Si el hombre pudiera decir lo que ama

A veces me parece que en la poesía están contenidas todas las repuestas y también todas las preguntas que el mundo suscita.

Cualquiera que sea el tema, siempre se encuentra algo apropiado: una visión, un vislumbre, una perspectiva… Y, característica esta de la poesía, ese algo no limita, sino que abre espacios…

En los últimos días, varias cosas me han traído a la cabeza el poema que comparto hoy aquí.

Todo empezó con la visibilidad lésbica y su pertinencia; continuó cuando alguien habló de nuevas masculinidades; se mantuvo con el clima político pre y post electoral y siguió resonando en un post de mi compañera de letras, A.M. Irún

Y Cernuda venía y venía, como un soniquete… «Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera decir lo que ama…»

Vale, acepto la llamada, pero primero me voy a poner la venda antes de la herida: sí, visibilidad lésbica y yo traigo a colación un poeta y un verso que dice… «si el hombre… bla bla bla…». Uhmm… ¿en serio?

En mi defensa admitiré que tengo la costumbre de acoger las cosas que resuenan en mí, independientemente de quién las haya formulado (de su aspecto, género, condición, origen y a veces, si alcanzo, de su idioma), así que consentid que persevere en mis hábitos una vez más.

Me gusta mucho Luis Cernuda porque hizo de la vocación una palabra con pleno sentido. Si entendemos por ésta la voz interior, ¿qué hay más noble o admirable que seguir los dictados de esa voz, pase lo que pase?

Por encima de los laureles, por encima de las épocas o las generaciones, Cernuda fue un poeta absolutamente fiel a sí mismo y quizá por eso solitario, exiliado (no por eso) y que no encajó bien ni aquí ni allí.

Pero el tiempo hizo justicia demostrando que las modas pasan y la esencia permanece.

Veréis que en este poema, publicado en 1931 (qué mal se iba a poner la cosa unos años después), Cernuda reivindica una libertad que nos puede parecer muy humilde, muy poco heroica: la de que un hombre pueda decir lo que ama. Sin más.

Obviamente, si ese hombre es homosexual, se va comprendiendo la dificultad de ejercer un privilegio que es dado sin reserva a un hombre (o mujer) heterosexual.

Yo quisiera centrar la cuestión en que el poeta aquí nos dice que, precisamente, es el deseo y el amor lo que forman la identidad esencial de un individuo. Aquello que revela la verdad de un@ mism@.

En este sentido, reclamar la libertad de revelar eso es mucho más importante de lo que parece.

En tiempos inciertos, queda la poesía para iluminarnos el camino.

***

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

 

Los placeres prohibidos (1931)

La malcasada, Luis Alberto de Cuenca

Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Que mate a alguien?
¿Que dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren.

 

Luis Alberto de Cuenca (España, 1950)

Media hora al día

Si no hay nada que añadir, ya estamos hablando demasiado.

El mundo se ha convertido en una charla banal

Big data y anuncios de El Corte Inglés.

«Media hora de poesía al día y nos iría mejor»

se lo escuché a Jodorowski hablando de psicomagia

claro que los chilenos llevan el ADN escrito en verso

Aminoácidos y esdrújulas les dan vida por igual.

Contemos sílabas y algo florecerá, pero ¿qué?

An apple a day, keeps the doctor away.

¿La poesía es una invitación o una orden?

¿Cómo voy a saberlo yo, que ni manzanas ni poemas?

Pensamientos rotos en líneas, eso es lo que parecen

y sin embargo, ¿lo notas tú también?, hay algo más

que solo existe en la suma de esto, más eso, más aquello

es decir, que en realidad, no existe. No es.

Acaso como un vehículo que se desvanece cuando te lleva allí.

¿Allí, dónde?

Imagino la carroza de Cenicienta, volatilizándose

y ella perpleja: «¿Me he dejado el chal dentro?»

Los que estuvieron aquí hace muchos años

(apenas segundos, según se mire)

ya traían el runrún de todo esto y tuvieron el detalle

de escribir poemas y ya está

«No dejaremos de explorar

y el fin de nuestra experiencia

será encontrar el punto de partida

y conocer el lugar por primera vez».

Qué travieso, T.S. Eliot.

Pues venga va, empecemos, acabemos, empecemos.

Sin quitar, sin añadir. Ahora.

