. Así de simple, Tal vez, con la mitad de extensión, mejoraría. Al menos, no te arrancaría suspiros de exasperación.

En alguna entrevista a Sarah Waters he leído que este libro le costó mucho trabajo. Escribió muchos borradores y se sintió perdida en muchas ocasiones. Lo que yo decía antes, para mí también ha sido una lucha leerlo.

En fin,  no siempre  un autor te da buenas obras (o, dicho de una manera más justa, no siempre una sabe apreciarlas). Espero que el siguiente me guste más.

Pese a todo, le deseo mucho éxito a Sarah Waters con el libro, ya que sus éxitos son los nuestros. En poco más de un mes sabremos si The Paying Guests va nominado al Man Booker International Prize.

¿Alguien tiene una opinión del libro?

L’inconnu du Lac

L’inconnu du lac (El desconocido del lago) es una peli francesa dirigida por Alain Guiraudie. Ganó el premio al mejor director y mejor película en la categoría Un certain regard de Cannes 2013. Llevaba tiempo queriendo verla y no me ha defraudado.

Se trata de un thriller de temática homosexual (masculina). La verdad es que es una película que engancha. Tiene un no sé qué fascinante. Os la recomiendo.

Ojo: Spoilers

Un cuento de deseo y muerte. Eros y Thanatos

La premisa es la siguiente: Frank un joven atractivo acude al lago, una playa nudista donde los hombres practican cruising. Allí se ve atraído por un misterioso hombre, Michel. Pero Michel ya tiene acompañante, Pascal. Una tarde, espiando a Michel, Frank observa como este ahoga a Pascal en el lago. A pesar de todo, continua la atracción. Cuando Michel, por fin, se fija en Franck, él no puede evitar ceder a su atractivo. Inician una apasionada relación sexual. Mientras tanto, se descubre el cuerpo y la policía comienza sus investigaciones. Franck encubre a Michel y se sumerge en la historia de sexo y deseo a pesar del peligro creciente. ¿Es Michel un peligroso psicópata?

La película cuenta una historia de suspense y de atracción, mientras explora el mundo del deseo masculino. Solo cuenta con una localización: El Lago. Allí vemos a  sus personajes -cuando llegan del trabajo o de la ciudad- y es en este contexto, el de la playa nudista, donde los hombres se muestran al desnudo, en el que toda la acción transcurre.  Dentro del espacio del Lago, está la playa, el lugar de mostrarse, y el bosque, donde los hombres se encuentran en privado.

 

La película tiene escenas de sexo explícito y es que el sexo es parte importante de la narración. De hecho, yo he visto esta película como una especie de fábula o de cuento. Frank es nuestro protagonista, que se ve atraído por un hombre oscuro, tan guapo como  peligroso (y que tiene un algo lupino, con ese bigote negro y espeso). Y ese deseo es el que conduce toda la película.

Muerte y sexo se confunden como pasiones entremezcladas y fuertemente relacionadas. La escena final tiene lugar en el bosque, al más estilo cuento infantil, con Michel (que ha desatado ya sus impulsos asesinos) llamando a Franck para que acuda a él. Es este del bosque un espacio muy simbólico, el más profundo, lo más prohibido. El final abierto y sobrecogedor de la película me dejó helada.

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Pierre Deladonchamps se llevó el César al mejor actor revelación.

Las escenas son largas y el tempo lento, subrayando la idea de voyeurismo, otra fuerte idea de la peli. No en vano, nosotr@s, como espectadores, nos convertimos en mirones, en testig@s de esta historia.

Se juega también con el día y la noche. Efectivamente, el transcurso de las horas avanzan hacia la oscuridad y convierten el Lago en un lugar amenazador y terrorífico. La ausencia de música te acerca a la historia de una manera muy poderosa.

