FLORIFAGIA

La primera vez fuè poco despuès de nuestra luna de miel. Ya estàbamos instalados en la que serìa nuestra casa y una noche sorprendì a mi mujer mientras estaba pasando el último bocado de un plato de rosas del color de la sangre. Mi extrañeza creció ante […]

FLORIFAGIA

Es la primera vez que uso el botón de rebloguear en mi blog.

Como los coaches del programa La voz que le dan al botón entusiamados por lo que escuchan, reconociendo el puro talento… Pues lo mismo.

Me ha encantado este relato. Es súper sugerente y está muy bien llevado hasta el final.

Espero que lo disfrutéis como yo.

¡Felicitaciones a su autora!

Notas sobre el proceso creativo

Estas semanas estoy iniciando un proceso creativo de grupo. Cuanto más trabajo con escritura y creación, sola o acompañada, más me convenzo…

Hay que trabajar en dos niveles: lo inconsciente y lo racional.

Vale, sí, teóricamente con lo inconsciente no se puede trabajar porque para eso debería ser consciente… Y sin embargo, juega un papel decisivo.

En todo caso:

Primero imaginamos, intuimos, permitimos y  luego damos la forma adecuada.

Es muy importante entender los dos niveles y respetarlos. Uno sin otro y… la obra ya no puede ser tal.

Por eso, al principio, NUNCA SABEMOS NADA.

Y está bien que sea así, es como debe ser.

Aquí no tiene que surgir la angustia o las prisas, no sirve de nada y se rompe la magia.

Es mejor simplemente abrirse y escuchar. Esperar, con los (iba a decir los ojos, pero no)…con todos los sentidos muy abiertos. Porque en esta fase el cuerpo entero es un órgano. Y nos sirve de igual modo lo visto, lo degustado, lo olido, lo tocado y escuchado… 

Pero no se acaba esto con lo físico tampoco. Hay más de lo que los sentidos pueden apresar.

¿Más?

Sí, porque también hay un mundo dentro, de fronteras no limitadas y está lleno de inspiraciones y tesoros. Es difícil, con nuestro lenguaje, darle nombre exacto a eso tan intangible y al final hemos de traducirlo a algo comprensible para poder trabajar con ello. Parecido a lo que pasa con el inconsciente… Se trata, como si se dijera, de traerlo de otra dimensión hasta acá… Pero bueno, eso no está en el exterior, está en otro sitio y otro tiempo. Está dentro.

Tenemos pues lo externo y lo interno. Lo tomamos todo.

Y lo mezclamos.

Hay en esta parte del proceso colisiones, fusiones, explosiones y reacciones. Todo lo leído, vivido, escuchado, pensado, soñado, sentido… los símbolos, asociaciones, connotaciones… todo de repente cobra un sentido aquí. Cada elemento combinado con otro, puede hacer surgir una cosa distinta y única. Y eso también es bastante asombroso, ¿verdad?

Me decía el médico ayer que no me haga la próxima analítica de sangre justo después de comer el roscón de reyes, que me saldrá azúcar. Y a mí me daba risa.. Ah, bueno, pensaba que me iba a salir la sangre azul!!  En todo caso, con la creación es igual. Lo que «comemos» hoy se refleja mañana. TODO: lo que leemos, lo que hablamos, los rostros que vemos, los paisajes que caminamos. Y no tiene que por qué ser nada concreto, ni teórico ni artístico.

Basta una mirada fugaz.

