Bad choices make good stories

No hay nada como salir a pasear para desterrar la saturación mental que produce trabajar horas ante el ordenador. Y esto se vuelve especialmente placentero si, como es mi caso, tienes el privilegio de pasear junto al mar. Entonces parece que todo compensa (o que al menos aguarda un premio al finalizar la jornada).

No solo el cuerpo se vigoriza y la mente se expande al salir al aire libre, también -si no cometes el error de aislarte enchufándote a un móvil- aparece la inspiración. Puede esta venir en imágenes, pensamientos o estímulos directos de tu entorno (si miras alrededor, claro).

El otro día en mi paseo vespertino, mis ojos se posaron en una chica que cruzó en dirección al mar por delante de mí. Lo que me había llamado la atención en esa ocasión era el mensaje que llevaba estampado en su sudadera: «Bad choices make good stories».

Lo primero que pensé: vale, a otra a la que le gusta el drama, pero luego tuve que sonreír ante la especie de verdad contenida en ese lema. Esta sentencia no es solo un estímulo a tomar riesgos (o dejar de obsesionarnos por nuestros errores), algo sin duda útil para muchos de nosotros en algún momento. Es también muy relevante para quien -como a mí- le gusta escribir.

Y es que es algo que no paro de repetir: aunque en la vida, aburrirse suele ser señal de que todo va bien, en la ficción necesitamos sobresaltos, problemas y sí: malas decisiones. Para ser más precisos: nosotros como escritores tenemos que tomar la buena decisión de ayudar a que nuestros personajes tomen malas decisiones.

Tomar malas decisiones en ficción es solo una de las maneras de pavimentar el camino del personaje principal de emocionantes y terribles problemas que anticipan una lucha o un esfuerzo por superarlos. Y en ese sentido, cuantos más problemas y obstáculos, mejor.

Hay que aclarar que el personaje principal puede (y debe) tomar malas decisiones o hacer malas elecciones (por ejemplo cuando se enamora de quien no debe o cuando decide que es buena idea readmitir a un ex que le ha traicionado)…. , pero hemos de asegurarnos de dejar bien claro que son elecciones equivocadas, sí, pero muy compatibles con la premisa principal de que, en términos generales, nuestra protagonista es buena, íntegra o amable (en el sentido de fácil de amar).

Entonces y solo entonces le perdonamos esas meteduras de pata y le damos secretamente las gracias porque su odisea personal -oh, sí- nos va a hacer disfrutar.