Mi madre se llama Elena.
Cuando yo era niña, a veces, ella escribía su nombre en un papel por alguna razón (una firma, documentación, una autorización escolar…) y yo observaba el trazo de la primera letra en mayúscula.
Esa letra suya, comenzaba con un rizo en la parte superior, proseguía con una pequeña recta y entonces se dejaba caer en una amplia curva hacia dentro. Solo despues se unía con la siguiente letra, la ele. A partir de la ele, todo era normal para mí, pero esa primera letra me intrigaba muchísimo.
Si me fascinaba es porque se parecía demasiado a lo que a mí, en las clases de caligrafía del colegio, me enseñaban como una erre. Ricito y curva eran los rasgos distintivos de esta grafía. Estaba muy segura de eso, ya que, aunque mi caligrafía siempre fue mala, practicaba mucho por entonces. Escribir, el hecho fisico de juntar letras, era todo un descubrimiento.
Y la erre me gustaba especialmente, tanto que sobre un mueble del salón, con rotulador permanente verde escribí «rápido». No recuerdo las consecuencias de aquello, pero sí el asombro renovado cada vez que mi madre escribía su nombre.
En un acto de coherencia, la empecé a llamar Relena (aprender a leer habia servido para descubrir el secreto antes invisible de su nombre). Claro que tenía que apoyarme en una e fantasma nunca escrita para poder alcanzar la ele, pero lo importante era hacerle espacio a esa primera letra que todo lo cambiaba. Relena. Nada que ver. La sutil melodía de elena se contagiaba del latigazo del rayo. Rápido.
Aunque una y otra vez mi madre me dijo que lo que escribía sobre el papel era Elena, yo continué viendo esa erre. Erre que erre podriamos decir. Mentiría si dijera que alguna vez he visto una e en la inicial de su nombre manuscrito.
Supongo que estas cosas en el mundo digital ya no pasarán. Los trazos son impersonales pero nada ambiguos. Una e será siempre una e y una erre, una erre.
No sé si esto influirá en las pequeñas mentes que empiezan a descifrar el mundo a traves del lenguaje escrito. Tal vez. Quizás ahora los niños piensen en sus madres unos días en Times New Roman y otros en Arial.