Sobre las ventajas de soñar// Gioconda Belli

Para dar la bienvenida al nuevo año, os dejo un inspirador poema de G. Belli.

¡Feliz 2019!

***

SOBRE LAS VENTAJAS DE SOÑAR

Soñar no cuesta nada.
Contrario a cuanto ejercicio hoy se nos recomienda,
no requiere de zapatos, ni ropa adecuada.
No nos pide sudar o quemar calorías.
Ni calcular el posible daño o provecho
para nuestra salud.
No es tampoco un hábito
cuya repetición pueda conducirnos a cáncer de pulmón
o de cualquier otra parte del cuerpo.

Soñar no daña la ecología,
ni atenta contra la capa de ozono.
No aumenta el colesterol,
ni fomenta la crueldad contra los animales.
Soñar no afecta los reflejos,
ni causa daños congénitos.
No es dañino para las mujeres embarazadas,
ni inhibe la lactancia materna.
Soñar es un deporte barato.
No requiere de equipo sofisticado,
ni de constante y agotado entrenamiento.

No se puede decir, sin embargo,
que no cause riesgos al corazón.
Sin embargo, hasta el momento,
no se ha encontrado base científica para
contraindicar los sueños,
aunque los argumentos a favor de su extinción
se fabrican a diario.

Yo sostengo que soñar continúa siendo una práctica
subversiva,
con una deliciosa, pero lícita, peligrosidad;
un hábito difícil de erradicar,
cuya ternura y perseverancia
sigue teniendo la innata capacidad de conmover
y abrir ranuras, por pequeñas que sean,
en corazas bien armadas y aparentemente impenetrables.

Si quiere practicar una actividad de bajo costo,
bajo riesgo, y sin ninguna susceptibilidad a las altas y bajas
del mercado,
le aconsejo soñar,
y no permitir que nadie lo convenza
de que no sigue usted siendo dueño, al menos,
del inmenso poder de su imaginación.

Sobre las ventajas de soñar

Para dar la bienvenida al nuevo año, os dejo un inspirador poema de G. Belli.

¡Feliz 2019!

***

SOBRE LAS VENTAJAS DE SOÑAR

Soñar no cuesta nada.
Contrario a cuanto ejercicio hoy se nos recomienda,
no requiere de zapatos, ni ropa adecuada.
No nos pide sudar o quemar calorías.
Ni calcular el posible daño o provecho
para nuestra salud.
No es tampoco un hábito
cuya repetición pueda conducirnos a cáncer de pulmón
o de cualquier otra parte del cuerpo.

Soñar no daña la ecología,
ni atenta contra la capa de ozono.
No aumenta el colesterol,
ni fomenta la crueldad contra los animales.
Soñar no afecta los reflejos,
ni causa daños congénitos.
No es dañino para las mujeres embarazadas,
ni inhibe la lactancia materna.
Soñar es un deporte barato.
No requiere de equipo sofisticado,
ni de constante y agotado entrenamiento.

No se puede decir, sin embargo,
que no cause riesgos al corazón.
Sin embargo, hasta el momento,
no se ha encontrado base científica para
contraindicar los sueños,
aunque los argumentos a favor de su extinción
se fabrican a diario.

Yo sostengo que soñar continúa siendo una práctica
subversiva,
con una deliciosa, pero lícita, peligrosidad;
un hábito difícil de erradicar,
cuya ternura y perseverancia
sigue teniendo la innata capacidad de conmover
y abrir ranuras, por pequeñas que sean,
en corazas bien armadas y aparentemente impenetrables.

Si quiere practicar una actividad de bajo costo,
bajo riesgo, y sin ninguna susceptibilidad a las altas y bajas
del mercado,
le aconsejo soñar,
y no permitir que nadie lo convenza
de que no sigue usted siendo dueño, al menos,
del inmenso poder de su imaginación.

