Preguntas y atención: mima un poquito a tus ideas


En cierta ocasión le preguntaron a Borges: ¿Qué es para usted la literatura?

Tantas cosas… Cuando estoy solo, continuamente estoy tramando poemas, cuentos, fábulas, porque tengo que poblar mi soledad. Y a mi edad es fácil estar solo. Por ejemplo, yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo. Hay que dejar a los temas elijan, pues cada tema sabe si quiere ser escrito en verso libre, en una forma clásica o en prosa. No pienso en la comunicación, yo escribo, corrijo los borradores mentalmente, desde que no tengo vista, y finalmente los publico.

¿Qué te parece la idea de que los temas nos eligen? ¿Alguna vez te has obsesionado con una idea (literariamente, claro)? Quizá es la idea la que se ha encaprichado de ti.
Esto te pasará más y más -si es que quieres que te suceda, claro- cuanta más atención prestes. Atención es la clave. La palabra más importante para una vida con sentido, me atrevería a decir. Para mí la atención está conectada con el amor. Centras tu mirada en algo y la sostienes para entregarte por completo a eso. Y para «escuchar», recibir lo que eso quiere comunicar.
La práctica de esto tiene que ser activa (como el amor debería ser activo). Y se activa el ojo, como órgano y como instrumento, el cerebro, haciéndolo trabajar, y todos los sentidos. Se activa el cuerpo. Hay autores extremadamente sensibles y corporales, me viene ahora a la mente Escrito en el cuerpo, de Jeanette Winterson. Otros más cerebrales, el propio Borges es un ejemplo. Tú decides cómo expresar lo que eres. Cuanto más seas, más expresarás.

Una y otra vez hemos de insistir en la práctica. Si partes de cero, lo primero es conectar con eso, con la observación o con el modo particular que tienes de entender el mundo. ¿Estás segura de que ves lo que hay alrededor? En lugar de ir ciegos por el mundo, hay que abrir los ojos. Goethe dijo, “El ojo es el órgano con el que concibo el mundo”. Y eso tiene más profundidad de lo que parece.

Aunque seamos principalmente visuales o auditivos, en realidad, las modalidades se combinan, pero es interesante conocer nuestras preferencias y sacarles partido, explorar sus límites también. Forma parte de lo mismo, de la apertura necesaria para empezar a Ver y escuchar. Repito: ¿crees que ves?

Borges fue un hombre solitario, y durante la mitad de su vida, ciego (literal), como otro gran escritor Aldous Huxley, pero eso no los mermó, ni a Beethoven cuando se quedó sordo, porque seguía «escuchando» en su mente. Quizá la falta de esa ventana al exterior, los hizo entrar más en el interior, atentos a ese mundo propio. Por cierto, Huxley escribió un libro muy interesante sobre un método para recuperar la visión… Otro día escribo sobre eso.
¿Qué más dijo Borges en esa entrevista, que tuvo lugar en 1983?

—¿Qué haría si pudiera volver a ver?
—Bueno, yo volvería a leer algunos de los pocos libros que hay aquí; quizás saldría a la calle a reencontrarme con algún recuerdo de Buenos Aires. Miraría al espejo para ver qué cara tengo. Aunque no, pienso que es una suerte para mí imaginarme con la cara que tuve a los 55 años.

Volvería a leer (era un hombre muy conectado a los libros), saldría a la calle, me miraría al espejo.

¿Y después de ser atrapado por una idea? ¿Qué haces? tienes estas impresiones, estos fragmentos en tu mente. Pues dejas que estén ahí en ti y que te comuniquen todo lo que quieran, un poco como decía Borges. O… si la idea es tímida, puedes interrogarla, hacer preguntas. Se trata de prestar atención a esa idea para que germine.

Inquirir siempre es un buen método para crear. Es a partir de esa voluntad de entender o de profundizar en algo que aún es difuso, que permitimos que tome forma. Las imágenes de tu mente te llevan (pregunta a pregunta) a ampliar esa intuición inicial.
A ver, ¿qué puedo hacer con esta idea, ¿puedo desarrollarla? , ¿es un personaje o una trama? Tal vez necesito algo con lo que combine. ¿Qué es lo que más me fascina de esta idea? ¿En qué tono vibra? A veces si siquiera es preciso formular las preguntas explícitamente, simplemente abrirse, permitir que todo venga. Y se produce de un modo muy natural.
Si no estamos muy acostumbrados a estos procesos creativos (aún), es útil escribir las preguntas y las respuestas que vengan.

Preguntar es excelente también para generar ideas. Es el famoso: «y si…», la generación de hipótesis. ¿Y si esa mujer estuviera loca? ,¿y si en realidad no es quien aparenta ser? ¿Y si resulta que es una espía? ¿Y si es la única cuerda de todo el hospital? ¿Y si el hospital es una tapadera para un negocio de juego? oh, eso es muy absurdo. O no…

También funciona como motor la lluvia de ideas o los mapas mentales. El brainstormig es efectivo cuando todo el mundo aporta sus ideas libremente y nadie censura, juzga o rechaza. Un escritor es alguien que se pasa el tiempo haciendo brainstormings a solas. Al principio, solo saldrán obviedades, pero poco a poco, cosas que parecen disparatadas quizá enciendan la chispa. Lo importante aquí es permitir esas ideas locas y suspender el juicio crítico.

