Consejos para empezar a escribir microrrelatos


Un microrrelato es, como su nombre indica, un relato muy corto. No hay un acuerdo sobre cuántas palabras exactamente constituyen un relato breve, todo depende siempre de con qué comparamos. Una historia de 1.000 palabras es breve comparada con la de 5.000 y larga si la medimos con una de 100. Esto que parece una perogrullada, no lo es tanto. Al final, todo es cuestión de situarse en un espacio y ajustarse a los límites (las palabras). Hay historias que «piden» más y otras que encuentran su más bella expresión en la brevedad. Nombres hay muchos… microrrelato, microficción, microcuento, nanoficción, flas-fiction, ultrabreve, hiperbreve…. etc etc… pero siempre hablamos de lo mismo: una historia muuuy corta, pero potente, con sentido autónomo y autoconclusiva.

Si queremos hacer la explicación más breve aún: microrrelato= concisión + narratividad.

A mí me gusta trabajar con microrrelatos de entre 1 y 150 palabras. Ahí tenemos muchas posibilidades de experimentar y aprender.

Aunque puede parecer fácil, en realidad, el microrrelato exige precisión y dominio del lenguaje. Es este sentido emparenta con la poesía y el aforismo. La historia breve se apoya también en imágenes poderosas, evoca o provoca, dispara significados. Pero, diferencia de la poesía o la anécdota, tiene la voluntad de narrar algo (por pequeño que sea el incidente en el que fija el autor su atención).

Hay mucha info en la red sobre cómo escribir microficción, pero yo hoy me centro en algunas interesantes sugerencias del autor de microrrelatos David Gaffney. Serán útiles para todo el que quiera probar a desarrollar su creatividad con este apasionante formato.

  • Empieza en el medio: si la brevedad es un valor tan cotizado, es comprensible que lo mejor es empezar la narración en medio de una escena o situación (no tenemos tiempo para contar antecedentes). Hay que ir al grano y de manera inmediata.
  • Usa pocos personajes: por razones obvias, cada personaje necesita su espacio de presentación y desarrollo para producir un impacto. El microrrelato es como un zoom potente, ¡nada de fotos de grupo!
    Del mismo modo, limitar los escenarios también es buena idea.
  • Asegúrate de que el final no está al final: según apunta Gaffney, en la microficción existe el peligro de que mucha parte de la implicación con la historia tenga lugar cuando el lector ha parado ya de leer. Para evitar esto, sugiere situar el final en el medio de la historia. Así das tiempo al lector, mientras se desarrolla el resto del texto, a considerar la situación junto al narrador.
    Esta me parece interesante para no caer en que todo sea un final efectista, un truco, un chiste… porque eso nos puede llevar a una especie de fórmula y a veces no es sostenible. A pesar de lo dicho, recordemos que en creatividad y escritura no hay normas fijas. Esto es una sugerencia, pero es interesante y lo podemos experimentar. ¿Cómo cambia el texto si pongo el final al final o antes….?
  • Suda el título: dale vueltas y vueltas y prueba con varios hasta acertar.
    Súper de acuerdo con este punto. El título es algo que -si no somos practicantes avezados de microficción- solemos infravalorar (y por tanto desperdiciar). Hay miles de efectos posibles: ironizar, explicitar algo, completar, contrarrestar, provocar… El título juega con el texto y lo hace mucho más potente. Diríamos que es un arte en sí mismo.
  • Haz que tu última frase resuene con una campana: la última frase no es necesariamente el final. Pero la historia debería dejar al lector con algo que siga resonando dentro de él/ella cuando el relato ha acabado. La última frase debería llevarnos a un lugar diferente del que partimos, donde podamos continuar pensando sobre la historia, como un bello enigma.
    En efecto, es la resonancia de la última frase, la evocación o la sugerencia que lanza lo que hace que el relato se convierta en algo memorable.
  • Hazlo largo y después recorta: empezar ya en modo telegráfico no nos ayuda. Al principio no te preocupes demasiado por la brevedad. Primero crea un bloque de piedra del que vayas retirando lo que sobra para crear tu escultura final.