He leído que alguien comparaba la peli con La ventana indiscreta. En algún aspecto, este del voyeurismo, en su intriga y su pulsión por mirar, pues sí hay parecido (especialmente en  ese estupendo plano de cuatro minutos en el que vemos -desde el punto de vista de Franck- como Michel ahoga a Pascal). Aunque a mí esta historia me trae un aire más de Higsmith que de Hitchcock. Tal vez entonces tengamos que buscar la alianza Higshmith-Hitchcock y  fijar el referente de la peli en  Extraños en un tren (con todo su contenido homoerotismo).

El desconocido del lago es, en definitiva, una película que atrapa y de la que no puedes apartar la mirada. Un cuento perfecto que os animo a ver.

¿Quién teme a Vagina Woolf?

Os voy a contar mis impresiones sobre una peli de temática LGTB que he visto recientemente. Se titula Quién teme a Vagina Woolf  y es una película de 2013, dirigida por la cubanoamericana Anna Margarita Albelo. Narra una historia personal de la autora que contó para el desarrollo del guión con Michael Urban.

Para empezar hay que aclarar que estamos ante un proyecto de bajo presupuesto. De los que florecen al margen de Hollywood (de hecho, es casi metafórico que la protagonista sea una directora de cine que vive en el garaje de una amiga en Los Angeles) . Como os decía, una pequeña peli «indie» de las que nos interesan a una minoría. ¡Bien!

La película cuenta la historia de Anna (interpretada por la propia Albelo), que al cumplir los cuarenta se da cuenta de que tiene que tomar las riendas de su vida. Y es que nuestra protagonista  vive en un garaje, no tiene trabajo (intenta escribir guiones mientras hace actuaciones disfrazada de vagina -sí, como lo leéis), no para de fumar y no tiene pareja.  Así que se marca unos nuevos objetivos claros: rodar una película; perder peso; encontrar novia. Un estilo a lo Bridget Jones: una antiheroína que busca su sitio en el mundo con humor y buen empeño. Un personaje  con quien puedes empatizar. Estamos pues ante una comedia romántica fresca, agradable y muy personal.

Un buen día, en una galería de arte donde Anna realiza algunas performances, esta conoce a  Katia: una chica inteligente, joven y deslumbrante (su interés romántico), que se declara, además, fan suya. Anna, encandilada con la que pasa a considerar su próxima musa, encuentra por fin la motivación para escribir su película. Su plan es darle uno de los papeles protagonistas a Katia con la esperanza de conquistarla (no olvidemos su intención de encontrar novia).

Como os decía, Anna empieza a poner en marcha su vida: primero escribe  sin descanso el guion de su futura película «Quién teme a Vagina Woolf», una historia que homenajea al clásico de Edward Albee y ofrece una versión lésbica cargada de buenas intenciones (nuestra prota tiene sus inquietudes intelectuales). Por cierto que el componente agridulce de la obra original ayudará a que en el rodaje se desaten también los conflictos personales.

Después de escribir la peli, Anna convence a sus  dos mejores amigas, que la apoyan desde el primer momento y se ofrecen a trabajar gratis para ella como actrices. Entre el equipo de gente que ayuda en la película está también Julia (interpretada por Agnes Olech, una chica con la que Anna tiene mucha afinidad, y que observa resignada cómo esta intenta conquistar a Katia -quien, por cierto, no parece hacerle mucho caso-…). Así que tenemos lío asegurado.
Mientras avanza el rodaje, la amistad y el amor se verán puestos a prueba. Y por tanto, las posibilidades de nuestra protagonista de ser feliz.

Además del amor, la historia también trata el tema de la amistad entre mujeres y de la familia. Tiene pinceladas (ligeritas) que tocan la identidad sexual, social y étnica (como os decía nuestra protagonista es hija de un cubano; Sus padres son latinos que viven en Miami y con ellos habla en español, marcando diferencias entre los contextos en que se mueve).

