Violette

Tenía pendiente ya desde hace un par de semanas publicar un post sobre una película que he visto recientemente. Me refiero a Violette, de Martin Provost (Francia, 2013). Así que allá voy.

Se trata de un biopic sobre Violette Leduc, escritora francesa que vivió en el siglo XX y que, desde su condición de olvidada, ha ido ganando prestigio con el paso de los años.

Empezaré diciendo que esta es y no es una película LGTB. Me explico: Violette no es una película de género, pero sí tiene un componente LGTB. Como decía antes, este filme narra un periodo de la vida de Violette LeDuc. Nos habla de la mujer, con sus contradicciones, sus miedos y sus obsesiones. Su peripecia vital incluye su bisexualidad y su enamoramiento de Simone de Beauvoir. Además, en su obra literaria, marcadamente autobiográfica, el amor lésbico está muy presente. Así que, en cierto modo, podemos decir que la película normaliza y legitima esta dimensión de Violette. Y eso es loable.

Admiración, atracción, solidaridad. Y dos caminos que convergen.

Pero os cuento un poco más: en los años cuarenta, tras la Segunda Guerra Mundial, Violette, sobrevive como puede. Su marido, con el que se ha casado por mutua conveniencia, la abandona y ella, tras abortar, vive del estraperlo. Es precisamente su atormentado (y homosexual) marido Maurice, quien la empuja a escribir. Violette es una mujer con un mundo interior tan brutal que debe vaciarse y contar sus vivencias. Su encuentro con Simone de Beauvoir va a dar más impulso a sus aspiraciones literarias. Simone se convierte en la mentora, descubridora y apoyo literario de Violette durante toda su carrera.

La película se apoya del personaje de Violette para abordar el tema de la situación de la mujer. Es Simone de Beauvoir una mujer intelectual, comprometida e infatigable trabajadora quien va a ser clave para ella. Simone sabe mejor que nadie que la mujer, sin trabajo, sin recursos, no puede dedicarse a la literatura y de modo secreto, subvencionará a Violette para que pueda escribir. Fijaos que esto es un acto casi político: sin dinero; sin independencia, no hay literatura escrita por mujeres.

Además de la dependencia económica, existen otros temas centrales para la condición mujer: el aborto, el sexo (y su manera de narrarlo); el amor homoerótico de hombres y mujeres… Violette es, en si misma, un desafío para el heteropatriarcado. Es visceral, mujer sin tapujos, bisexual. Es incontenible y necesaria. Que es necesaria para las mujeres lo sabe ver bien pronto Simone de Beauvoir («Algún día las mujeres te darán las gracias»).

Pero además, Violette es un personaje marcado por su condición de bastarda. Esto le provoca un continuo sentimiento de extrañeza y otredad. Y todo eso unido la convierte en una escritora incómoda pero imprescindible. Vaya donde vaya, Violette siempre arrastra tras ella una insatisfacción. Una mujer con esa hambre de vida, no puede sino canalizar su fuerza a través de las palabras. Son significativos los títulos de sus libros: Asfixia; La hambrienta; La Bastarda.

Se trata la suya de una escritura autobiográfica, poética, vigorosa. Esencial.

Además es importante su relación con su madre y su lucha desesperada contra la soledad y la escasez afectiva. Violette busca alguien a quien amar y ser correspondida. Nada más y nada menos.

Pero tranquilos  porque finalmente, el consuelo nos llega en esta peli. Por fortuna,  en su vida hubo justicia poética y  un bonito «Happy End». Violette consiguió el reconocimiento tan perseguido por ella. Ganó el premio Goncourt y , desde un soleado y exótico retiro, pudo dedicarse a escribir (y vivir de ello).

Podemos decir que la suya fue una auténtica salvación por la literatura.

Tengo que mencionar antes de acabar algo de las interpretaciones. Emanuelle Devos está soberbia como Violette. La inocencia, la brusquedad, la exuberancia vital, todo lo transmite. Lo único que puede extrañarnos es ese complejo de patito feo que arrastra toda la peli. A fi de cuentas, ¿cómo creerse que Emanuelle Davos es fea por mucho que lo repita?

Por su parte, Sandrine Kiberlain en el papel de Simone también tiene un buen trabajo de contención en los gestos y de rigor. Físicamente, además, se ajusta muchísimo a la gran pensadora francesa.

 Martin Provost nos regala el retrato de una gran mujer. Como ya hiciera con Séraphine (2008), parece otra vez dispuesto a reivindicar la figura femenina (y yo que se lo agradezco) y restituir su poder y creatividad. ¡Bravo!

Os tengo que avisar de que es una peli de ritmo calmado (estructurada en capítulos). Vale mucho la pena, pero absteneos si os gusta el cine rápido y …fácil. (No la dejéis pasar!)

 

Autor: Marta Catala

escribo, leo, comparto...

2 opiniones en “Violette”

  1. Quizás conocer mejor la obra y el contexto a priori, ayude. En sintonía con otras obras del cine francés – La Pianista – por ejemplo, viendo esta película sentí que el director y el guionista se exacerbaban con la falta de amor propio de Violette. Hasta el punto de que el personaje me irritaba e incomodaba hasta la vergüenza ajena. En este sentido, no es una película que deje indiferente. En mi caso, tal vez porque estaba sola en el cine, decidí que no soportaría acabarla porque tenía la sensación de que la historia no avanzaba, y eso me resultaba opresor. Así que me salí de la sala.

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  2. caray! ¿tanto como para abandonar la sala? Es verdad que Violette tiene algo de infantilismo y neurosis y que su comportamiento es… extraño(¿?), pero creo que eso combina bien con su obra, que es muy salvaje, ingenua, perturbadora… muy singular.
    Yo, desde luego, prefiero esta a La Pianista.

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