Algunas dificultades al escribir relatos muy breves

Y a continuación os comparto algunos problemas que he identificado cuando comento microrrelatos con otros autores o estudiantes.

Cuando todo es demasiado sutil: 😶‍🌫️A veces, aunque tenemos muy clara la idea nuestra cabeza, no conseguimos transmitir esa claridad en el texto. Como la microficción es el arte de la sutileza, y de la evocación,-también de la ambigüedad-, tenemos que verificar que las pistas que damos o las explicaciones son las justas y necesarias para que la situación se entienda. Lo mejor para comprobar esto es dar a leer nuestro relato a más de una persona. No suele fallar.

Cuando todo es complejo y telegráfico: ⁉️Otro problema que podemos tener es que nuestra historia era demasiado grande como para encajarla con comodidad en 100 palabras. Damos mucha información, pero, como tenemos que abreviar, empezamos a parecer redactores de telegramas. La sensación es de tener algo muy comprimido que podría estallar en cualquier momento.


En ese caso lo mejor es prescindir de algún aspecto, reducir y cerrar un poco el foco o bien comprender que necesitamos escribir un relato más largo porque nuestra historia nos lo pide.

Cuando no pasa nada:🥱 un microrrelato, aunque breve, siempre debe de contar una historia. A veces nos limitamos a describir unos hechos y sí, escribimos cien palabras pero no contamos ninguna historia. Casi siempre, esto se arregla buscando el conflicto o el cambio. Para que el relato sea dinámico y no estático es muy necesario que se produzca algún cambio en el tono emocional o en la situación que se plantea. Lo que empieza bien acaba mal y al revés, hay alguna sorpresa… un enigma o una sugerencia…. En definitiva, siempre hay un viaje, un recorrido, aunque sea pequeño. En los relatos cortos, lo pequeño se hace significativo y trascendente.

Cuando nos liamos con la voz del narrador o el tiempo:🤯 en un espacio tan corto, es preciso ser riguroso y coherente en el empleo del punto de vista (en primera o tercera la mayoría de las ocasiones) y el tiempo escogido (presente o pasado, la mayoría de las veces). Si no somos coherentes con esto confundimos al lector. ¿Cuántas personas hay en este relato?, ¿quien es quien?, ¿pero eso a quién le pasa? Parece una tontería, pero estos despistes son muy habituales.

Un truco para darle fuerza a nuestros microrrelatos

En todo microrrelato hay también una estructura: planteamiento, nudo y desenlace. De momento son conceptos que tenemos interiorizados y que de alguna manera ya estamos respetando casi todos al escribir y sin reflexionar sobre ello.

De todas maneras, si todo esto de la estructura nos es un poco complejo, vamos a prestar especial atención a:
La primera frase
La última frase
El título
La primera frase es la puerta de entrada al mundo que proponemos. Marca el tono y las intenciones. La última frase es aquella campana que queremos que siga resonando.

Si trabajamos con atención estos tres elementos vamos a mejorar la calidad y potencia de nuestro relato con muy poco.

Sugerencia de tarea: 100-50-25

La práctica hace al maestro. Y este es un ejercicio que yo suelo proponer en clase (variando la consigna inicial).
A modo de ejemplo:

a) Escribe un microrrelato de 100 palabras que empiece con esta frase: cuando despertó, el dinosaurio se había marchado…
b) Ahora escribe el mismo microrrelato en 50 palabras.
c) Y ahora, ve un paso más allá y déjalo en 25 palabras manteniendo toda su esencia.

De este ejercicio salen siempre interesantes revelaciones.

