Loving Annabelle

Siguiendo con mi educación en cine LGTB, el otro día vi Loving Annabelle.
Vaya por delante la simpatía y respeto inmediato que siento por este nuestro cine, pero he decidido no casarme con nadie y ser crítica cuando haga falta.
Loving Annabelle es una película del 2006, pero al verla me parece más del 96. Se me queda un poco lejana en su inocencia y su contención. Se supone que el texto que la inspira es el film Mädchen in Uniform (versiones de 1931 y 1958 esta última con la gran Romy Schneider). No sé yo si el resultado final aporta mucho. Desde luego, queda espacio para otro remake.

Loving Annabelle presenta una historia del género «internados». Se centra en la arquetípica fascinación alumna-profesor (que en este caso trata de ser la concreta relación alumna-profesora). La distinción no es gratuita, pues esa diferencia, la «a» de profesora, es la que da sentido a esta historia. Lo importante es que la historia de amor sea lésbica. Bien. Aunque la teoría tiene sus riesgos. Y  la peli cae de lleno en la trampa de su propia propuesta.  El problema con Loving Annabelle es que el espectad@r tiene que empatizar más con sus experiencias y deseos que con lo que ve en la pantalla. Yo, por ejemplo, soy incapaz de ver esa fascinación que es el motor de esta historia de amor, en la película. El esquema de la historia es claro: Llegar de A a B en el contexto del internado. Pero es el desarrollo el que falla. Katherine Brooks (directora y guionista) falla en el intento de hacer avanzar esta historia y darle cuerpo. Están los elementos, pero no hay alma. La historia LGTB no es suficiente por sí misma para aguantar el viaje.
Tan insuficiente  como una cita de Proust si se usa solo como una mera cita.
«El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.»

Este lema, que se utiliza como símbolo de la complicidad entre las dos protagonistas, no es un principio-base de este film, que no alcanza en ningún momento a dar una nueva mirada a la historia de amor. No basta con citar, pues.
La película es honesta, de bajo presupuesto -aunque tampoco ínfimo- (900.000 dólares), con buenas intenciones (y, como decía, se ven los elementos), pero… a mí no me basta. Yo siempre exijo un último esfuerzo, un poco más de búsqueda; nuevos ojos. Tal vez, esta historia se hubiera podido mejorar desde el guión mismo. Tal vez quitando un poco de acartonamiento a una de sus protagonistas, Simone (Diane Gaidry). Tal vez repensando el final!

El final de la película me parece un tanto abrupto (clímax y punto final, de golpe y porrazo) y me parece, además, un poco puritano (¿es una injusticia social?; ¿es un castigo?). En cualquier caso, durante la peli, la diferencia de edad entre Simone y Annabelle, nunca ha sido cuestionada (y es un tema que también da para reflexionar).
A pesar de estos cabos sueltos, teníamos buenas secundarias y subtramas: los celos de la compañera de clase; el pasado de la protagonista (criada en el colegio católico y con una relación difícil  con su tía: la Hermana Inmaculada)… Todo ellos queda un poco diluido en el conjunto. La historia personal de Simone está bien esbozada, pero no creo que se le llegue a sacar punta. Tampoco a la supuesta represión de la educación católica, más allá de los símbolos y las formas. En fin, se pasa muy de puntillas por los puntos calientes de la historia.
En este sentido, yo prefiero otra película de internados: «Cracks». Tiene  más misterio y fascinación; más desquicie y un mejor casting (qué importantes son los buenos actores en el cine!)

Para cerrar el tema de Loving Annabelle: una pregunta planea por mi mente y me parece que es el lastre del filme. ¿Por qué ser una buena película, cuando puedes ser solo una película LGTB? And this is, Mesdames y Messieurs, la eterna cuestión…

¿Quién teme a Vagina Woolf?

Os voy a contar mis impresiones sobre una peli de temática LGTB que he visto recientemente. Se titula Quién teme a Vagina Woolf  y es una película de 2013, dirigida por la cubanoamericana Anna Margarita Albelo. Narra una historia personal de la autora que contó para el desarrollo del guión con Michael Urban.

