Invitación a crear

La creatividad es algo asombroso y personal (¡y también transpersonal!). Estoy convencida de que es un derecho de tod@s. Pero es cierto que ha de ser estimulada o despertada. Que yo sepa, esto no sucede por un toque de varita mágica. Esta activación exige mimo, devoción, amor… Motivación en definitiva.

Si no estás en ese punto, te puede sonar a chino, a algo que despierta tu simpatía y podría entrar en tu lista de «tal vez /algún día». Nada más.

Qué lástima que algo tan esencialmente humano quede relegado de ese modo. Tal vez en eso tienen que ver nuestras propias ideas sobre lo que es ser creativo y que te animo a revisar.

Yo te digo que es esencial como el respirar.

Y tú no me crees. Porque si fuera así, ya lo habrías descubierto, ¿no? Y yo te digo, sí, pero también vas por la vida creyendo que respiras!

¿Cómo te convenzo de la potencia (casi siempre inexplorada) que tienes dentro?

Solo (¿¿¿solo???) puedo invitarte. En mis cursos, sesiones, escritos… yo te guío, te doy unas herramientas sencillas, un punto de partida y te digo… ahora… salta. ¿Qué? No, no, no. NO puedo. Llegan las resistencias, de todas clases y colores y yo acabo pareciendo la malvada Miss Danvers de Rebeca, que te quiere inducir a tirarte por una ventana y te susurra al oído: salta, salta…

Vamos, no tengas miedo, salta….

Pero resulta que, a diferencia de la pérfida Danvers, yo no albergo malas intenciones ni estoy esperando que te estrelles. Solo quiero que te dejes sorprender por lo que tienes dentro. Te prometo que es un salto seguro que nunca nadie se arrepiente de dar.
Tampoco te he pedido que me enseñes ni tus diplomas, ni tu CV, ni la lista de tus éxitos o méritos. Solo te he pedido una cosa, un solo requisito: disposición.

apertura

curiosidad

espíritu lúdico

CONFIANZA

Yo puedo invitar, pero no empujar, porque entonces sí empezaría a tener pinta de Danny Danvers y, aunque no tengo nada contra su gusto por acariciar la ropa interior de Rebeca, no me gusta nada su semblante avinagrado. De hecho, si repaso los personajes de la peli, solo hay uno que me encaje… no es la moquita muerta de la protagonista, ni el atormentado de Maxim, ni el parásito de Jack Favell, ni la frívola Rebeca…

Si tengo que elegir, me quedo con Jasper, que protege tus sueños y está siempre listo para un divertido paseo por la playa…

Y es Jasper el que más me inspira porque esto se hace por pura diversión e inclinación natural, no por obligación.

Vale, de acuerdo, todo esto suena genial, pero aún preferirías que lo hiciera yo por ti o que te dictara cada palabra o que te diera mi aprobación. Conozco esa mirada suplicante de «Sí, quiero, pero házmelo tú».

Entonces… claro que lo puedo hacer por ti, o mejor dicho, claro que lo puedo hacer en lugar de ti. Pero yo no quiero privarte de esta alegría de crear. Prefiero ver cómo sonríes cuando sucede. Eso no tiene precio.

¡Así que… te invito a apostar por un Nuevo Año creativo!

Notas sobre el proceso creativo

Estas semanas estoy iniciando un proceso creativo de grupo. Cuanto más trabajo con escritura y creación, sola o acompañada, más me convenzo…

Hay que trabajar en dos niveles: lo inconsciente y lo racional.

Vale, sí, teóricamente con lo inconsciente no se puede trabajar porque para eso debería ser consciente… Y sin embargo, juega un papel decisivo.

En todo caso:

Primero imaginamos, intuimos, permitimos y  luego damos la forma adecuada.

Es muy importante entender los dos niveles y respetarlos. Uno sin otro y… la obra ya no puede ser tal.

Por eso, al principio, NUNCA SABEMOS NADA.

Y está bien que sea así, es como debe ser.

Aquí no tiene que surgir la angustia o las prisas, no sirve de nada y se rompe la magia.

