Cineclub de verano: ÉL

Algo que asocio a las noches de verano en Jávea, además del perfume de los jazmines y de la loción antimosquitos, es escuchar la radio a la fresca y en la oscuridad. ¿A quién ha fichado el Valencia? solía ser la pregunta clave para empezar la sesión nocturna. La taula esportiva, de la extinta Ràdio 9 peleaba con la truculenta La rosa de los vientos por ganarse mi atención cada noche (¿fútbol o miedo?)…. Otra costumbre era ver clásicos en VHS, desde la terraza, a través de la ventana enrejada (nada fácil si necesitas gafas). «Rebobina»,y «¡¡no se oye!!», otras frases emblema de la teledistancia… Fuera cual fuera el programa estival, siempre había que incluir Tiburón y Perdición.

Bueno, ahora que el Valencia CF es una película de terror en sí mismo, -pero además de las malas-, es mejor volver a las clásicos. Ya no necesito el VHS, me apaño con Youtube ( o los miles de recursos gratuitos -legales- en la red para ver pelis clásicas).

Con el mismo ánimo cinéfilo-veraniego, esta semana vi Él, una película de Luís Buñuel, rodada en 1953. Pertenece a la maravillosa etapa mexicana y tiene muchas cosas que la hacen súuuper disfrutable.

Alerto de los spoilers… No los puedo evitar para entrar a fondo en la peli.

Cine y psicoanálisis

Reconozco que tengo cierta debilidad por esas películas que surgieron a partir del auge del psicoanálisis y su popularización. Género fascinante donde los haya. Recuerda (Hitchcock, 1945), El secreto tras la puerta (Fritz Lang, 1947) y La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942), están entre mis favoritas.

Aunque ahora nos parezcan ingenuas, trataban de explorar la mente y sus complejidades a través del medio cinematográfico. Es famosa la colaboración de Hitchcock con Dalí y Buñuel para la escena del sueño de Recuerda. En todas estas películas, la imagen (¡en blanco y negro!) potenciaba el significado expresivo-simbólico -y precisamente recordaban al movimiento expresionista (que antes del sonoro y el retroceso que significó por sus límites técnicos) había llevado al cine a un desarrollo formal sobresaliente…

Escena onírica de Recuerda (Spellbound)

Adaptación más toque de realidad

Para esta película, Buñuel adaptó el libro de la escritora canaria, también exiliada, Mercedes Pinto. Mercedes Pinto merece un post aparte por méritos propios. Mencionemos que fue desterrada en 1923, en la Dictadura de Primo de Rivera tras una conferencia polémica que llevaba por título El divorcio como medida higiénica. Y este podría ser un título perfecto para la adaptación de Buñuel. Porque, en efecto, aquí se nos cuenta la historia de un hombre celoso y paranoico y la de su mujer, atrapada en un matrimonio que es una auténtica condena. El divorcio se nombra repetidas veces como solución, tema que en el cine de Hollywood de los cincuenta, por ejemplo, era tabú.

Aunque Buñuel se inspiró también en las vivencias de su hermana con su paranoico marido y aunque el papel femenino (seguro que por obra de Pinto) nos muestra a una mujer que sabe sacar fuerzas de flaqueza y tomar decisiones, lo cierto es que la película se centra más en el personaje de él… Francisco, interpretado por un genial Arturo de Córdova (muy poco conocido en España, pero toda una estrella en México). En este personaje, en palabras de Buñuel, puso el director mucho de su propia persona….

La que te espera, Gloria….

Este modo de emplear un material externo de base y luego explorar todas las opciones desde un punto de vista totalmente personal fueron sellos muy propios de Buñuel /y Hitchcock). No hay que dejar de mencionar que el guion de la peli es de Luis Alcoriza, actor, director y guionista de gran talento (trabajaron juntos en 8 pelis).

Catálogo de trastornos mentales

Él es un tratado de la paranoia y celopatía masculina. No es de extrañar que, según dicen, Jacques Lacan la exhibiera en su clases para ilustrar la paranoia. Además, la historia se convierte en un caso de siniestra profecía autocumplida.

También es una muestra de los efectos represores/sofocantes de la religión, la abstención sexual sobre el individuo. Se juntan un cúmulo de circunstancias que conducen a la insania de este hombre, socialmente modélico, internamente perturbado.

Algunas clave de la peli nos van a llevar enseguida a Hitchcock (una relación Buñuel-Hitch que hay que explorar más).