El reparto está bien y las actuaciones son correctas. La protagonista (que, como os decía es también la directora) tiene mucha personalidad, pero le falta un poco de fuerza como actriz. El casting cuenta con una cara conocida, Carrie Preston gran secundaria en True Blood. Destaca entre las actrices Guinevere Turner, que interpreta a Penelope, la mejor amiga de Anna. Carismática y convincente.
La peli es visualmente atractiva. Con un estilo informal, divertido y acorde al punto de vista particular de su protagonista: una creativa que trata de encontrarse a si misma.

Quién teme a Vagina Woolf es sencilla y sin pretensiones, pero también es coherente y bien trabajada. Cuenta una historia y la cuenta bien. Puede decirse que sus mayores virtudes también  suponen sus límite (pues la producción es pequeña y la historia es sencilla. Tampoco da para más. Simplemente, te ayuda a pasar un buen rato).

Lo de la protagonista vestida de vagina es un poco «boutade», porque la película no llega a ser subversiva ni gamberra, ni hacer particulares reflexiones sobre la condición de mujer. De hecho, no profundiza en nada particular. Incluso puede llegar a estar demasiado centrada en las obsesiones de la autora. Aún así, la peli tiene sus puntos a favor. Se agradecen este tipo de películas para nosotras ( y no solo para nosotras), centradas en universos LGTB con un argumento disfrutable.

Yo le pondría un seis y medio.
¿La habéis visto?

Las mujeres de Sara

Esta semana, que voy liada en mil asuntos (creativos y mundanos) he podio, entre trayecto y trayecto de tren, leerme el libro Las mujeres de Sara, de Eley Grey.
Lo tenía pendiente desde que lo compré el día de su presentación en Bartleby , allá por finales de octubre (por cierto, gran presentación de la mano de las chicas de De aquí al Pans y de la propia Eley).

Siento una simpatia especial por Eley, aunque apenas la conozco. Y la siento porque  compartimos coordenadas geográficas,  personales (creo que es un poco más joven que yo) y pasión por escribir desde la perspectiva que nos da nuestro género y orientación.  Por todo esto, tenía ganas de leer su libro.
Uhm, como siempre que leo un libro, me surgen miles de cuestiones que desearía poder debatir con el autor/a. De tú a tú. ¿por qué has hecho esto aquí?, ¿cómo se te ocurrió aquello?
Pero, en la soledad de este post, voy a intentar dar algunas pinceladas.
Cuidado con los posible spoilers!!! Trataré de evitarlos.
Para empezar, Las Mujeres de Sara transmite el entusiasmo y  la alegría vital de la propia Eley.
Esta es su primera novela publicada, de la mano de la también entusiasta editorial La Calle. Buen tándem. Me alegra mucho que nuestro catálogo colectivo de libros LGTB aumente. Es una ocasión de sentirse feliz: más historias, más personajes y más autoras con talento nuevo. Bravo 😀
Vamos con los puntos fuertes:
Las Mujeres de Sara es un libro que se lee muy fácilmente. Tiene mucha legibilidad: esa cualidad que te hace querer seguir leyendo. Y eso es sinónimo de las cosas bien hechas. La historia de Sara nos interesa y queremos saber más.
La estructura del libro me encanta. Es ambiciosa. Está estructurada en partes con nombre bíblico, pues la historia tiene una trama de crímenes con ritual religioso. Y, además, la intolerancia, los fanatismos y los sentimientos de culpa derivados de los prejuicios religiosos están bien presente. También buena parte de los personajes tienen nombres bíblicos. Y es que, en cierto sentido, asistimos  al viacrucis, muerte y resurrección del personaje principal.
La historia de la protagonista está narrada en varias líneas temporales (para entender su pasado y su presente). Con esto quiero decir que hay un esfuerzo por parte de Eley de ofrecernos una historia bien pautada y con sentido. Además, pone en acción a una galería de varios personajes y eso también tiene su enjundia y dificultad.
Ante todo, Las mujeres de Sara es un libro de descubrimiento personal. Lo que nos interesa es cómo va a reaccionar Sara a algo que sucedió en el pasado y que le causó mucho dolor. Qué decisiones va a tomar y si va a poder coger por fin las riendas de su vida y su identidad sexual. Una historia de descubrimiento y aceptación personal. De independencia y madurez.
Porque el de las elecciones personales en otro tema importante aquí. Varios personajes viven hechos traumáticos (abandono, rechazo, incomprensión) y cada uno reacciona de un modo. Es importante entonces entender que somos libres de tomar un buen camino personal o no. Eso me gusta.
Pero esta historia de descubrimiento, además está mezclada con una trama de suspense y asesinatos en un pueblecito de montaña en el que la protagonista se ha refugiado para reflexionar tras el abandono de su ex. La tensión aumenta cuando la propia Sara empieza a ser amenazada de muerte. A mí me ha gustado mucho esta parte y se me ha hecho muy corta.
Otro punto que quiero destacar es el retrato de personajes muy de España y locales (de los pueblos de interior de Alicante en este caso). Personajes que viven condicionados por sus vivencias y por sus limitaciones. Y como esa represión genera en ocasiones los frutos de la intolerancia. Yo estoy más acostumbrada a leer literatura anglosajona y me ha gustado que Eley sitúe la acción en localizaciones y contextos reconocibles. El tipismo, por así decirlo, me ha gustado.
Son bastantes cosas a favor.

