Hagamos un pacto:
tú no me reprochas mi acero inoxidable
yo no te echo en cara tu exceso de dulzura.
Cerremos un trato:
yo no ataco tus defensas, tú relajas tu postura.
Probemos otra cosa:
nadie juzga, nadie opina, nadie remata esta frase.
Acepta el compromiso:
nos miramos, nos besamos y que pase lo que pase.

Muy bueno, Marta!!!
Gracias!!!