Es mejor simplemente abrirse y escuchar. Esperar, con los (iba a decir los ojos, pero no)…con todos los sentidos muy abiertos. Porque en esta fase el cuerpo entero es un órgano. Y nos sirve de igual modo lo visto, lo degustado, lo olido, lo tocado y escuchado… 

Pero no se acaba esto con lo físico tampoco. Hay más de lo que los sentidos pueden apresar.

¿Más?

Sí, porque también hay un mundo dentro, de fronteras no limitadas y está lleno de inspiraciones y tesoros. Es difícil, con nuestro lenguaje, darle nombre exacto a eso tan intangible y al final hemos de traducirlo a algo comprensible para poder trabajar con ello. Parecido a lo que pasa con el inconsciente… Se trata, como si se dijera, de traerlo de otra dimensión hasta acá… Pero bueno, eso no está en el exterior, está en otro sitio y otro tiempo. Está dentro.

Tenemos pues lo externo y lo interno. Lo tomamos todo.

Y lo mezclamos.

Hay en esta parte del proceso colisiones, fusiones, explosiones y reacciones. Todo lo leído, vivido, escuchado, pensado, soñado, sentido… los símbolos, asociaciones, connotaciones… todo de repente cobra un sentido aquí. Cada elemento combinado con otro, puede hacer surgir una cosa distinta y única. Y eso también es bastante asombroso, ¿verdad?

Me decía el médico ayer que no me haga la próxima analítica de sangre justo después de comer el roscón de reyes, que me saldrá azúcar. Y a mí me daba risa.. Ah, bueno, pensaba que me iba a salir la sangre azul!!  En todo caso, con la creación es igual. Lo que «comemos» hoy se refleja mañana. TODO: lo que leemos, lo que hablamos, los rostros que vemos, los paisajes que caminamos. Y no tiene que por qué ser nada concreto, ni teórico ni artístico.

Basta una mirada fugaz.

Confieso que ya he tomado algún mazapán antes de Navidad y también he hecho una excursión por el Montgó y sé que en la próxima escena  que sitúe al aire libre, entre montañas, lo quiera yo o no, en mí estará de algún modo ese paseo. Tal vez ese pequeño memorial de piedra, levantado para recordar un avión caído en ese punto, en diciembre de 1950, esa cueva en la que no me atreví a entrar -tal vez el temor-, o esas piedras rojizas, el perro escalando como una cabra de color trufa, el aire lleno de nubes grises- porque había pronóstico de lluvia- y la altura, la franja del mar velada por una incipiente neblina… No sé cómo, pero algo de eso estará… estará, de algún modo, el deslizarse hacia abajo, el ruido de las zapatillas, la respiración rápida al seguir a alguien que me precede…Y puede que también esté el mazapán (o el crujido del azúcar, o el gusto a almendra.. o la culpabilidad por comer dulces…

Y cuando eso surja -y puede que pase mucho tiempo hasta que la alquimia se produzca, no hay prisa-, será a partir de una resonancia o una llamada, de un impulso que puede ser disparado espontáneamente.

O puede ser inducido…

Partiremos entonces del latido inicial, que no es otra cosa que el DESEO de crear que precede a todo. Ahí en realidad empieza la historia, ese es el motor.

Después el deseo encuentra el cauce apropiado.

Por eso, ni prisa, ni respuestas antes de tiempo. Es mejor tener preguntas en esta fase.

Hablando de preguntas, si no tengo ni paciencia, ni fe… ¿Se puede forzar? Claro que sí, violentar todo esto, pretendiendo controlar, imponerse, llevar las riendas, marcar una línea, seguramente nacida de algún prejuicio o juicio limitado. Se puede.

Pero también se puede querer que un bebé sea un abogado o arrancar una flor por puro capricho y pretender que es nuestra porque percibimos su perfume…. Y no.

La musa

La musa

Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
“¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?”
Y ella responde: “Yo soy aquella.”

Anna Ajmátova. Traducción de María Teresa León

Es muy difícil explicar la inspiración creativa. Cuanto más piensas en este tema, más te elude. Me viene a la mente el inicio del Tao Te ching: «El Tao que puede nombrarse no es el Tao». Pues algo así. Aunque suene místico. Al fin y al cabo, ¿no comparte el místico el mismo anhelo que el artista?