Confieso que ya he tomado algún mazapán antes de Navidad y también he hecho una excursión por el Montgó y sé que en la próxima escena  que sitúe al aire libre, entre montañas, lo quiera yo o no, en mí estará de algún modo ese paseo. Tal vez ese pequeño memorial de piedra, levantado para recordar un avión caído en ese punto, en diciembre de 1950, esa cueva en la que no me atreví a entrar -tal vez el temor-, o esas piedras rojizas, el perro escalando como una cabra de color trufa, el aire lleno de nubes grises- porque había pronóstico de lluvia- y la altura, la franja del mar velada por una incipiente neblina… No sé cómo, pero algo de eso estará… estará, de algún modo, el deslizarse hacia abajo, el ruido de las zapatillas, la respiración rápida al seguir a alguien que me precede…Y puede que también esté el mazapán (o el crujido del azúcar, o el gusto a almendra.. o la culpabilidad por comer dulces…

Y cuando eso surja -y puede que pase mucho tiempo hasta que la alquimia se produzca, no hay prisa-, será a partir de una resonancia o una llamada, de un impulso que puede ser disparado espontáneamente.

O puede ser inducido…

Partiremos entonces del latido inicial, que no es otra cosa que el DESEO de crear que precede a todo. Ahí en realidad empieza la historia, ese es el motor.

Después el deseo encuentra el cauce apropiado.

Por eso, ni prisa, ni respuestas antes de tiempo. Es mejor tener preguntas en esta fase.

Hablando de preguntas, si no tengo ni paciencia, ni fe… ¿Se puede forzar? Claro que sí, violentar todo esto, pretendiendo controlar, imponerse, llevar las riendas, marcar una línea, seguramente nacida de algún prejuicio o juicio limitado. Se puede.

Pero también se puede querer que un bebé sea un abogado o arrancar una flor por puro capricho y pretender que es nuestra porque percibimos su perfume…. Y no.

Una (muy buena) razón para mejorar tu ortografía

Hay un muy buen motivo para cuidar la corrección lingüística de los textos que escribes y no es el que te imaginas….

No soy una defensora de la corrección porque sí. Para mí hay cosas más importantes, como la expresión o la comunicación. Mi interés está más centrado en la creatividad y tengo comprobado que el miedo a cometer errores puede volvernos demasiado prudentes y rígidos al escribir.

He experimentado lo mismo cuando comento algún escrito ajeno. Si esa persona que tengo delante -o al otro lado de la pantalla- está intentando mostrar su creatividad y compartirla con los demás, una crítica sobre su gramática, ortografía o estilo puede provocar su inseguridad y tener un efecto desastroso. Especialmente tratando con adultos, a quienes se les puede hacer sentir inadecuados, ineptos, un caso perdido… etc, etc…. (aquí los fantasmas de cada uno escriben la peli de terror particular).

Por eso, para alentar la escritura creativa, es preferible permitir que la persona conecte libremente con su imaginario y se exprese como pueda.

Pero, a medida que vamos avanzando y nos sentimos más segur@s, hay que empezar a prestar atención a este aspecto de la corrección y el estilo -que por cierto- son dos cosas distintas.

¿Por qué es importante (tratar de) escribir sin faltas?

To voy a dar mi principal razón y no es ni elitista, ni defensora de la pureza de la RAE. Más bien es una razón de fundamento y estrategia. ¿Estrategia? Sí. Te lo explicaré con un ejemplo de algo que me gusta mucho: el cine.

Cuando nació el cinematógrafo (unos 125 años atrás, si tomamos la famosa proyección de los Lumière como referencia), ya existía la fotografía y esta había empezado a satisfacer la necesidad de la representación realista, (más allá de la pintura). El cine, al añadir movimiento, supone un paso más allá. Y, aunque pronto traspasaría las barreras sociales, no hay que olvidar que surge de la mano de la burguesía y en pleno naturalismo.

La ambición naturalista fue captar la realidad, tal cual era y con una pretensión de objetividad. Por eso las primeras pelis (de apenas minutos de duración) tienen temáticas tan documentales como La salida de los obreros de la fábrica o La entrada del tren en la estación. Casi a la vez, por influencia del teatro, la novela y el vodevil, y por puro deseo humano de contar historias, empiezan las ficciones, cada vez más elaboradas. El cine, que se populariza como entretenimiento de masas, va encontrando su propia gramática de planos y montaje… y en pocos años se implanta el llamado por Nöel Burch, Modo de Representación Institucional, que no es otra cosa que el estilo canónico con todas sus convenciones técnicas, estilísticas y temáticas.