En cuanto a los puntos menos fuertes…
Se nota que Eley es una escritora novel (y lo noto yo porque muchas veces me identifico en algunos titubeos) y tiene mucho camino aún para crecer y mejorar (y estoy segura de que lo hará). A mí me da la sensación de que, con la buena y sólida base que ha construido (es una historia que funciona perfectamente con el esquema : encuentro-separación-reencuentro), con esta base decía podría haberlo trabajado más aún. Yo, de haber sido Eley, me hubiera quedado el manuscrito un poco más para darle alguna vuelta.  Echo de menos un poco de profundidad en las historias de Jonás y de Ester (necesito conocerla un poco más). Además, hubiera reforzado la historia de Sara-Sofía. Un primer amor (desde mi perspectiva) es fuerte, arrebatador y muy intenso. Y a mí me falta un poco de fuerza (ya desde los primeros encuentros).
Por último, hubiera repasado el estilo para quitar alguna descripción que ralentiza y para ser más concisa en las frases. Pero esto es cuestión de repasar y repasar y repasar, algo con lo que yo tengo mucha obsesión… Siempre quiero sacar más.

Sin embargo, pesan más en la balanza los puntos fuertes. Estamos ante un libro positivo y alentador. Y ante una autora con mucho potencial. !Qué bueno que viniste, Eley!

Ficción criptolésbica

¿Os acordáis de Expediente X?  ¿Recordáis que Mulder y Scully, episodio tras episodio, y a pesar de lo que se espera en toda serie con un hombre y una mujer trabajando juntos, nunca llegaban a «cruzar la línea» en su relación personal? Y eso que parecía que había algo flotando en el aire. ¿O no?, ¿era solo afinidad?, ¿compatibilidad profesional?, ¿atracción por lo inexplicable? En cualquier caso, a ese común tira y afloja romántico-sexual entre protagonistas de series pronto se le bautizó como Tensión Sexual No Resuelta. Desde Luz de Luna a Castle, pasando por Bones la TSNR es un ingrediente de lo más efectivo para enganchar a la audiencia, y es que, si se hace bien, nos aseguramos tener a la grada impaciente, expectante, esperando el acercamiento de los protagonistas.

Rizzoli and Isles, la química no pide permiso

Rizzoli and Isles es una serie estadounidense en emisión, (va por la quinta temporada) que me recuerda a la expectación que os comentaba. Está protagonizada por una policía y una médico forense. Juntas, aunando esfuerzos, tienen que hacer frente a un peligroso asesino en serie. Jane y Maura, dos atractivas, resueltas, independientes y competentes… amigas. En la ficción, a menos que se diga lo contrario, a los personajes se les asume firmantes gustosos del contrato de heterosexualidad obligatoria (que diría Monica Wittig). Y sin embargo, Rizzoli and Isles está considerada como una serie criptolésbica. Cripto lésbica. Me interesa el concepto.