Fetichismo

Empezamos en una iglesia. Como he comentado, nuestro protagonista es un hombre de buena posición, cristiano, estimado por la comunidad, importante, que trata de recuperar unos terrenos familiares en Guanajuato (y con ellos su nombre, su importancia). Madurito, soltero (y luego, sabremos, virgen) Importante dato para explicar el desequilibrio del personaje.

En la iglesia hay una escena en la que el padre Velasco está lavando los pies a los monaguillos y besándoselos en un plano ultralibidinoso (puro Buñuel!). Este plano encadena con los zapatos de tacón de la protagonista, Gloria (Delia Garcés), sentada en uno de los bancos de la iglesia… Y ahí se desencadena la obsesión de Francisco que decide que Gloria es la mujer que necesita.

Empieza la persecución de Francisco, tras la fascinación fetichista- a la que se vuelve repetidas veces a lo largo de la historia-, acompañada de la idealización de la mujer y de un sentimiento de derecho y predestinación. Necesita tenerla.

Los planos en los que la persigue (ella está prometida), la banda sonora, serán luego evocados en Vertigo (Hitchcoch, 1958). Y es que la obsesión por dominar, poseer y modelar enfermizamente a la mujer son puntos comunes en las dos pelis. El fetichismo aquí son los pies, en Vértigo es la ropa, el peinado (esos planos de la nuca de Kim Novak)…

Locura de amor

Nuestro protagonista no se detiene ante nada y en una artimaña (resulta que es amigo del prometido de Gloria) acaba seduciendo a la chica. En la cena que prepara para llevar a cabo su plan, las palabras de Francisco que explican su concepto del amor, son para salir corriendo y no mirar atrás y reflejan otro tema muy Buñuel/Hitchcock: l’amour fou… la pasión amorosa (en su aspecto de locura) que en algunos contextos se ha visto como un valor positivo.

Francisco: El amor surge de improviso, bruscamente cuando un hombre y una mujer se encuentran y comprenden que ya no podrán separarse.

Comensal: Bueno eso que tú dices es el flechazo. El amor que hiere como el rayo. Nada recomendable.

Francisco: El rayo no nace de la nada, sino de nubes que tardan mucho tiempo en acumularse. Ese tipo de amor se está formando desde la infancia. Un hombre pasa al lado de mil mujeres y de pronto encuentra una que su instinto le dice que es la única. En realidad, en esa mujer cristalizan sus sueños, sus ilusiones, los deseos de la vida anterior de ese hombre.

Padre Velasco: Bueno, hijo, pero el amor no siempre es recíproco. ¿Y si ella no te quisiera?

Francisco: (mirando a Gloria) Tendría que quererme.

La arquitectura como metáfora de una mente enferma

El expresionismo usó la arquitectura como una de sus recursos más eficaces. Escaleras de caracol, sótanos, azoteas… todos los elementos expresando planos mentales y emocionales. En el caso de Él tenemos una mansión enorme y retorcida(construida por el abuelo del protagonista), que amplía la soledad del personaje y nos habla de una mente torturada, compleja y oscura.

Esta comparación -tan propia de la narrativa gótica- se había empleado también en El secreto tras la puerta, en la que el marido de la protagonista, un arquitecto que colecciona y reproduce habitaciones marcadas por el horror, demostraba estar tan perturbado como sus estancias…

Al parecer la mansión de Francisco está inspirada en la casa de la infancia de Buñuel en Calanda, de estilo modernista.

Maltrato

Después de la cena en la que por fin Francisco conquista a Gloria (digamos que no le queda más opción), tenemos una elipsis magnífica (también hará uso de ella Hitch en Vertigo). En la siguiente escena, Raúl, el pretendiente abandonado, encuentra a Gloria por la calle y ella le confiesa que esos meses de casada han sido una tortura. Ha descubierto la verdadera cara de Él.

Aquí en flashbacks Gloria cuenta los primeras evidencias, ya en la luna de miel (bonitas escenas en Guanajuato), de la posesisividad, celos y manía persecutoria de Francisco, que desencadenan en varios terribles incidentes. Por cierto que esta parte de la película recuerda otra vez a El secreto tras la puerta, en los que la protagonista, precisamente tras una luna de miel en México, empieza a conocer de verdad a su marido.

