Lo que he aprendido escribiendo Vendrá la noche

Querido@s tod@s,

por fin tengo el honor de presentaros el fruto de mis esfuerzos, mi novela «Vendrá la noche«. De momento, está a la venta en Amazon en su versión Kindle. Preparo la edición en papel, pero sentía que no podía demorar más el lanzamiento, así que iremos por fases.


Vendrá la noche es una historia de intriga (espero) y de fascinación, casi de embrujo. El embrujo en el que cae la narradora, Laura, por el personaje principal: Carol. Desde el principio esta conexión tendrá consecuencias imprevistas. Pero no quiero desvelaros mucho… Ante todo, he tratado de construir una historia, con todo lo que eso implica para mí. Coherente de principio a fin, con desarrollo y personajes bien definidos. Una historia sostenida y sostenible y cuidada en su escritura. Al estilo, al punto de vista, a los personajes, a los giros narrativos…, a todo le he dado mil vueltas y seguramente en alguna ocasión me habré equivocado en mi elección. No lo sé. Ya me diréis, si la leéis.

el objeto de mis desvelos

Lo cierto es que llegué a pensar que no llegaría el día (en que viniera la noche)… Sí, porque ha sido un camino largo y difícil, en gran medida por mi torpeza, todo hay que decirlo. Me ha costado bastante darle forma a esta historia de un modo que me pareciera medio satisfactorio y, en su conjunto, digno de estar en el mundo. Sí, digno. Considero que l@s escritor@s independientes tenemos que esforzarnos por ofrecer productos profesionales a los lectores, porque los respetamos, porque valoramos su tiempo y su dinero y, ante todo, queremos que tengan una buena experiencia lectora. Así que, teniendo en cuenta todo lo que quería conseguir, este proceso en su totalidad ha sido un buen aprendizaje para mí y me ha mejorado como escritora.

¿Y qué he aprendido?

Escribir una novela es un compromiso que exige tiempo, motivación y esfuerzo. Creo que no puedes ahorrarte nada de eso. Hoy en día, casi todo@s buscamos gratificación inmediata. Queremos ir deprisa en todo: en la producción y el consumo. Pues bien, hay casos y casos, pero lo cierto es que una novela es una carrera de larga distancia. Hay que ser constante y trabajar. Son muchas las maneras de enfocar el reto y todas son válidas.  En el mundo conviven los escritores planificadores y los que se lanzan y avanzan conforme el texto y la historia se despliega ante ellos. En ambos casos es necesario perseverar.

He comprobado también que soy muy exigente y que la exigencia, a veces es una de las bonitas máscaras del bloqueo. No solo se bloquea quien se queda retorciéndose las manos ante la página en blanco. También quien, como servidora, cae en el bucle infinito de la corrección y las dudas. Por tanto, y esto está en mi lista de «cosas que mejorar», no tengo que permitir que la exigencia me paralice.

Las historias (métete esto en la cabeza, Martita) cobran sentido compartiéndolas, no reteniéndolas.

A pesar de lo anterior, he aprendido que una novela nace de verdad en el proceso de edición. Ahí se desvela para nosotros con nuevos temas, nuevas esencias y nos ofrece la  oportunidad de desarrollar todo su potencial. Es algo casi mágico y muy hermoso. Por tanto, el primer borrador debe enfrentarse sin presión y disfrutando (sin autocensura de ningún tipo). Después ya vendrá la lucha, o -seamos más constructivos-, el crecimiento…

Esta es buena: he aprendido que un escritor novel no debería ser tan osado como para intentar salir airoso de una novela policiaca, ejeeem. La complejidad de la estructura de una novela que debe estar bien armada, es cosa que no hay que subestimar. Creo que es preferible debutar con algo con menos técnica, pero más corazón (en mi caso, ya no es posible, pero me desquitaré con el siguiente proyecto!).

He aprendido que escribir es un proceso difícil de transferir. Es decir, puedes y debes formarte, leer y aprender cada día, pero solo con la dedicación práctica vas a entender el proceso y a ti mism@. Solo entonces entrarás en «la zona». Es curioso lo obvio que es esto y lo que nos cuesta comprender a veces. ¡Lección aprendida!

He descubierto también que hay gente estupenda ahí fuera de la que aprender y a la que estar agradecida. Gente generosa que comparte y te hace mejorar. Personas que te ayudan leyendo tu historia, aportando ideas, sugerencias. O que simplemente, te animan con sus palabras, su ejemplo y su apoyo. ¡Gracias!

Aún queda mucho camino por delante. Quien ha autopublicado alguna vez (o quien mantiene un blog o desempeña alguna actividad creativa) sabe que el creador hoy en día ha de ser autor, editor y promotor… y eso, ay amig@s, eso ahora es el el gran desafío…