Rizzoli & Isles, ¿amistad o algo más?

Como se puede deducir del nombre, esto quiere decir que es lésbica de forma oculta o secreta. Así, la relación de estas dos mujeres puede ser leída en clave homosexual. Si bien es cierto que nada sucede entre ellas (de momento), es innegable que hay una química especial. Hay… algo. Esta percepción está tan asumida que existe incluso un hastag #Gayzzoly, que, semana tras semana, interpreta los elementos gays ocultos en cada capítulo. Además, la teoría ha llagado a oídos de la creadora y las intérpretes de la serie. La autora niega que, de entrada, los personajes sean lesbianas, pero no le disgusta la idea. Una de las intérpretes deja en el aire el cariz que puede tomar la relación en el futuro. Nada se puede descartar. Incluso la cadena responsible de la serie está jugando con la ambigüedad en sus promos más recientes.  Y es que, la historia de estas dos mujeres interesa al público, independientemente de su condición sexual. Pura TSNR.

Todo depende del color con que se mire

Antes de indagar por Internet, había un capítulo de Rizzoli al azar (uno que emitieron en Calle 13 una tarde cualquiera),  y al instante percibí ese rollito ( “love les is in the air”). Por supuesto, no esperaba que los personajes fueran lesbianas (eso es mucho pedir en las series mainstream, incluso hoy en día), pero, desde luego, eso se filtraba en la serie . Se escapaba al control. Fluía.

Cualquier persona homosexual (creo yo) está acostumbrada a descodificar textos heteros. Acostumbrad@ a leer entre líneas y a captar segundas intenciones (voluntarias o no, insisto). Cuando la representación en la ficción de personajes LGTB, era una quimera, tenías que estar al quite, dispuest@ a captar ese gesto, esa mirada, esa frase banal. Afortunadamente, cuando el espacio textual se abre a la interpretación, se dispara en   caminos insospechados, tan personales como espectadores hay. Y eso es algo que no puede evitar ni la censura más férrea.

Algunos Criptoejemplos

Siempre me ha gustado el cine clásico americano. Me encantaban las películas de Bette Davies, Joan Crawford, Katahrine Hepburn, Barabara Stanwick. Actrices todas ellas que brindabas heroinas fuertes, independientes, susceptibles en mi mente de protagonizar historias criptolésbicas. Simplemente por su carácter, por su falta de convencionalismo ofrecían una puerta abierta a mi imaginación. Yo no pedía mucho. En última instancia, ya me podía montar yo la película. Pero había ocasiones en que las cosas se me hacían más evidentes. Voy a poner algunos ejemplos de mi experiencia como espectadora, películas en las que yo veía algo más sin que se explicitara nada. Algunos ejemplos son sutiles y otros… Damas del teatro (1937), Gregory La cava. Una residencia de aspirantes a actriz con sus sueños, ideales y cuitas. Katharine Hepburn y Ginger Rogers. La nueva compañera de habitación. Intelectual Vs listilla. Chispa, diálogos ingeniosos. Complicidad… Rivalidad pero también solidaridad femenina.

 

Esposadas
Damas del teatro, universo femenino

 The Haunting (1963) : varios personajes con poderes psíquicos son reunidos por un doctor para llevar a cabo una serie de experimentos en una casa encantada. Entre el grupo, la tímida, hipersensible Nell y la segura y espontánea Theo, que, en el libro que inspira la película, comparte apartamento con una mujer. Hay algo (solo entre líneas). Yo prefiero la versión de Robert Wise. Hay un consenso casi universal por el que se considera un auténtico bodrio. Aún así, continúa fluyendo el elemento criptolésbico y se da un paso más, explicando la condición de bisexual de Theo (protagonizada aquí por Katherine Z. Jones).