Se trata además de practicar la concisión y cortar el texto sin matar la esencia. Como decía Ray Bradbury, en esto de cortar para mejorar un texto hay que ser muy hábil con el escalpelo. Al fin y al cabo queremos curar, pero ante todo, debemos mantener al paciente con vida…

Qué será ser tú (Ana Rossetti)❤️‍🔥

Para este 14 de febrero de 2022 un poema de Ana Rossetti, una mujer que nunca quiso ser escritora, pero (por fortuna) se dejó llevar…

#elAmorComoUnEspejo.

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QUÉ SERÁ SER TÚ

Este es el enigma, la atracción sobrecogedora
de conocer, el irresistible afán de echar el ancla
en ti, de poseerte.
Qué será la perplejidad de ser tú.
Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber.
Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y,
con tus ojos, verme.
Qué será percibir que yo te ame.
Qué será, siendo tú, oírmelo decir.
Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú.

Aprender de Leonardo da Vinci para ser más creativos

Seguramente en nuestra mente Leonardo da Vinci (1452-1519) se perfila como uno de los genios más grandes de la historia. Representa uno de los ideales de lo que se ha llamado el hombre total del Renacimiento: polifacético, multiversado, un auténtico polímata. Leonardo desarrolló sus facetas de científico, inventor, constructor, ingeniero militar, pintor, escultor y arquitecto, demostrando una destreza excepcional en cada cosa que emprendía. Además de artista fue un pionero en los campos de la anatomía, botánica, geología y la física. Este gran hombre, lleno de pasión y energía, prolífico hasta lo infinito, creativo y atrevido como pocos, sigue siendo una figura llena de atractivo, misterio y poder de fascinación.

Pues bien, en 1998 Michael J. Gelb escribió un libro que tuvo un éxito inmediato: Cómo pensar como Leonardo da Vinci (1998). En este libro el autor desgrana las bases sobre las que se sustenta el método creativo de Leonardo da Vinci. En sus diarios el genio de Florencia dejó un registro de su filosofía, su forma de trabajar y su método.

Siempre es interesante asomarse a la mente y corazón de personajes históricos excepcionales que nos inspiran, pero no se tata de fomentar una curiosidad pasiva y menos en este caso. Lo cierto es que podemos aplicar las ideas de Leonardo para impulsar y refrescar nuestra propia creatividad. El libro de Gelb está lleno de ideas y sugerencias para poner en práctica el modelo de Leonardo.

Los siete principios de Leonardo

1. Curiosità

Abordar la vida con insaciable curiosidad y un deseo incansable de seguir aprendiendo.

Ninguno de los logros de Leonardo sería posible sin esta cualidad motriz. La curiosidad y el deseo de saber y aprender como una constante a lo largo de la vida. Desde niño a Leonardo le fascinaban la naturaleza, las matemáticas, el dibujo… Y de adulto continuó mostrando un amplio interés por todos los aspectos de la vida sin limitarse a una sola categoría o ajustarse a los confines de unos estudios formales.

Nosotros también debemos abrir nuestra mente más allá de nuestro campo de especialización. Podemos elegir mantener una curiosidad vibrante que nos ayude a hacernos preguntas inéditas, a seguir fascinándonos por lo que pasa a nuestros alrededor y a querer saber siempre un poco más.

El arte y la escritura nacen muchas veces de un deseo de averiguar más, de entender algún aspecto en profundidad (ya sea la naturaleza humana o una época). Y todo empieza con un espíritu vivo y curioso.

Llevar un diario, apuntarse a clases novedosas, aprender algo cada día, leer libros alejados de nuestra formación y nuestros géneros favoritos. Relacionarnos con personas de diferentes orígenes y culturas. Hacernos preguntas continuamente. Éstas son algunas de las cosas que podemos hacer para impulsar nuestra creatividad.

Estudio de pájaros voladores. Leonardo

2. Dimostrazione

Comprometerse a poner a prueba el conocimiento a través de la experiencia, la persistencia y la voluntad de aprender de los errores.

