Entre el deseo de comunicarse y el de no ser encontrado. He ahí el dilema de todos los artistas…
Creo que en todo tipo de artista es posible detectar un dilema inherente causado por la coexistencia de dos tendencias: la necesidad urgente de comunicar y la necesidad aún más urgente de no ser encontrado…
D.W Winnicot, cita de Anthony Storr en The Dynamics of Creation
En esta paradoja me he visto yo encerrada muchas veces. Para mí al menos es una contradicción. El deseo de comunicar y el deseo de no ser vista.
¿Y qué hacer?
A veces eso se resuelve en una comunicación interna, privada. Íntima. Un diálogo que sucede siempre por dentro.
Pero tiene que haber más. Escribir es como pensar. Detrás está la necesidad de comprender y comprenderse. Ya que hablo de mí, y para comunicarme hoy sin esconderme, diré también de comprenderme, en primera persona.
Me doy cuenta de que, en ocasiones, esto es un entretenimiento morboso. En realidad, ¿qué es lo que hay que comprender?
Cuando, escribiendo, doy vueltas sobre mí misma a veces me enredo. Es cierto que llego a intuiciones y percepciones muy potentes, pero otras veces… oh, my! Ese es el peligro de estos viajes subjetivos: o iluminan o enajenan.
Sin embargo, en la ficción también hay libertad. Autotrascendencia. La imaginación opera más allá de una misma…
¿De verdad?
Quizá es solo una manera más sutil de ocultarse.
De ocultarme.
Escribiendo puedo crear una ficción que me permita interrogarme de un modo encubierto. Una historia que me ayude a entender. Un mundo en el que las cosas suceden y hay un porqué detrás.
Tengo la opción de que un destello de mi vida interior por fin sea aceptada.
Tiendo un puente a alguien que escucha.
Propicio la posibilidad de formular muchas preguntas. Interactúo con un universo responsivo que se genera a partir de esas cuestiones.
La comunicación parte de mí pero cobra sentido con las respuestas.
Y en todo lo creado y descubierto estoy yo sin estar. Como el héroe de las mil caras. Puedo proyectarme en un personaje que me permita viajar a cualquier mundo, emprender una aventura, transformarme y regresar victoriosa. O morir sin que importe.
Ensayar con una mirada omniabarcante y comprensiva.
Tal vez es así como todos los escritores nos escondemos y comunicamos a la vez. Sí, yo también.
Toda historia es un rompecabezas por montar. Lógica e intuición participan por igual en la creación. ¡Intégralas!
Un rompecabezas es un juego en el que se parte de piezas sueltas que se han de encajar para formar una imagen global que resulta de la suma de esas piezas.
Solo hay una posición posible para cada una de ellas. Te vas guiando por el color y el dibujo que forman. Este debe corresponderse exactamente con la imagen final (o podríamos decir también la imagen previa) que tienes que recomponer.
Atención a esa palabra. Recomponer, es decir: volver a componer lo que ya existía y se ha fragmentado para que tú juegues.
¡O te rompas la cabeza!
Venga, no te quejes. Aquí no hay sufrimiento. Si lo haces, es porque te entretiene, te desafía y, al final del proceso, te da satisfacción.
Es normal, casi biológico. A la mente humana le gusta resolver cosas, identificar patrones, encontrar significado.
Aplicado a la escritura de ficción a mí esto me atrae de manera doble.
Siempre intento equilibrar el lado izquierdo y derecho del cerebro. Lo lógico y lo intuitivo.
En la parte más lógica, me gustan mucho las historias bien construidas y en las que todo cuadra. La analogía del reloj. El mecanismo de precisión.
Al fin y al cabo, esa es una de las ventajas de la ficción: nos ofrece la ilusión de control, sentido y orden.
Si está bien hecho, todo encaja y hay una relación causa-efecto entre los acontecimientos. Entonces el creador es como un gran planificador que desde su Comprensión forma un conjunto ordenado y con significación.
La obra es también un puzzle para el lector, que recibe la información dosificada según un plan. Se le dan opciones justas para avanzar o suponer. Se respeta su inteligencia y se le implica.
Creo que nuestra misión es ofrecer la mejor historia posible, entendida precisamente como construcción. Desplegamos toda nuestra capacidad de armar, crear un dispositivo preciso y luego lo entregamos para el disfrute total del lector.
Aquí cobra especial importancia el desarrollo de ese engranaje. Es la parte más importante del proceso.
Es la razón por la que admiro a Agatha Christie, porque diseñaba tramas perfectas que seguimos disfrutando hoy en día. Sus historias provocan satisfacción.
Poirot nos enseñó a poner a trabajar las células grises
Tomo ahora prestada una imagen de David Lynch. Es un creador que admiro también muchísimo y podría decirse que (aparentemente) es lo opuesto a Agatha Christie.
Él es sugerencia, imaginación, fantasía, No linealidad.
No es casualidad que sea un meditador de toda la vida, también pintor. Un artista visual. ¡Y un súper amante del café!