Lo paranormal es no ver que aquí hay tomate

 Siete mujeres (1966) . Última película del gran John Ford. Un western protagonizado por mujeres. Anne Bancroft como médico líder de la misión en Manchuria. Una mujer que fuma, bebe whisky, y lleva los pantalones. Entre las siete mujeres que lidera la doctora Cartwright (ocho con ella) está Agatha (Margaret Leighton) que tiene una buena cripto-fijación con la dulce y joven Emma (Sue Lyon), que, a su vez, admira a la doctora… Todas tendrán que enfrentarse a un tirano brutal. 7 mujeres es considerada una película menor del maestro irlandés, pero yo la tengo en mi altar.

Una perfecta tomboy 

Ricas y Famosas (1981) Jacqueline Bisset y Candice Bergen. Una amistad a través de los años, con rivalidad, celos. Es un remake de la película Old acquaintance (1943), protagonizada por Bette Davies y Miriam Hopkins. La nueva versión fue dirigida, además, por G. Cuckor, un director maestro en la dirección de actrices y… homosexual que despidió su impresionante carrera con esta joyita. Curiosamente, la crítica acusó a la película de tener una sensibilidad gay, pero no en el sentido que yo propongo. Por lo visto la promiscuidad hetero del personaje de Jacqueline Bisset les parecía a algunos más propia un de hombre gay que de una mujer. Toma ya.

Trama heterosecual, subtexto homosexual

Tomates Verdes fritos (1991). Probablemente, la película criptolésbica por excelencia. Dos mujeres viviendo juntas, criando a un hijo. Una relación más ambigua en la peli que en el libro, es una alianza femenina a la que solo le falta la alianza 😉

Tomates Verdes Fritos, todo un clásico

Showgirls (1995): tendría que dedicarle un post entero a esta película, dada mi predilección por ella.  Mientras ese día llega, la pongo en esta lista. Si la relación pasión, rivalidad, provocación y chispas es entre Nomi y la todesexual Cristal, yo quiero poner el foco en la pareja Nomi-Molly. Molly recoge a Nomy en las Vegas, cuando a ella, recién llegada, le han robado la maleta (todo lo que tiene en la vida). La amistad se sella al instante. Y la lleva a su casa. «¿No querrás ligar conmigo?» pregunta Nomi. No, dice Molly. Y, aunque en efecto, entre ellas solo hay una casta amistad… pues… ¿qué queréis que os diga? Si Cristal es el fuego, Molly es la ternura y mueve a Nomi más que nadie. De hecho, en el musical Showgirls de Broadway se parodia la relación entre ellas y su subtexto lésbico.  Nada que objetar.

 

Nomi y Molly, amistad a primera vista
Por cierto, y para cerrar este post, en la octava temporada de Expediente X, cuando la serie ha dado ya más vueltas que una noria, aparece en escena  la agente Mónica Reyes. Admira mucho a Scully y pronto se hacen muy buenas amigas y… ¿ya estoy viendo cosas otra vez?  Bueno, como toda buena amante de esta gran serie sabe, La verdad está ahí fuera…
¿Así quién se acuerda de Fox Mulder?

Lazos ardientes, una película para celebrar

Con este post quiero rendir un homenaje a la película Lazos ardientes (Bound; 1996).

El pasado 31 de agosto se cumplieron 18 años de su estreno, buena ocasión para recordarla.

Lazos Ardientes es la primera película de los hermanos Wachowski (que han dejado huella en la historia del cine por la archiconocida Matrix). A mediados de los noventa eran dos novatos interesados por los cómics y las películas de terror y habían escrito el guión de Asesinos (1995), que fue dirigida por Richard Donner.
Faltaba aún una década para que Larry Wachowski pasara a ser Lana Wachowski. Ignoro si en aquellos tiempos ya existía una sensibilidad de esta parte del tándem de los directores por los personajes LGTB. No es cuestión de hacer cábalas sin fundamento. Quedémonos con el hecho y ya está.