La mejor manera de aprender es a través de la propia experiencia y la puesta en práctica de los conocimientos que adquirimos. No nos hemos de limitar a absorber teoría sin experimentar porque entonces no se produce el aprendizaje, sino la acumulación de información. Parece una obviedad, pero la pasamos por alto muchas veces.

Leonardo encontró un gran campo de experimentación en el estudio del maestro pintor y escultor Andrea del Verrocchio, del cual fue aprendiz. Allí entró en contacto directo con los materiales, tanto de pintura como de escultura. Pero este es solo un ejemplo de su periodo formativo que se convirtió en un modo de proceder. Cada cosa que quería entender la probaba. Para estudiar geología iba a las colinas de Lombardía, para aprender anatomía diseccionó cuerpos humanos y animales. Su método era 100% empírico.

Leonardo no se limitaba a la enseñanza contenida en los libros, sino que desafiaba la tradición poniendo a prueba las cosas. Esto le valió una gran independencia y es una de las bases de su genialidad y visión únicas.

En escritura esto pasa mucho. Nos hacemos dependientes de libros y de ideas ajenas y acabamos con una mentalidad informada pero chata. Podemos leer muchos libros de teoría, seguir talleres o cursos pero no hay ningún aprendizaje comparable a nuestra propia práctica y reflexión. Con los errores, los desafíos, los tropiezos y también con los aciertos aprendemos y encontramos nuestro camino. Así evitaremos que los prejuicios se instalen en nosotros sin ser cuestionados.

Para practicar esto podemos hacer una lista de nuestras creencias y desafiar su verdad, una a una (¿es esto cierto?). También podemos comprometernos a aprender de nuestros errores como una maravillosa fuente de información y feedback.

3. Sensazione

Un continuo refinamiento de los sentidos, especialmente de la vista, como un medio de hacer vívida la experiencia.

Los sentidos son sin duda la puerta de entrada a la experiencia. Para Leonardo era de especial importancia el sentido de la vista y uno de sus lemas era: Sapere vedere (saber ver).

Muy a menudo, salvo que tengamos alguna condición que nos limite, damos por hecho que percibimos con normalidad. Creemos que vemos, escuchamos, oímos, saboreamos y tocamos pero, con mucha probabilidad, nuestros sentidos no están afinados y es que hay un rango muy grande de desarrollo y debemos tener el propósito específico de explorar y ampliar nuestro repertorio sensorial.

Michael J Gelb nos recuerda que en su Códice sobre el vuelo de los pájaros, Leonardo registró con minuciosidad los movimientos de las plumas y la alas durante el vuelo con un detalle que no ha sido apreciado en su totalidad hasta la aparición de imágenes en Slow Motion. ¡Pero esto Leonardo ya lo veía!

Desde luego, escribir es una manera de ver el mundo y, cuando decimos esto, no es una frase hecha porque es con la percepción y la mirada donde empieza todo. Con la capacidad de ver detalles, matices, texturas. Pero no solo ver objetos, también ver a las personas, sus reacciones, sus palabras (aquí escuchamos también). Creo que se puede ver con todo el cuerpo. Este trabajo de sensibilización se amplía a cada uno de los sentidos. Leonardo también fue un músico brillante y sus biógrafos dicen que vestía tejidos siempre agradables, se rodeaba de perfumes y flores y estaba interesado en la gastronomía.

Podemos empezar a entrenar nuestros sentidos haciendo prácticas de observación descripción (¿tenemos palabras para todo lo que percibimos?). También tenemos a nuestra disposición otros recursos, tan variados como estimulantes: ejercicios para descansar nuestros ojos, meditaciones escuchando música (o escuchando el silencio), catas a ciegas, un curso de aromaterapia, describir objetos solo con la ayuda del tacto, etc.

Admito que para mí también tiene mucho peso la visión y considero que practicar y mejorar la visualización (esto es, la que vemos en nuestra mente) nos puede ayudar mucho como escritores. Pero esto mejor lo dejo para otro artículo.

