Estas semanas estoy iniciando un proceso creativo de grupo. Cuanto más trabajo con escritura y creación, sola o acompañada, más me convenzo…
Hay que trabajar en dos niveles: lo inconsciente y lo racional.
Vale, sí, teóricamente con lo inconsciente no se puede trabajar porque para eso debería ser consciente… Y sin embargo, juega un papel decisivo.
En todo caso:
Primero imaginamos, intuimos, permitimos y luego damos la forma adecuada.
Es muy importante entender los dos niveles y respetarlos. Uno sin otro y… la obra ya no puede ser tal.
Por eso, al principio, NUNCA SABEMOS NADA.
Y está bien que sea así, es como debe ser.
Aquí no tiene que surgir la angustia o las prisas, no sirve de nada y se rompe la magia.
Es mejor simplemente abrirse y escuchar. Esperar, con los (iba a decir los ojos, pero no)…con todos los sentidos muy abiertos. Porque en esta fase el cuerpo entero es un órgano. Y nos sirve de igual modo lo visto, lo degustado, lo olido, lo tocado y escuchado…
Pero no se acaba esto con lo físico tampoco. Hay más de lo que los sentidos pueden apresar.
¿Más?
Sí, porque también hay un mundo dentro, de fronteras no limitadas y está lleno de inspiraciones y tesoros. Es difícil, con nuestro lenguaje, darle nombre exacto a eso tan intangible y al final hemos de traducirlo a algo comprensible para poder trabajar con ello. Parecido a lo que pasa con el inconsciente… Se trata, como si se dijera, de traerlo de otra dimensión hasta acá… Pero bueno, eso no está en el exterior, está en otro sitio y otro tiempo. Está dentro.
Tenemos pues lo externo y lo interno. Lo tomamos todo.
Y lo mezclamos.
Hay en esta parte del proceso colisiones, fusiones, explosiones y reacciones. Todo lo leído, vivido, escuchado, pensado, soñado, sentido… los símbolos, asociaciones, connotaciones… todo de repente cobra un sentido aquí. Cada elemento combinado con otro, puede hacer surgir una cosa distinta y única. Y eso también es bastante asombroso, ¿verdad?
Me decía el médico ayer que no me haga la próxima analítica de sangre justo después de comer el roscón de reyes, que me saldrá azúcar. Y a mí me daba risa.. Ah, bueno, pensaba que me iba a salir la sangre azul!! En todo caso, con la creación es igual. Lo que «comemos» hoy se refleja mañana. TODO: lo que leemos, lo que hablamos, los rostros que vemos, los paisajes que caminamos. Y no tiene que por qué ser nada concreto, ni teórico ni artístico.
Basta una mirada fugaz.
Confieso que ya he tomado algún mazapán antes de Navidad y también he hecho una excursión por el Montgó y sé que en la próxima escena que sitúe al aire libre, entre montañas, lo quiera yo o no, en mí estará de algún modo ese paseo. Tal vez ese pequeño memorial de piedra, levantado para recordar un avión caído en ese punto, en diciembre de 1950, esa cueva en la que no me atreví a entrar -tal vez el temor-, o esas piedras rojizas, el perro escalando como una cabra de color trufa, el aire lleno de nubes grises- porque había pronóstico de lluvia- y la altura, la franja del mar velada por una incipiente neblina… No sé cómo, pero algo de eso estará… estará, de algún modo, el deslizarse hacia abajo, el ruido de las zapatillas, la respiración rápida al seguir a alguien que me precede…Y puede que también esté el mazapán (o el crujido del azúcar, o el gusto a almendra.. o la culpabilidad por comer dulces…
Y cuando eso surja -y puede que pase mucho tiempo hasta que la alquimia se produzca, no hay prisa-, será a partir de una resonancia o una llamada, de un impulso que puede ser disparado espontáneamente.
O puede ser inducido…
Partiremos entonces del latido inicial, que no es otra cosa que el DESEO de crear que precede a todo. Ahí en realidad empieza la historia, ese es el motor.
Después el deseo encuentra el cauce apropiado.
Por eso, ni prisa, ni respuestas antes de tiempo. Es mejor tener preguntas en esta fase.
Hablando de preguntas, si no tengo ni paciencia, ni fe… ¿Se puede forzar? Claro que sí, violentar todo esto, pretendiendo controlar, imponerse, llevar las riendas, marcar una línea, seguramente nacida de algún prejuicio o juicio limitado. Se puede.
Pero también se puede querer que un bebé sea un abogado o arrancar una flor por puro capricho y pretender que es nuestra porque percibimos su perfume…. Y no.
Muy interesante todo lo que expones. Me encantó.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, tal cual me vino… lo expuse 🙂
Me gustaMe gusta