Si no tienes ninguna idea y quieres activar un poco tu creatividad, puedes jugar a esto de vez en cuando. Escoge unas palabras al azar y prueba varias combinaciones como premisa para una historia:
Por ejemplo: biberón, policía, whisky, divorcio

  • Un policía bebe whisky y su mujer lo ha dejado (divorcio) porque se olvidó de dar el biberón a su hijo.
  • Ah, el policía bebe whisky en el biberón desde que se divorció, porque le parece muy cómodo y tierno.
  • No, no, una mujer llamó a la policía porque encontró un biberón con las iniciales de un niño secuestrado, pero, como tiene alucinaciones desde su divorcio y no para de llamar a la poli contándoles cosas raras, ellos creen que ha bebido whisky y la ignoran.

Después atrévete a escribir esa historia. Seguro que te sorprende.

¿Las ideas nos encuentran? Una pizca de Borges para escritores

Como lectora y escritora hay un tema que me intriga y fascina a partes iguales. Me refiero al proceso creativo en sí, a lo que lleva a un autor/a a crear una historia de la nada…
Por lo que he leído y he podido averiguar estos años, el debate se polariza casi siempre en dos posiciones: l@s que abogan por el trabajo como único medio y l@s que hablan de la inspiración como punto detonante.
Entonces, visto así, hay un enfoque mágico y otro prosaico (Y la pregunta es… ¿don de los dioses o capacidad de trabajo?)

Yo ya no busco respuestas definitivas y cambio de opinión por momentos, así pues, si me examino como autora, no soy capaz de permanecer en una de las dos opciones (si es que hay que definirse).

Supongo que es más que obvio afirmar que sin el trabajo y el esfuerzo (y escribir es trabajoso hasta decir basta), difícilmente vamos a conseguir resultados. Aquí, en mi opinión, el esfuerzo quiere decir la mera dedicación (eso, sentarse frente al ordenador, puede ser lo más difícil y lo que requiere de mayor fuerza de voluntad). Pero, dicho esto… me sigue intrigando eso de que las historias nos ronden y nos busquen ellas a nosotras y no al revés. El autor sería un mero… vidente(¿?), o, mejor aún. un médium que tiene que traer esa historia del más allá hasta el reino de los vivos.

Olvidando un poco la parafernalia esotérica, yo a veces me siento un poco así: surge una imagen y veo poco más y después he de ingeniármelas para seguir viendo el resto y contarlo (sin que se pierda la imagen por el camino).

Cuando me pierdo mucho en estas disquisiciones, yo acudo a los Grandes. Ell@s siempre dan una buena opinión. Ella@s han echo esto antes que nosotros (y de qué manera).
En «El aprendizaje del escritor», libro recientemente publicado y que reúne tres charlas de Jorge Luis Borges, dictadas en 1972, leo esto:

«Este en una especie de misterio central: cómo se escriben mis poemas. Puedo estar caminando por a calle o subiendo y bajando las escaleras de La Biblioteca Nacional y, de pronto, siento que algo va a ocurrir. Entonces trato de situarme en actitud pasiva. Tengo que estar atento a lo que está por ocurrir. Y luego surge algo, que puede ser un cuento, o puede ser un poema, ya sea en verso libre o en alguna forma cerrada».

Aquí está claro que Borges aboga por esta concepción del autor/a como receptor. Pero que nadie se piense que esto es tan sencillo como esperar a que te caiga un ladrillo en la cabeza (si es que eso es fácil ;))  Según este que dice Borges tenemos una responsabilidad muy grande. No somos meras antenas. Atención…

 

«Lo importante en este punto es no falsear. Debemos, a fin de no ser ambiciosos, dejar que  el Espíritu Santo, la musa o el inconsciente —si prefieren la mitología moderna— hagan lo suyo con nosotros».

Es deir, que lejos de actuar en algún sentido, nos debemos dejar «poseer» por la idea. No debemos alterar nada. Entonces, tenemos que ser activos en… ser pasivos. ¡Menuda potente paradoja!
Para mí esto se acerca ya a un debate ontológico. Y de hecho, dice Borges:

«Ya que cuando yo escribo algo, tengo la sensación de que ese algo preexiste. Pero no tengo la sensación de inventarlo; las cosas son así. Son así pero mi deber de poeta es encontrarlas. Por eso, en el debido momento, si no me he engañado, me será dada una línea, o quizá alguna vaga noción —acaso una imagen— de un poema, todavía lejano. a veces, apenas puedo descifrarlo; luego, esa forma borrosa, esa vaga nube, cobra forma y entonces oigo mi voz interna que me dice algo».

Si todas las creaciones que podemos acometer en nuestra vida ya existen, entonces tenemos que encontrarlas. Esa sería nuestra gran tarea. La verdad es que no sé si es determinista o desalentador (¿hasta qué punto entonces es nuestro el mérito de lo que escribimos?).

«Todo esto se reduce a un simple enunciado: la poesía  le es dada al poeta. el escritor vive, la tarea de ser poeta no se cumple en determinado horario. Quien es poeta lo es siempre, y se ve asaltado por la poesía continuamente. Yo no creo que un poeta pueda sentarse deliberadamente y escribir. Si lo hiciera nada que valga la pena puede resultar de eso. Yo hago lo posible por resistir esa tentación».

Asumiendo esta visión, (que las ideas, los argumentos nos van a ser dados si sabemos atender) creo que no haríamos bien en tumbarnos a la bartola. Esta puede ser una trampa mortal.
Porque, a fin de cuentas, nos habla un hombre (Borges) que era un sabio y un devorador de libros; que era ciego pero que veía con la piel y tenía una intuición bestial.

Así que, tal y como me parece esta noche de julio, nos quedan varios trabajos por delante: afinar nuestro sintonizador (con lecturas, con observación, con vivencias…) y prepararnos para trabajar lo que haga falta para materializar después esa idea que puede asaltarnos en cualquier momento.