Aquí empieza el infierno personal de Gloria, que va sufriendo, los celos, la injusticia, manipulaciones y todas las fases del maltrato: aislamiento, control, vejaciones, abuso mental y físico…

El secreto tras la puerta, también empleando los decorados y la deformación de los espacios como vehículo expresivo

Cuando Él es un santo…

Pero lo más frustrante es que a pesar de que Gloria tiene un comportamiento ejemplar, cuando trata de contar lo que le sucede, nadie la cree. Ni su propia madre que, pese a estar muy unida a su hija y a que ha visto cómo Francisco las separa, es también engañada por Él » Un hombre con lágrimas en los ojos no puede mentir… Te quiere…»

Tampoco el padre Velasco (Carlos Martínez Baena) será de ayuda porque tiene idéntica opinión de Él, un miembro ejemplar de la comunidad, su querido amigo…

Este es uno de os temas más fascinantes de la peli y que me parece muy bien trabajado en el plano simbólico y del propio material visual… porque Él, visto desde fuera, es bueno, cristiano, piadoso, justo. Pero Él cuando se convierte en Tú o en Yo es mezquino, maltratador, celoso, manipulador y mentiroso. Y ese el problema que tiene la protagonista, que no puede romper esa barrera.

Por suerte para ella, su antiguo prometido la cree y será su único apoyo frente a Francisco.

La espiral de la locura

Naturalmente, el estado de Francisco, que vacila entre el arrepentimiento y las crisis de paranoia, va empeorando. Gloria también se ve atrapada por la contradicción y la sincera compasión que siente por su marido… Hay momentos en los que le parece que Francisco se arrepiente o mejora y que ambos pueden tener un futuro juntos.

Pero, agravada la situación por sus pleitos y sus problemas para recuperar las posesiones familiares que tanto le obsesionan (y que son otro síntoma de su personalidad), las ideas paranoicas de Francisco van a más. Y aquí se escenifican en otro momento clave.

Para tratar de compensar a su mujer por los malos ratos pasados, la lleva a un sitio especial: a lo alto de un campanario de hermosas vistas. Claro que ahí se le va la pinza y una vez solos trata de lanzarla al vacío… Vale, Vertigo de nuevo. Resulta ya innegable la influencia de Buñuel en la peli más emblemática de Hitchcock y este momento lo ejemplifica cien por cien. Aquí está todo el simbolismo de la torre y lo masculino, un momento icónico que Hichcock elevaría a puro arte.

Fotogramas dislocados

La cosa sigue (Gloria ya al límite, ha conseguido huir de la casa) y en una bonita estructura circular volvemos a la Iglesia. Francisco allí sufre alucinaciones terribles, en las que ve a los feligreses toser (escena muy inquietante en la era Covid) y reírse de él. Por supuesto todo eso solo pasa en su cabeza.

Pero para ilustrar algo que solo esté en la mente del personaje, Buñuel hace algo que pocos directores clásicos se atreverían a hacer … pone al límite el modo clásico, mostrándonos a los personajes haciendo burlas (algo que solo está en la cabeza de Francisco) y después en su estado «real», duplicando los fotogramas para reproducir la alucinación (lo que Francisco ve) y lo que realmente pasa: nadie se burla, nadie se ríe…

La histeria de los fotogramas, acompasada con risas y toses, estalla con el intento de Francisco de estrangular al padre Velasco.

Esperpento

Al parecer, la película, en su día, no fue muy bien recibida. Aunque optó a la Palma de Oro de Cannes, cuentan que su pase fue un desastre… Y que en México se reían durante la proyección.

Y es que aquí tenemos momentos en los que sale el sentido defórmate y esperpéntico tan característico del genio de Calanda. Pero claro es un recurso muy a tono con todo el film. Sucede con los momentos fetichistas y también en los de delirio persecutorio… pero insisto, creo que dan un tono muy bueno, casi surrealista. Es un juego de deformación y pesadilla que se apoya en lo grotesco.

Oscuro Franciscano

Finalmente, Francisco acaba recluido en una comunidad religiosa en Colombia. Y esto es importante… Han pasado unos años, Gloria y Raúl han rehecho su vida y de paso por negocios en el país, van a ver a Francisco. Les acompaña un niño (de nombre también Francisco, elegante manera de explicar quién es su padre). Solo ven a Francisco de lejos, a través de una ventana… El Padre Superior les explica que ahora este es un hombre tranquilo, bueno y rehabilitado (de nuevo la visión de él santificada y engañando a todos).

Cuando la pareja y el niño se van, el Padre tiene unas breves palabras con Francisco, que ha visto al grupo de lejos. Al confirmar que les acompañaba un niño dice, muy seguro: «Esto prueba que yo tenía razón…» ¡¡¡Mmm, terrible deducción!!!