A lo que íbamos… La imagen-metáfora-analogía sería algo así:
Imagina que estás escribiendo, o lo que sea que hagas creativamente. Te encuentras en una habitación trabajando. En otra habitación (no física) toda la obra que tú quieres crear está ya acabada, perfecta, íntegra.
Lo que sucede es que a ti te llega una pieza de esa obra cada vez. Imagina que se desliza por debajo de la puerta. Recibes una pieza y tu tarea es colocarla, esperar a la siguiente y reconstruir esa obra completa que ya existe.
Así es mi experiencia también. Al principio sé que hay una historia pero desconozco la imagen final. Tengo esos fragmentos que voy colocando. A veces siento que, aunque parezcan encajar, no están bien. Creo que la imagen final no es esa. Y entonces rectifico. Sé que al otro lado está «mi» creación.
Muy a menudo para mí la ficha inicial es una imagen. Hay un personaje que no conozco y que veo haciendo algo y es la primera pieza.
A veces es una frase.
En ocasiones, un sentimiento. Entonces es como cuando estás componiendo un trozo del cielo y todas las piezas son azules, aún no muestran nada, pero sí un tono: despejado, soleado, radiante.
De modo que, para resumir, está muy claro lo que tienes que hacer. Vengan como vengan, has de tomar las piezas y seguir juntándolas, confiada de que la obra existe, aunque aún no la puedas ver.
Confías y trabajas con lo que tienes cada vez.
Cuanto más trabajas, más piezas recibes y todo va avanzando hasta que un día, como por arte de magia, está hecho. Tienes la misma obra en esta habitación y en la otra.
Todo encaja.
Y ese día es muy bonito. Has cumplido.
Y entonces le podrás decir a quien te lee…
«¡Ey, hola!
Mira lo que he escrito. Quiero que sientas placer con esto. El placer de leer algo construido para ti, no arbitrario, animado por un esfuerzo organizador. Pero también algo vivo, traído del otro lado, inspirado hasta donde he podido abrirme. Tal vez te guste… pero si no, seguiremos siendo amig@s».
Y eso, ni más ni menos, es lo que intento hacer yo cuando escribo ficción.
El grupo va a ser la pieza clave de la formación online del futuro. Busca algo que te motive y únete. Te beneficiarás de la riqueza de la comunidad y aportarás tu experiencia.
La mía no es una sugerencia para llenar el tiempo o hacer cosas porque sí. Es más bien una invitación a que te abras a los nuevos escenarios. Una llamada a fomentar una actitud de curiosidad ante lo que el mundo propone.
Porque resulta que propone muchas cosas…
Gente que participa
Clases de arte, un club de lectura, reflexiones con un grupo de mujeres con intereses afines… Adquirir nuevas habilidades profesionales… ¡hay muchas opciones!
Y son opciones de aprendizaje online.
Quizá ahora mismo lo de sí o sí a distancia y con el ordenador te da mucha pereza. Y no es justo. Cuando un@ solo tiene una opción para elegir parece que no tiene elección. Sin embargo, sí tienes elección.
Sea cual sea nuestra idea al respecto, con el tiempo -sin esa carga de cansancio y saturación que las circunstancias actuales imponen- la formación online para adultos se va a implantar.
A lo mejor eres reticente porque en tu mente tienes la idea de un curso coñazo, y es que hay muchos así, pero no es de lo que te hablo. Te hablo de algo que te aporte y te transforme. Y a lo que tú también aportes.
Hay muchas ventajas en la formación online, entre mis favoritas, la ruptura de las barreras de espacio y tiempo, la flexibilidad, la cantidad de medios y formatos que se pueden emplear y la interacción.
En realidad, todo empezó allá por el 2004 con la Web 2.0, que se caracteriza por ser una web participativa. Ahí se puso la primera piedra de algo imparable.
Internet no era ya una web de solo lectura, sino de interacción. Wikipedia es seguramente el fenómeno más emblemático de esta etapa.
El grupo motiva más
Hace unas semanas escuché una entrevista a Gagan Biyani, uno de los creadores de Udemy.
Inspirada por esa charla, me gustaría contarte hacia dónde va la tendencia en el e-learning o aprendizaje a distancia con ayuda de un ordenador.
Pues bien, en lo que se está enfocando esta compañía ahora mismo y lo que está a punto de lanzar es una plataforma para cursos en grupo.
La tendencia en los cursos online hasta ahora era la de crear contenidos formativos que el usuario pudiera consumir en cualquier momento, a su ritmo y solo.
Esto tenía ventajas para los profesores, pues podían vender su curso a mucha gente. También para los alumnos porque tenían libertad de acceso a los materiales y controlaban su aprendizaje.
Pero la verdad es que muy poca gente acaba los cursos de este modo. Muchos se quedan en una carpeta muertos de risa. Hay tanta avalancha de información, tantos asuntos que secuestran nuestra atención que se necesita enfoque, determinación y motivación para comprometerse con un curso pregrabado y montones de PDF.