Pero a lo que voy: la pretensión de este cine normativo, es crear un efecto inmersivo. La pantalla es una ventana abierta al mundo y la historia aunque sea ficción, se experimenta como verdad mientras dura. Una de las maneras de lograr eso es a través de lo que se llama el borrado de las huellas de la enunciación… Esto es, eliminar el rastro de esa «voz-sujeto» que cuenta la historia, y esto para que el espectador no sea consciente de la cámara, de la construcción del relato, sino que se sumerja en la historia sin que nada lo saque de ella.

Así que nada de planos extraños o movimientos de cámara muy evidentes. La cámara omnisciente y el montaje, ayudan a «no ver» que hay un punto de vista y un encuadre. El espectador no piensa en esto, no lo necesita para disfrutar de la película. Es seducido por lo que sucede ante sus ojos y lo que los personajes dicen (incluso en cine mudo, con sus intertítulos, explicando y puntuando la historia).

¿Y qué tiene que ver esto con escribir bien o mal?

Tiene que ver que, cuando escribimos bien -muy bien- llevamos al lector al mundo que le hemos propuesto sin que apenas repare en que, en realidad, está leyendo signos impresos sobre un fondo blanco. Si hacemos nuestro trabajo bien, lo tenemos metido de lleno en la historia. Y es que lo estamos hipnotizando, ni más ni menos.

Es cierto que hay algunos autores que rompen este efecto de objetividad voluntariamente. Por ejemplo con un narrador muy presente, con algún artificio, con los juegos metaliterarios… Del mismo modo que el cine de las vanguardias rompía las normas del cine estándar para evidenciar el artefacto cinematográfico y reivindicar otro modelo social y artístico. Eso es otra cosa.

También es otra cosa muy distinta cuando un personaje se expresa mal porque no tiene formación o cuando el escritor, para captar mejor un grupo social, refleja un acento regional, unos modismos, registros etc…

Si hay algo que destruye el hechizo de una manera muy displacentera y que no tiene justificación alguna son las faltas o las expresiones torpes que no obedecen a ninguna intención expresiva. Esos errores -no intencionados- que sacan al lector de una bofetada. ¡Zasca!

De pronto, nuestro lector ya no está en el nivel de la historia, ha salido al de la escritura. Su ojo se centra más en esa frase que no entiende, en esa «h» de más que le confunde y horroriza, que en lo que se dice. Todo nuestro esfuerzo por llevarlo a nuestro terreno, por seducirlo… se va al traste. Hemos hecho añicos la ilusión por nuestra torpeza lingüística.

el lector tratando de seguir adelante a pesar de tus agresiones

¿Sugerencias?

La buena noticia, es que, si detectamos que flojeamos en esto, hay mucho que se puede hacer. De hecho, es más fácil corregir la ortografía que dominar la técnica de narrar. Así que, mientras aprendemos lo segundo, tenemos que evitar los primero.

  • La manera más sencilla y divertida que se me ocurre de mejorar la corrección gramatical, ortográfica, sintáctica y de ganar amplitud léxica… es leer. Sin más. Lo que te guste, lo que te apetezca. Tan solo intenta ponerte en buenas manos...
  • Otra manera, compatible con la anterior, es consultando el diccionario. Ve a él cuando no sepas una palabra y cuando no estés segura de cómo se escribe otra…. Añade diccionarios de sinónimos, antónimos, palabras afines… Hay muchos recursos en Internet: La RAE, Fundéu, Word reference… A mí me encanta, por ejemplo, Wikilengua
  • Apúntate a algún curso, lee algún libro especializado, recíclate. Te puede sorprender la de cosas que aún podemos aprender sobre nuestra lengua. Yo doy clases de español a extranjeros y muchas cosas siento que las aprendo por vez primera con ellos. ¡Anda!, me digo, qué curioso esto… Me resulta apasionante y motivador lo que puedo mejorar aún.
  • Lee poesía. Me parece ideal por su enfoque en el léxico, por la osadía con las imágenes, por el ritmo y musicalidad que otorga y el refugio que proporciona… porque, como dice Brines, «la poesía ayuda a pisar arena dentro del mar…» Y si no se te ocurre nada, esta semana precisamente te propongo un Brines.

