Hoy una amiga me ha dicho que tenía ganas de leer algo mío, un relato, alguna cosita. Bueno, pues para que veáis que las peticiones no caen en saco roto, aquí va uno. Para ti, para vosotras, para tod@s!
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Escúchame y no me interrumpas, por favor, no digas ni una sola palabra, deja que hable. Tengo que contarte esto antes de que la arpía venga otra vez aquí. Nunca me deja en paz. Conociéndola… apuesto a que está sacando brillo a los boliches de la cama de quien tú ya sabes. Seguro que los frota con ganas, disfrutando… Es que no te imaginas lo que me ha hecho esta vez. Es que es muy, muy, muy fuerte, fijo que vas a alucinar. Resulta que había una fiesta de disfraces aquí, te lo dije, ¿no? Ya sabes lo poco que me gustan a mí esas fiestas de la tercera edad. Y los disfraces, ¡qué horror! Eso no se lleva, ¿no? Bueno, me apetecía cero. Pero va y la arpía me dice que es una súper tradición por aquí; que todo el mundo lo hace y que quién tú ya sabes daba unas fiestas estupendas y que tooodo el mundo hablaba de ellas durante semanas. Entonces, ¿qué podía hacer yo? Porque, a todo esto, no creas que esto me lo dijo en plan normal, no, qué va. Se quedó ahí, como quien no quiere la cosa, las palabras cayéndole de la boca, que me habla entre dientes mientras pasa el plumero o pone algún jarrón en su sitio. No me mira a la cara nunca. O sí, me mira, pero justo después de decirme alguna cosa horrible, en plan «quiero disfrutar del planchazo que te he pegado». Y no sabes la cara qué tiene, la colega. Nunca la has visto, ¿no? No sé si te envié una foto, deberías verla y no pensar que exagero. Espera, es que tenía una por aquí, que le hice disimuladamente, en la que salía tal cual es ella: fea, con los ojos pequeños de bicha y los labios finos y apretados. Siempre está muy erguida, como estirando mucho el cuello, como si se hubiera tragado una de sus escobas. A ver si la encuentro… Siempre va de negro y con esas faldas largas que yo no sé dónde se las comprará que son una mezcla de hábito de monja y uniforme de institutriz rancia. Y luego se me planta una trenza laaarga, laaaarga y se hace un recogido con toda la trenza enrollada. Muy antiguo. Mira, que no la encuentro, ya te la pasaré. Bueno, la cosa es que al final me decidí a hacer la fiesta. Me dije, por mis ovarios que la hago, esta a mí no me vacila, que desde que he llegado no para, oye. Y me costó un montón convencer a Max, porque él está aún en plan de luto total por quien tú ya sabes. Sí hija, sí, está pachucho, a su estilo de cuarentón melancólico intenso, que tiene su morbo, pero que a veces se pasa. Pero yo estaba tan ilusionada que al final él se animó y me dijo que adelante. Entonces, me estuve estrujando los sesos un montón para pensarme un buen disfraz… no sé… enfermera picarona, bombera ardiente, perra sadomaso…, que nooo, que es broma, aquí esas cosas no se pueden hacer, que no es de gusto. Pero yo quería algo que le gustara a Max, que por lo menos alegrara la vista. Ya sabes lo triste que está, siempre suspirando mirando al mar… porque quien tú ya sabes tuvo un mal día en el barquito… en fin, que te voy a contar, lo sabe todo el mundo. Bueno, que se me ocurrió la idea de disfrazarme de Iphone, ¿no te parece genial? Con auriculares y el cuerpo de teléfono con todos los detalles y apps de cultureta y que se me vieran las piernas también, claro, algo tekkie pero sexy. Y ya estaba a punto de encargármelo, porque, claro, me lo iba a hacer a medida, que por dinero no será, ya lo sabes. Pero la arpía, y no sé por qué se me ocurrió contárselo… ah, ya sé por qué, pues porque a veces me viene con cara de buenecita y yo nunca aprendo, caigo una y otra vez, sabes que soy una inocente. Y vino ella toda mansa, como queriéndose hacer amiga mía. Y me preguntó que qué disfraz había pensado para mi fiesta. Y se lo dije y ella comentó que le parecía poco apropiado porque iba a venir mucha gente y son un poco clásicos todos, vamos de los que prefieren que te disfraces de dama de las camelias o de reina Ginebra. La verdad es que la hermana de Max venía con mi cuñado (que se parece al doctor Watson de las pelis antiguas) y sus amigos y ellos llevan otro rollo más clasicón, eso es así. Ya sabes que yo soy la más joven en cien kilómetros a la redonda. Entonces pensé que, por una vez, la arpía tenía razón. Ella me dijo que iba a desentonar mucho disfrazada de teléfono, de teléfono dijo, jaja, que para ella móvil es solo un adjetivo. Pero bueno, que me convenció. Y resultó que se me había echado el tiempo encima y no tenía