El plano final nos muestra a Francisco, solo, encapuchado, con su hábito, alejándose en un errático zigzag camino de una puerta tan oscura como su mente… Y, voilà!!! es justo en ese momento cuando por fin, desde la imagen, desde el plano cinematográfico, Él por fin, es visto como Él. Totalmente desenmascarado y sin redención posible.

¡Viva el cineclub de verano!

Barbara Bel Geddes, tres momentos

Barbara Bel Geddes, esa actriz que siempre me ha intrigado (no sé muy bien por qué) y a la que tenía ganas de dedicar algún escrito. Era una actriz solvente, que no tenía nada especial y a la vez tenía algo… paradójico hechizo. Hizo carrera en el teatro, cine y televisión (fue la madre de J.R en Dallas!).

No era una actriz de una belleza destacada, con ese aspecto de chica buena, ideal para interpretar a la hermana, la amiga, la vecina… De hecho, Howard Hughes, anuló su contrato con RKO aduciendo la injusta y demoledora razón de que Barbara no era suficientemente sexy… Sexy o no, fue nominada al Oscar (por Nunca la olvidaré, 1948), también fue nominada a un Tony y obtuvo reconocimientos y distinciones durante su carrera en todos los medios en los que trabajó.

La recuerdo en Vértigo (1958), de resignada amiga de Scottie. El personaje de Midge, ilustradora de moda, no existe en la novela de Boileau-Narcejac. Siempre me ha fascinado un momento de la peli, esa mirada herida que parece decir: «Si tan solo quisieras verme de algún modo». Una vez, en una entrevista, la oí contar con gran modestia a propósito de esa escena que simplemente Hitch le decía: «ahora mira a la izquierda… ahora mira arriba…» y ella lo hacía.

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Midge, en efecto, es la compañera de estudios que tuvo un romance de varias semanas con el protagonista y que ha quedado al margen, relegada al rol de fiel amiga. Un papel corto, pero que es maravilloso en su contraposición a la fascinante Madeleine de Kim Novak. La batalla estaba perdida de antemano para Midge, claro, ella no era la mujer idealizada, fantasmagórica, irreal… ella era la opción de carne y hueso, la normalidad, casi la vulgaridad de lo que tenemos demasiado al alcance…, pero en realidad era un personaje sensato, inteligente y con sentido del humor. De hecho, hay un final alternativo de Vértigo en el que Scottie regresaba a Midge, como si al final hubiese de darse cuenta de cuál era la mujer que le convenía… la que estaba de verdad a su altura (¿lo estaba él a la de ella?). No sé si era un gesto halagador para Midge, una especie de premio de consolación, ya que no puedes alcanzar a Madeleine, la supraterrena, la que has mandado al abismo con tu enfermiza obsesión… ahí tienes a Midge. Creo que el personaje interpretado por Barbara merecía algo más que un Scottie. Tal vez algún día, alguien ruede un spin-off y nos muestra a Midge con todo su poder.

La recuerdo también en Lamb to the Slaughter (1958), uno de mis episodios favoritos de Alfred Hitchcock presenta y uno de los pocos que dirigió el propio Hitch, quien habitualmente solo presentaba el espacio. Este se basa en un magnífico cuento del también magnífico Roald Dahl. En él, una mujer acababa con la vida de su marido, dandole un golpe en la cabeza con una pierna de cordero. La gracia del episodio residía en que luego servía el arma del crimen a la policía, que acababa por comérsela con deleite, claro… Este episodio también lo rememora Almodóvar en Qué he hecho yo para merecer esto, pero qué distintas Carmen Maura, en esta peli, una alienada ama de casa de los suburbios de Madrid y nuestra Bárbara. Una es la naturalidad con olor a lejía y la otra esta delicadeza ingenua y -en este caso- brillante! ambas una reivindicación de la mujer dedicada a sus labores que explota con violencia y haciendo uso criminal de sus atributos domésticos…

 

Por último, la recuerdo en la versión teatral de La gata sobre el tejado de cinc caliente. Fue la primera en interpretar a Maggie en Broadway, en el año 1956. Contó con la compañía de Ben Gazzara interpretando a Brick y Burl Ives en el papel de Big Daddy. Sí, mi Bárbara llego antes de que Liz Taylor convirtiera en icónico el personaje en el cine. Esa Liz de ojos violetas y carnalidad nada tenía que ver con una Bárbara rubia y de voz suave, pero que daba al personaje esos matices tan suyos de impotente inteligencia, esa que no resulta suficiente, la que le obliga, por fuerza de pura necesidad y deseo sexual insatisfecho, a permanecer en el tejado aun cuando se esté quemando viva.

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