Para empezar hay que aclarar que estamos ante un proyecto de bajo presupuesto. De los que florecen al margen de Hollywood (de hecho, es casi metafórico que la protagonista sea una directora de cine que vive en el garaje de una amiga en Los Angeles) . Como os decía, una pequeña peli «indie» de las que nos interesan a una minoría. ¡Bien!

La película cuenta la historia de Anna (interpretada por la propia Albelo), que al cumplir los cuarenta se da cuenta de que tiene que tomar las riendas de su vida. Y es que nuestra protagonista  vive en un garaje, no tiene trabajo (intenta escribir guiones mientras hace actuaciones disfrazada de vagina -sí, como lo leéis), no para de fumar y no tiene pareja.  Así que se marca unos nuevos objetivos claros: rodar una película; perder peso; encontrar novia. Un estilo a lo Bridget Jones: una antiheroína que busca su sitio en el mundo con humor y buen empeño. Un personaje  con quien puedes empatizar. Estamos pues ante una comedia romántica fresca, agradable y muy personal.

Un buen día, en una galería de arte donde Anna realiza algunas performances, esta conoce a  Katia: una chica inteligente, joven y deslumbrante (su interés romántico), que se declara, además, fan suya. Anna, encandilada con la que pasa a considerar su próxima musa, encuentra por fin la motivación para escribir su película. Su plan es darle uno de los papeles protagonistas a Katia con la esperanza de conquistarla (no olvidemos su intención de encontrar novia).

Como os decía, Anna empieza a poner en marcha su vida: primero escribe  sin descanso el guion de su futura película «Quién teme a Vagina Woolf», una historia que homenajea al clásico de Edward Albee y ofrece una versión lésbica cargada de buenas intenciones (nuestra prota tiene sus inquietudes intelectuales). Por cierto que el componente agridulce de la obra original ayudará a que en el rodaje se desaten también los conflictos personales.

Después de escribir la peli, Anna convence a sus  dos mejores amigas, que la apoyan desde el primer momento y se ofrecen a trabajar gratis para ella como actrices. Entre el equipo de gente que ayuda en la película está también Julia (interpretada por Agnes Olech, una chica con la que Anna tiene mucha afinidad, y que observa resignada cómo esta intenta conquistar a Katia -quien, por cierto, no parece hacerle mucho caso-…). Así que tenemos lío asegurado.
Mientras avanza el rodaje, la amistad y el amor se verán puestos a prueba. Y por tanto, las posibilidades de nuestra protagonista de ser feliz.

Además del amor, la historia también trata el tema de la amistad entre mujeres y de la familia. Tiene pinceladas (ligeritas) que tocan la identidad sexual, social y étnica (como os decía nuestra protagonista es hija de un cubano; Sus padres son latinos que viven en Miami y con ellos habla en español, marcando diferencias entre los contextos en que se mueve).

El reparto está bien y las actuaciones son correctas. La protagonista (que, como os decía es también la directora) tiene mucha personalidad, pero le falta un poco de fuerza como actriz. El casting cuenta con una cara conocida, Carrie Preston gran secundaria en True Blood. Destaca entre las actrices Guinevere Turner, que interpreta a Penelope, la mejor amiga de Anna. Carismática y convincente.
La peli es visualmente atractiva. Con un estilo informal, divertido y acorde al punto de vista particular de su protagonista: una creativa que trata de encontrarse a si misma.

Quién teme a Vagina Woolf es sencilla y sin pretensiones, pero también es coherente y bien trabajada. Cuenta una historia y la cuenta bien. Puede decirse que sus mayores virtudes también  suponen sus límite (pues la producción es pequeña y la historia es sencilla. Tampoco da para más. Simplemente, te ayuda a pasar un buen rato).

Lo de la protagonista vestida de vagina es un poco «boutade», porque la película no llega a ser subversiva ni gamberra, ni hacer particulares reflexiones sobre la condición de mujer. De hecho, no profundiza en nada particular. Incluso puede llegar a estar demasiado centrada en las obsesiones de la autora. Aún así, la peli tiene sus puntos a favor. Se agradecen este tipo de películas para nosotras ( y no solo para nosotras), centradas en universos LGTB con un argumento disfrutable.

Yo le pondría un seis y medio.
¿La habéis visto?