Ahora casi todos preferimos otra cosa. Buscamos cursos en los que la comunidad o grupo es una parte central del aprendizaje.
Tod@s en el mismo barco
La característica principal de un curso grupal es que todo el grupo empieza y acaba la formación a la vez. Se marca un objetivo claro, hay una fecha determinada y todos participan. Cuando acaba el curso se disuelve la comunidad o el grupo.
Este cambio implica para el profesor ofrecer cursos para menos gente pero quizá con una tarifa más elevada. Puede haber una presencia en vivo del profesor o solo de forma puntual.
Yo creo que esto es más atractivo para todos. Genera implicación, conexión, sensación de pertenencia. Es más gratificante.
Un curso grupal promueve la participación y ayuda a completar el curso. Es más fácil llegar hasta el final si estás acompañado. Y si tienes una fecha muy concreta de comienzo y finalización tu mente ya sabe lo que tiene que hacer.
Sinceramente, estoy contenta de que los tiros vayan por ahí porque es mi manera favorita de organizar cursos. Grupos pequeños pero con mucho propósito y compromiso. Y sesiones en tiempo real.
El grupo aporta un enriquecimiento y una dinámica muy peculiar. Cuando yo doy clases presenciales de escritura creativa, te aseguro que no se trata de Marta dando la chapa— se trata de Marta facilitando.
Mi cometido es sugerir, mostrar un camino y fomentar la comunicación del grupo.
A veces me cuesta un poco, porque hay muchas personas demasiado acostumbradas a ser receptores pasivos de contenido. Pero hay que insistir, porque ahí están los tesoros.
Esto también sucede online. Es más, muchas veces en los foros, las discusiones, en las aportaciones y preguntas del grupo surgen los materiales más valiosos.
La tecnología es una parte indispensable del aprendizaje online. Está en su misma definición. Diariamente se están creando nuevas soluciones y aplicaciones para dar respuesta a las necesidades reales de formadores y usuarios.
Si eres experto en alguna materia y ofreces cursos necesitas un sistema de gestión del aprendizaje (SGA), es decir una plataforma en la que ofrecer, gestionar y monitorear tus cursos. Hay muchas: de fuente abierta, de código propietario, en la nube…
Si eres alumno, ante todo buscarás una plataforma ágil, atractiva, dinámica y sencilla. Y buscarás un proyecto que te motive, liderado por alguien que te inspire y compartido con personas a tu mismo nivel. Un curso horizontal.
Pero, tanto si eres formador como participante es fundamental un buen servicio de comunicación o interacción. Esto ya no es un plus. Es una piedra angular.
En la actualidad, muchos cursos se complementan con grupos de Facebook o de WhatsApp pero a mí no me convencen. Están pensados para otra cosa, fomentan mucho la dispersión y la conversación superficial.
Y tú y yo queremos y necesitamos espacios de reflexión profunda. Queremos compartir EXPERIENCIAS.
La conversación por e-mail, aunque ayuda, también tiene sus limitaciones cuando se trata de un grupo.
Es importante recordar que el e-learning es un aprendizaje enfocado a los adultos. Y los adultos tenemos unas necesidades muy propias. En este tipo de aprendizaje la motivación intrínseca (la que surge de uno mismo) es fundamental. El estado mental, la disposición, el tiempo disponible, el contexto social…
Sin implicación no funciona.
Cuando las condiciones son buenas y la persona tiene curiosidad y busca enriquecer su vida en algún aspecto el aprendizaje en línea puede ser una fuente de mucha satisfacción.
No solo para formadores
La creación de grupos online y la gestión de la comunidad no es cosa únicamente de profesores. Esto sería un enfoque muy estrecho de miras.
Es algo social.
Los creadores tenemos mucho que hacer aquí. En la red participativa no basta con lanzar contenidos. Es necesario una comunicación bidireccional, un diálogo y una participación con el público, la comunidad. Una forma en definitiva de crear narrativas más complejas.
Se crean así relaciones de confianza y crecimiento de larga duración.
No era mi intención en este en esta entrada analizar las diferentes aplicaciones.
Lo que sí quería destacar, a fuerza de ser pesada, es que el futuro pasa por el grupo.
No es solo una manera de conectar en un momento puntual de aislamiento y desconcierto, es una manera de potenciar el conocimiento a través de la experiencia compartida.
Aquí entran también las comunidades unidas por afinidades de cualquier tipo. Por ejemplo, los Master Mind Groups, gente con intereses que se reúnen periódicamente para reforzarse, fijar objetivos, definir su progreso, ampliar su visión…
Y también cualquier grupo que se apoye en cualquier circunstancia vital o que quiera reflexionar o ahondar sobre algún interés en común, generalmente guiado por alguien con experiencia.
Esto de abrirse al grupo es más fácil para unos que para otros, pero es imparable. La torre de marfil va a necesitar algún sistema de comunicaciones o se quedará demasiado aislada.
Tu experiencia o tus sensaciones me interesan mucho. Cuéntame cómo lo ves tú.👇