4. Sfumato

Abrazar la ambigüedad, la paradoja y la incertidumbre.

Lo que se pretende expresar con esta palabra es la voluntad o disposición de abrir la mente y afrontar lo desconocido, siendo este uno de los métodos más poderosos para potenciar la creatividad.

La pintura de Leonardo siempre ha tenido una característica misteriosa y esa cualidad como difuminada hecha a base de capas de pintura. También empleó mucho la oposición, la tensión y el contraste en sus composiciones.

Uno de los ejemplos más notables de este misterio es la enigmática sonrisa de la Mona Lisa, en palabras de Gelb: una sonrisa en la cúspide del bien y el mal, la compasión y la crueldad, la seducción y la inocencia lo fugaz y lo eterno.

Freud vio en ella una mezcla de «la reserva y la seducción, la devota ternura y la sensualidad que, despiadada y desafiante, devora al hombre como si fuera un extraño».

Como artistas o personas creativas nos beneficiaríamos mucho de tolerar la incertidumbre, la ambigüedad y lo desconocido. En lo conocido solo hay repetición y no hay lugar para el descubrimiento. Aceptar la paradoja es fundamental y saludable porque, en materia de creación, lo que hoy es verdad mañana puede no serlo y si buscamos certezas incuestionables nos bloqueamos y frustramos. ¡La vida es mucho más amplia que nuestras certezas!

Podemos entrenarnos en observar las contradicciones de las situaciones que presenciamos y de las personas que nos rodean. De hecho, en creación de personajes, encontrar el contraste nos ayuda a hacerlos mucho más ricos y con matices. Además de esto, aprender a confiar en nuestra intuición también es una gran habilidad a desarrollar cuando la información nos abruma. Puede constituir nuestra guía infalible.

5. Arte/Scienza

Equilibrar la ciencia y el arte, la lógica y la imaginación—pensar con todo el cerebro.

Aquí abordamos la familiar discusión sobre el lado izquierdo y derecho del cerebro. El lado izquierdo es el lógico, lineal, secuencial y el que domina en el lenguaje. Normalmente es el que tenemos más desarrollado en nuestra sociedad. El lado derecho trabaja con imágenes, asociaciones y no se expresa de manera verbal ni lineal. Privarnos de uno de ellos nos limita en nuestra creatividad.

En las primeras fases de creación es más aconsejable centrarse en el lado derecho: sin censura nos abrimos a imágenes, asociaciones e intuiciones. Posteriormente aplicar nuestra mente lógica y analítica garantiza el resultado perfecto.

Esta dicotomía entre lado derecho e izquierdo se refleja también en la división artificial entre el arte y la ciencia. Leonardo nos demuestra que no solo son disciplinas compatibles, sino además complementarias. Sin duda es un ejemplo del pensador de cerebro completo. No sabríamos decir si Leonardo era un artista que estudiaba ciencia o un científico que estudiaba arte. Lo era todo. Y es que, según afirmaba Leonardo en su Tratado de pintura, aquellos que se enamoran del arte sin previamente aplicar el estudio diligente del aspecto científica del propio arte se comparan a los marineros que se lanzan al mar en un barco sin brújula ni timón y que por tanto no han de llegar a buen puerto.

Una técnica muy útil para empezar a emplear los dos lados del cerebro para escribir es el uso de los mapas mentales. Con ellos jugamos con las asociaciones que las palabras despiertan y las imágenes arbitrarias que vienen a nosotros. Después descubrimos que hay un patrón de significado y algo emerge que nos empuja a escribir con un enfoque más abierto y novedoso (y menos lógico, ya que lo lógico se basa en el conocimiento previo y, por tanto, nunca puede sorprender).

6. Corporalità

Cultivar la gracia, la forma física, la ambidestreza y el equilibrio.