Volviendo a la película, Billy Wilder fue el gran inspirador de los Wachowski para este proyecto. Querían hacer una película de cine negro al estilo del maestro (pienso en Perdición, Días sin huella, incluso en El crepúsculo de los dioses). Casi nada 😉

Una peli a lo Billy Wilder, ese era el reto

No era algo nuevo eso de revisitar el cine negro. Sin ir más lejos, en 1994 había aparecido Pulp Fiction y La última seducción.  Lazos ardientes encaja como aquellas en la etiqueta «neo-noir». Entre otras cosas «neo» porque nos sirve una historia femenina en un género que no se caracteriza por ceder el protagonismo a las féminas. Y, entre otras, porque introduce una pareja de lesbianas como eje del argumento. 

La película trata de la alianza de dos mujeres que se acaban de conocer (la sensual Violet, novia-florero de un mafioso y Corky, ex presidiaria que trabaja de fontanera), para engañar a un grupo de poderosos mafiosos (para los que trabaja César, el novio de Violet) y robarles un botín de dos millones de dólares.
Todo ello servido con sus imprescindibles dosis de violencia y sexo. Atrevido, ¿no?

Jennifer Tilly y Geena Gershon son pura química.



Me gusta mucho esta película por varias razones (ojo, lo siguiente contiene spoilers).
Voy a dejar al margen su ingenioso guión, su brillante puesta en escena (low cost) y sus atrevidos planos (¿qué hay de ese recorrido a través del cable telefónico?). En esta ocasión, celebro el aniversario de Lazos ardientes por otros motivos:

  • Por se una película con una trama lésbica perfectamente encajada en la historia. De hecho, no es una película para el público LGTB, sino para el gran público. Una prueba de que podemos encontrar historias que nos representen e interesen a una audiencia amplia. Algunos pueden opinar que no hay una problemática lésbica expuesta en la película y que podría tratar de una pareja hétero y la historia sería la misma. Yo creo que, si esta peli la protagonizara una pareja hétero, perdería todo el carácter subversivo que pueda tener (y he leído sobre las dificultades por ejemplo para encontrar actrices que quisieran hacer el papel o el rechazo de productores a la relación sexual entre las dos protagonistas). Y a mí no me interesaría ni la cuarta parte. Además, considero que la normalidad es siempre un excelente camino.
  • Porque acaba bien (creedme, esta es una poderosa razón para mí). Cerca estuvimos de que acabara bien Thelma y Louise (1991), pero escapar pasaba por despeñarse por un barranco. No voy a repasar aquí cuántas películas LGTB tienen un final dramático (tal vez en otro post). Simplemente, me produce gran placer que las chicas se salgan con la suya 😀
  • Porque tiene lecturas feministas. Como iba diciendo antes, en esta peli triunfan las mujeres, cosa que no hay que dar por sentada y menos en un mundo tan opresor y machista como es el de la mafia. Y es que, en estas películas con argumento mafioso, las mujeres prácticamente siempre (agradeceré ejemplos que no sean así) son utilizadas como personajes secundarios, a menudo mujeres explotadas por su belleza. Aquí tenemos una alternativa. Me dio un gustazo parecido la película Byzantium, la última de Neil Jordan. En ella son dos mujeres (madre/hija) vampiras las que tienen que pelear por sobrevivir en una hermandad (tipo mafia) de vampiros. Recomendable también.
  • Porque juega con los estereotipos. Violet una mujer ultra femenina, de voz muy fina y novia de un gángster (la típica mujer florero) es en realidad una astuta mujer lesbiana. ¡Toma expectativas! Lazos ardientes escenifica en pantalla (y sin pretensiones) los roles Butch/femme. Yo no le pido peras al olmo, pero agradezco que un par de recién llegados como los Wachowski se empeñaran en conservar a sus protagonistas y su idea de película hasta el final.

Lazos ardientes es una película de las que me alegro que existan. Un buen ejemplo de cómo naturalizar una relación lesbiana y ofrecernos un entretenidísimo thriller noir. Así que celebremos su aniversario con un brindis (por Corky y Violet).