tiempo para reaccionar. Ya me veía absurda de Iphone, porque claro si te juntas con un grupo de analógicos, ya sabes lo que pasa, no te pillan nada. Y entonces me dijo, y esto me lo dijo en el pasillo que da a las escaleras, me acuerdo perfectamente… va y me dice, mirando un cuadro en el que sale una tatarabuela o algo de Max… «uyyy», con esa voz de falsa que pone ella… Uyy, mira, Caroline de Winter, qué elegante, qué clase. Y la verdad es que la mujer era elegante, las cosas como son… y la arpía me dice… ¿qué te parece si te vistes así, de época, siguiendo exactamente este cuadro? Y al principio me espanté un poco, pero luego estuve mirando el cuadro y el vestido de la abuela era precioso. Cuando digo abuela no te imagines a una abuela, era ella de joven y tenía un aire de pija muy distinguida y el vestido era blanco con volantes y una pamela de esas tipo boda-bien. Bueno, la gracia estaba, según la arpía, en copiarlo hasta el último detalle, pues eso iba a ser algo muy “in”, que todos, que en esta zona son muy de libros y cuadros antiguos, iban a quedarse pasmados con mi referencia a este cuadro. Y yo pensé que a veces soy muy burra porque no se me ocurren cosas así de finas. Y lo que me contaba la arpía era muy «meta», los iba a dejar de piedra. Y de solo pensar en la cara de orgullo que pondría Max al ver que yo había tenido esos pensamientos tan, no sé, tan elaborados. Y su hermana, que a veces me mira como si yo fuera un poco tonta, al menos comparada con quien tú ya sabes, ella también se iba a quedar loca. Bueno, que me vine arriba y me entusiasmé con la idea. Y le di las gracias a la arpía y todo. Por fin pensaba que me quería ayudar y que no era tan chunga. Pues, ¡ja! Quedé así, me copié el cuadro detalle a detalle, hasta el color del pelo, tú. Y yo estaba guapísima, de eso sí tengo alguna foto. Ya te lo enseñaré. Estaba de cuento. Estuve toda la tarde preparándome y peinándome, porque el peinado también tenía que coincidir, ya te imaginas. Y más nerviosa que una novia. Y los invitados fueron llegando y la arpía se ocupó de ellos y me animó a que bajara cuando ya estuvieran todos, que les impactaría más La verdad es que me había currado la fiesta lo que no está escrito, comida bebida y música fina. Y los oía ya a todos allí abajo, charrando, con los cubatas. Y entonces, visualiza en tu mente, por favor… cojo yo y bajo, con una dignidad que no te imaginas, que hasta escuchaba música, sintiéndome la reina de Inglaterra, lo menos. Y veo a Max, que estaba allí con un parche en el ojo, que no sé de quién iba, pero muy guapo, con sus canas, con su aquél. Y se oye un rumor así: “uoooooh” y yo toda pagada y cada vez más crecida y de pronto, empiezo a fijarme en que todos están poniendo caras muy raras, la hermana de Max me dio la espalda, la otra se cubría con el abanico, como si yo echara rayos reflectantes o algo y Max… ay, Max… tenía una cara de avinagrado que ni en el funeral de sus padres. Y entonces me acerco ya un poco mosca, no entendía a qué venían esos caretos y él me agarra del brazo súper fuerte y me dice que ya me estoy cambiando, pero ya. Y yo le pregunto, toda cándida, casi llorando, que qué pasa, que me he disfrazado de su tatarabuela Caroline, que a lo mejor no lo pillan y él va y me suelta, agárrate porque te vas quedar muerta, me dice que había tenido muy mal gusto, que ese fue el disfraz que llevó quién tú ya sabes el año pasado cuando aún estaba viva, justo antes de… ¡¡Bueno, bueno, por favor!!¿Qué te parece? Para resumirte la película: ahí estaba yo entonces copiando el disfraz de quien tú ya sabes y recordándoles a todos su presencia, como una vulgar copiona malrollera. Bueno, me quería morir. Literalmente. Ahí. Flash. Muerta. Subí corriendo a cambiarme. Con un berrinche que pa qué, porque la había fastidiado y había quedado como una imbécil redomada. Y entonces me acordé de la arpía, qué guaaarrra. Ella me recomendó el disfraz, a propósito, ¿lo pillas? para ponerme en evidencia delante de todos, ¿te das cuenta? Es que hay que ser pécora y víbora y de todo. ¿Te lo puedes creer? Ahora, una cosa te digo, yo no vuelvo a picar con ella. Quiere la guerra, pues tendrá la guerra. La voy a poner en su sitio. Mira, yo a buenas muy buena, pero a malas… Voy a hacer que la facturen de aquí, a Cornualles como cerca. O ella o yo. Espera, espera, que oigo unos tacones. Seguro que es ella que ya se ha cansado de oler las toallas de quien tú ya sabes y de morir de gusto acariciando los peines de su tocador. A ver qué se le ocurre decirme…Tengo que colgar. Ya te llamaré. Hablamos. Un beso.