Mucha gente vincula el desarrollo intelectual con el descuido o desdén por el cuerpo y viceversa. De nuevo vemos la dicotomía social entre el enclenque ratón de biblioteca o el descerebrado mazas de gimnasio. Pero lo cierto es que Leonardo le daba mucha importancia a la forma física y al cultivo de un cuerpo saludable.

Leonardo tenía fama de grácil y era un gran atleta, así como un buen jinete y dicen que su fuerza era legendaria. Algunos estudiosos de su obra consideran que, de hecho, su pasión por la anatomía era un reflejo de su extraordinario físico.

Leonardo se interesó por el mundo externo y el interno; por el cosmos y por el hombre.

En realidad esto es muy interesante. Parece haber un tópico sobre los escritores y los artistas que proyecta una imagen de hábitos poco saludables, comportamientos autodestructivos, adicciones diversas, relaciones tóxicas, etc. Lo cierto es que para producir al más alto nivel hemos de cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud. Además, el ejercicio favorece las conexiones neuronales, mejora el estado de ánimo y nos refresca y tonifica. Una dieta alimentaria equilibrada también está vinculada a un mejor desempeño mental. Adquirir mayor conciencia corporal o postural también puede brindarnos beneficios insospechados que, a priori, puede que no relacionemos con la creatividad.

Por último, y no podía ser menos en una personalidad tan integral como la suya, Leonardo estaba convencido de que adquirir la habilidad de ser ambidiestros (por tanto, estimular ambos lados del cerebro) era fundamental para el desarrollo de nuestras capacidades.

7. Connessione

El reconocimiento y la apreciación de la interconexión de todas las cosas— pensamiento sistémico.

Para el maestro florentino el mundo mostraba siempre patrones y conexiones. Por ejemplo: del mismo modo que una piedra en la superficie del agua causa círculos que se van haciendo más y más grandes hasta que se disipan, de la misma manera el aire despliega un movimiento de ondas circulares. De ese modo, nadar en el agua le enseñaba también cómo los pájaros vuelan en el aire.

Otra aspecto destacado de su manera de crear era su incansable creatividad y su práctica de combinar y conectar elementos dispares para formar nuevos patrones. La conexión y combinación empezaban en el estudio de la naturaleza pero se aplicaba también a su estudio de la anatomía humana y animal. El cuerpo humano era estudiado como un sistema completo, un patrón coordinado de relaciones interdependientes.

En este punto estamos ante una de las piedras angulares de la creatividad, que muchas veces se define precisamente como la capacidad de encontrar nuevas combinaciones o de crear algo nuevo a partir de la superposición, yuxtaposición, combinación, sustracción, adición, etc. de elementos previos. Además, la búsqueda de patrones también ayuda a crear obras con un significado más profundo puesto que apelan a mecanismos subyacentes y potentes que todos compartimos (y a veces desconocemos).

Si nos lanzamos a la divertida actividad de jugar a combinar, lo aconsejable es que nos forcemos a ir un poco más allá de las primeras ideas o de la lógica más evidente. Precisamente la capacidad de conectar avanza a través de lo más obvio hasta las revelaciones insólitas. Si nos damos cuenta también es eso lo que se busca cuando se hace una lluvia de ideas, por tanto es esencial no censurarnos. Abordar todo esto con un espíritu lúdico y de juego da siempre los mejores resultados.

Por supuesto también hay una visión espiritual en la contemplación y la relación entre el microcosmos y el macrocosmos y el lugar del hombre dentro de este. Muchas veces una mayor apertura espiritual es el producto de empezar a admirar sin juicios la vida y sus conexiones. Así una cosa lleva a la otra de manera natural e inevitable.

Como conclusión y en definitiva, parece evidente que, además de enorme talento, Leonardo tenía un enfoque integral de la vida y de la creación que tienen plena vigencia. Por eso, hoy en día, su visión y su pensamiento nos siguen inspirando y mostrando un camino de experimentación y plenitud.

fuente: Think like Da Vinci: 7 steps to boosting your everyday genius, Michael J. Gelb