Pero, como necesitamos seguir entendiéndolo, acudimos al lenguaje figurado y la personificación. Esto es cosa de las musas. La intuición, lo delicado, lo que ama, el dulce susurro, suele imaginarse como femenino.

Musas. Parece ser que no queda otra que esperar su llegada, esperar a ser elegid@s. Al fin y al cabo, si aceptamos que la inspiración es como la iluminación espiritual, algo que llega por designio divino, que nos escoge y no depende de nuestra voluntad, entonces nada más hay que hacer.

Otros dicen que es una recompensa al esfuerzo, sin el cual jamás llegan las musas. «Que te pillen trabajando» es la consigna. 5% de inspiración, 95% de transpiración. Y también hay algo de razonable, pues en el mismo acto de entregarse al oficio parece ya extenderse una invitación. Sería esto como la ofrenda necesaria que se hace a los dioses, esperando atraer sus favores. Tal vez, el mismo impulso de sentarse a escribir, es ya obra de las musas y es eso lo que debemos agradecer, ¿quién sabe?

Personalmente creo que el trabajo más inspirado no llega a base de fuerza y esfuerzo, aunque sí exige mucho trabajo. Parece una contradicción, pero me refiero a que es deseable una entrega sin forzar. El camino medio entre no hacer nada y sudar sangre.

De esta vía habla Anna Ajmátova creo yo:

«Cuando en la noche oscura espero su llegada». La noche oscura es lo desconocido, lo ignoto y  el momento en el que los demás duermen y tú buscas. Pero buscas aquietándote. En el silencio y la quietud «espero su llegada». Esto es la actitud activa en la espera pasiva. Esto es la receptividad: la apertura total a la creatividad. Supone esto vaciarse y dejar espacio para lo que llegue, para lo que no conocemos.

«Me parece que todo pende de un hilo» Así es, pues hay que mantenerse en equilibrio, entre actividad y pasividad (¿alerta?), sin saber aún qué surgirá, pero con la confianza y fe necesarias. Hay que entregarse para saberlo. O todo o nada. Si pretendías nadar y guardar la ropa, no eres dign@ de la visita.

«¿Qué valen los honores, la libertad incluso cuando ella acude presta y toca el caramillo?» Pues ni valen para invocarla, ni valen para escapar de su música. Ya no hay vuelta atrás. Estamos en el momento más delicado. Ahora hay que concentrarse suavemente y expulsar todo lo demás. Únicamente existe ella. Solo así se producirá el descorrerse del velo y la musa se revelará ante nosotr@s. Solo así nos dedicará su mirada fija y sostenida.

Ser vist@s por la musa es como ser amad@s. Estamos en el momento álgido. Cuando «eso» fluye a nosotros, que no somos nadie pero recibimos el regalo.

Bien podría ser que esto nos turbara y nos hiciera preguntarnos «¿Por qué yo?» ¿Es posible que comparta algo de esa chispa creativa que los grandes sintieron también en su corazón? ¿Puedo acceder a la misma cualidad, a la misma sustancia? ¿Es ese mi derecho también?

Por eso pregunto:

«¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?”
Y ella responde: “Yo soy aquella».

Y ella , sí, ella, ha venido a vernos.

 

 

 

 

La Mujer Salvaje

«¿Cómo influye la Mujer Salvaje en las mujeres? Teniéndola a ella por aliada, jefa, modelo y maestra, vemos no a través de dos ojos sino a través de los ojos de la intuición, que tiene muchos. Cuando afirmamos nuestra intuición somos como la noche estrellada: contemplamos el mundo a traves de miles de ojos.

(…)

[La Mujer Salvaje] anima a los seres humanos a ser multilingües; a hablar con fluidez los idiomas de los sueños, la pasión y la poesía. Habla en susurros desde los sueños nocturnos, deja en el territorio del alma de una mujer un áspero pelaje y unas huellas llenas de barro. Y ello hace que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla».

Mujeres que corren con los lobos.

Clarissa Pinkola Estés