Acabo de leer un libro sobre canalización espiritual y maneras de acceder a una Conciencia Superior. Psíquicos, telépatas, hipnotistas, médiums… Dejando a un lado lo paranormal, me llama la atención porque siempre me ha parecido que la escritura es un poco esto: una canalización a través de la imaginación de algo que se materializa, conectando con la fuente (en el trance creativo) y que tiene al escritor como instrumento. Pero no hace falta que se muevan las sillas solas ni que se apaguen y enciendan las bombillas. Esto es muy natural. ¿De qué otra manera se puede explicar todo eso de escribir?
Henry Reed, escribe este libro a partir de las enseñanzas del genial vidente Edgar Cayce. Entre otras cosas habla de varios modos de escritura a través de los que canalizar mensajes de otras dimensiones (o de tu propio Ser) y mientras lo leo me parece plenamente aplicable a la creación. Veamos si no…
Por un lado, tenemos la escritura intencionada o controlada. Esto es cuando nos aplicamos a escribir algo después de planearlo, con una intención en mente y un férreo control. Esta es una manera de abordar la escritura, racional, mental. El proceso partiría de qué quiero escribir…. busco una idea… determino de antemano qué voy a contar y me pongo a ello. Así se enseña también en los coles a redactar textos coherentes, cohesionados y ordenaditos… Desde luego, ya se puede intuir, es el abordaje menos apropiado para conectar con otros planos de conciencia… demasiado mental.
No hay nada malo en planificar. En ficción es realmente útil diseñar estos pasos previos. Fijamos el argumento (algunas veces hasta el menor de los detalles) y luego intentamos dejarnos llevar (sí, claro) según lo marcado. Planear es parte del proceso. En un caso extremo, podríamos pensar que este diseño mismo de un argumento o trama, en lugar de un proceso lógico, ya es fruto de una inspiración (¿de dónde surge esta voluntad de escribir una historia de la A a la Z?, ¿por qué esa historia y no otra? ¿de dónde salió tu argumento o tu idea?, ¿de tu cabeza? de ser así, ¿de qué parte?) El problema está más bien en lo de controlar. Se puede escribir en este modo controlado toda una vida, toda una obra (y convertirte en un desapasionado, estructurado y brillante (¿efectivo?) escritor). Podemos operar párrafo a párrafo con la mentalidad de escritura planeada sin jamás soltarnos. Sucede cuando luchamos por cada frase y suele ser agotador. Escribir con una idea o esquema en mente, da sentido de la dirección, pero, si no soltamos, también implica un esfuerzo de concentración y tensión. La mente tira de todo. Cuesta. Claro que… si, tal y como parece vendernos nuestra sociedad, la creación es hija del esfuerzo, es normal tomar este camino de sudor, rigor y hemisferio izquierdo del cerebro. Y es normal que nadie quiera escribir. Yep!
Veamos otra opción totalmente opuesta: la escritura automática. Ahora vienen a la cabeza esas pelis con un médium en trance, escribiendo hojas sin parar como un loc@, con los ojos en blanco. En efecto, aquí se produce una disociación y la persona no es consciente de lo que está escribiendo. Algo se apodera de él o ella.
Hay ejercicios de escritura automática en el área creativa (que no implican posesión demoniaca). Son ejercicios de desbloqueo muy interesantes. En estos cuenta el factor de “distanciarse” y también la velocidad: cuanto más rápido, mejor. Y precisamente hay que ser rápido para sortear lo consciente. Se trata de vaciar la mente en el papel sin pasar por la razón, ya que esta, como buena censora, produce bloqueos. Las páginas matutinas, por ejemplo, es un conocido ejercicio del libro de Julia Cameron, El camino del artista. Se trata de escribir tres paginas cada mañana llenas de pensamientos, tal y como vengan. El asunto está en no parar, de modo que se produzca movimiento y se desbloquee la escritura. Ojo, esto no es un texto creativo, al contrario, es como una limpieza mental (y emocional) que te deja espacio para ser más creativo en tu día a día. Las paginas no son para leerlas después (menudo susto). Simplemente las vas haciendo sin pensar en lo que escribes, con total libertad. Yo, cuando las he escrito por algún tiempo, no he querido releerlas nunca (el hecho de no entender mi propia letra ayudaba a tal efecto). Lamento, eso sí, que alguien las leyera una vez (mal asunto… a ver cómo explica una su detritus mental a alguien que aún cree que eres una persona normal…)
Tal vez esto de escribir en modo automático puede ser parecido a escribir bajo el efecto de las drogas… experimental, pero no creo que sea más que un “truco”, ni que exprese una verdadera conexión
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Bueno, por fin, hay otro tipo de escritura, la inspirada. En el aspecto espiritual, sería equivalente a permitir que las palabras vayan fluyendo, con conciencia, presencia, pero sin forzar, dejando y permitiendo que tomen su propio camino ante nuestros ojos… Es parecido a un ejercicio de meditación. Y la meditación se caracteriza esencialmente por la relajación y la alerta. Henry Reed sugiere que pensemos en la meditación centrada en la respiración. La respiración se puede controlar (como en la escritura controlada), puede ser automática (ni me doy cuenta de cómo respiro) y también puede observarse con atención sin tratar de controlarla. Esto hasta fundirte con ella y sentir que la respiración se produce a través de ti. Tú eres respirado. Pues en la escritura inspirada, tú eres la escritura siendo escrita. La clave es dejar el control, pero permanecer atent@, consciente del proceso. Esto no significa que vayas a oír las palabras como un dictado en tu mente (podría pasar también), más bien, conectas con un propósito inicial (el tema, el argumento, lo que te motiva, tus ideales…) y empiezas a escribir… poco a poco, lo que al principio será un poco rígido, irá fluyendo. Y entonces, de repente… entras en la zona, fluyes, te inspiras ( ¿a que te suena?, ¿ves? no hay nada nuevo bajo el sol).
Yo creo que lo ideal en ficción es poder combinar dirección y espontaneidad en un equilibrio que cada uno ajusta con la práctica. Te conviertes en un canal, pones tu mejor voluntad, pero a la vez, relajas la voluntad…
Sabes (o crees que sabes) lo que quieres contar, pero también sabes que, en el fondo, eso ya está escrito y que tú solo tratas de rescatarlo y, si la modestia fuera un atributo del escritor —que no suele ser el caso—, sabrías además que, en realidad, no eres autor de nada en absoluto… especialmente de esas pocas páginas buenas de las que estás tan orgullos@.
Gran post. Yo no es que me sienta como una medium, no. Llega a mí una historia, puede que haya escuchado a alguien en el autobús, me la hayan contado. Redacto la historia en mi mente, la tengo clara y en el fondo me digo ¡tonta eres luego saldrá lo que salga! Y así es, después, esos personajes hacen de mí lo que quieren, a veces digo, es como si tuviera a uno en cada hombro y me susurrara lo que quiere. Claro luego firmo con mi nombre que no sé hasta que punto es cierto.
Un besazo, me ha encantado.
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Ay sí, Luz, es que el proceso creativo es fascinante. Mis ideas al respecto van cambiando con mi experiencia, pero siento que algo fluye a través de nosotras. Me encanta que me cuentes cómo lo haces tú. Coincido en eso de tener un plan y luego asistir a cómo la cosa toma vida propia… qué maravilla por otra parte. La EMT inspira mucho. Dicen que el neorrealismo acabó cuando los directores italianos dejaron de ir en metro 🙂 a ver si quedamos a cenar/charlar. Mua
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Hecho. Cuando quieras. Un besazo.
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