En definitiva, no te atormentes. No se trata de sentirse examinad@, sino de tomar conciencia de que, cuando escribes, eres un ilusionista y tu magia puede ser aún más poderosa si te lo propones.

Tablas

—¿Alguna vez se han abrazado a ti confundiéndote con una boya de salvación?

Me advirtió que no era una pregunta metafórica en absoluto, pero mi mente se había perdido ya por esos vericuetos abiertos por la pregunta, tratando de recordar alguno de esos momentos en los que todo el mundo exigía respuestas de mí. Los golpecitos impacientes del tenedor me ayudaron a volver a prestar atención a mi interlocutora.

—A mí me ha pasado. Literalmente. Y es muy chungo.

Después me explicó que era instructora de buceo y que realizaba rescates bajo el agua. Como podía entender cualquiera, eso exigía un tremendo autocontrol y una gran pericia técnica.

—La gente se vuelve muy loca ahí abajo.

—También aquí arriba —observé.

—Nada que ver. El ochenta y cinco por ciento de los accidentes mortales bajo el mar tienen su origen en el miedo. Imagínate con los aficionados. Cuando les entra el pánico, se descontrolan y se vuelven muy peligrosos. En su desesperación, se arrancarían el regulador y , si te descuidas, el tuyo también….

—¿El mío? Ah no no. Yo llevaría regular que me arrancaran el regulador…

No le hizo gracia esta réplica, ¿es que acaso no tomaba en serio su labor?, ¿no me impresionaba una vida al filo?

—Puede parecerte cosa de risa, pero imagínate si alguien se quita el oxígeno a quince metros de profundidad y presa de un irracional terror…

—Entiendo, claro… En mi despacho tampoco hay mucho oxígeno y te aseguro que sé lo que es el pánico. Los autónomos nunca están para bromas, lo dejan todo para última hora y luego vienen hiperventilando para que les solucione sus marrones. ¡Y creen que pagar un gestor es un lujo!

—Yo adoro mi trabajo, es lo que más me gusta del mundo. Es excitante y gratificante, pero siempre tengo que estar bien de aquí —se señaló la cabeza.

—En el fondo, todo el mundo quiere sentirse seguro, ¿sabes? Es el lema de mi gestoría.

Llegaron las bravas y por un momento nos concentramos en ellas. Una gaviota nos miraba de reojo.

—No me puedo descuidar nunca. Tengo que manejar la enorme presión de saber que un error por mi parte podría costar una vida. O dos. No creo que sepas a lo que me refiero, afortunadamente para ti.

—Exacto. «Ehhhh, relájate, que nadie se va a morir porque contabilices como gasto una factura rectificativa. Ya lo subsanaremos». Eso les digo yo, pero nada consuela a los energúmenos de mis clientes. Todo es asunto de vida o muerte para ellos. Por no hablar del chantaje continuo con lo de irse con otro. Más barato, más comprensivo. Alguien que incluya emoticonos en sus e-mails. Alguien con WhatsApp.

—Sabría qué hacer si ahora mismo te atragantas con una de estas patatas.

—Y yo si a ti se te atraganta la renta.

Se recostó sobre el respaldo de la silla y comenzó a reír contagiandome sus carcajadas. A un camarero se le cayó un helado y un niño rompió a llorar. A lo lejos el mar susurraba aún salpicado de bañistas, dividido entre lo insondable y lo mundano.