Writer’s block, por Gioconda Belli

Las palabras me evaden.
Corren. Huyen de mí.
Sentada frente al ordenador,
Impotente, miro la pantalla como si alguien compasivo
habitara dentro y pudiese ayudarme.
Por días he navegado ríos de imágenes e ideas sugerentes
Pienso: Ya la tengo. Ahora sí podré escribir la obra que he esperado de mí.
Pero los dedos vacilan ante las teclas
y la melodía no surge. Agonizo embrocada sobre la tarde.
Hundo mi cabeza en libros sin poder leerlos.
Como bandadas de palomas asustadas se alzan las palabras cuando me acerco.
Sólo sus alas oigo. Sólo percibo la belleza que las habita.
Una que otra regresa. Se posa a mis pies. Come alpiste de mi mano.
Las demás me miran amenazantes desde los aleros
o se convierten en hormigas.
Hormigas negras sobre el escritorio,
Corriendo,
Huyendo de mí.

Mi íntima multitud, 2003

EPIC FAIL

 

Hablemos de aquella vez
en que metiste la pata.
Te bañaste y vestiste
con la pompa de un monarca
lleno de pretensiones
vacío de nobleza.
Ya era sospechoso 
que tuvieras que ir a Zara
pero nadie lo quiso decir.
Admitamos que lucías
aunque el tuyo fuera el brillo
del oro mal chapado o mejor… del amarillo
Si nadie te daba la vuelta
bastaba.
Y ese perfume…
efectivo diez segundos
-antes de que Gaultier se transformara en Autan-
Todo era necesario
visualizaciones, rituales
automotivación,
rígidos preparativos.
El deleite diferido
del triunfo domesticado,
los laureles ya encargados
¿Cómo ganan los campeones?
“sí o sí, sí o sí, sí o sí”.
Estabas dispuesto a seducir
Era arrogante la idea.
La victoria ni nos miraba
le importábamos un carajo
especialmente tú
pero eso te daba igual.
Estabas convencido
de que ella te deseaba.
No es tu culpa, muchacho.
En determinadas latitudes
vencer es un derecho
si cumples los requisitos.
Al resto tú le llamas Voluntad
y yo, partido amañado.
Pero hay veces que no toca y
no atraes lo que piensas
por mucho que lo digan
tus cien libros de coaching
y tus tazas de Mr. Wonderful
Afirmaciones positivas
para desayunar
Repite conmigo, chaval:
Puedo lograr todo lo que 
me proponga.
Puedo lograr todo lo que 
me proponga
lo que me proponga
proponga.
Pro-pon-ga.
Irritabas a los vecinos
con tu optimismo neoliberal.
¿El ascensor estropeado?
Negatividad en la comunidad
¿El mundo se cae a pedazos?
Los más fuertes sobrevivirán.
Piensa en grande 
aunque seas pequeño…
Si midieras cuatro centímetros más
dirigirías una empresa.
Pero por dentro es distinto
algo te delata
la tensión
los puños cerrados
tu adicción al Duphalac
y sobre todo
esa sospechosa necesidad 
de ganar a toda costa.
O todo o nada
o seis cifras o ninguna
o Porsche o autobús
o top model o soltero
o triunfo o amargura.
Y fue lo segundo
A tu minuto de gloria
le sobraron segundos
Ella dijo que no.
Quería atrevimiento
y percibió cobardía,
ese aire puritano
del que mira de reojo
anuncios de lencería.
Te levantaste de un salto
pero en la sonrisa de tonto
faltaba algún diente ya.
Escupiste el polvo
y en ese momento
tuviste la oportunidad
de ser humilde y persona.
Muy poca expectación.
Esa mueca desquiciada
y la respuesta preparada
“Esa no está a mi altura”.
Sí, querido,
último recurso del triunfador:
desprecia con convicción
lo que no puedas tener.

Oda a las cosas rotas

Se me ha roto el móvil y el módem wifi… y mi taza favorita, pero nada de esto será un desastre mientras tengamos el mar…

ODA A LAS COSAS ROTAS
Se van rompiendo cosas
en la casa
como empujadas por un invisible
quebrador voluntario:
no son las manos mías,
ni las tuyas,
no fueron las muchachas
de uña dura
y pasos de planeta:
no fue nada y nadie,
no fue el viento,
no fue el anaranjado mediodía
ni la noche terrestre,
no fue ni la nariz ni el codo,
la creciente cadera,
el tobillo,
ni el aire:
se quebró el plato, se cayó la lámpara,
se derrumbaron todos los floreros
uno por uno, aquél
en pleno octubre
colmado de escarlata,
fatigado por todas las violetas,
y otro vacío
rodó, rodó, rodó
por el invierno
hasta ser sólo harina
de florero,
recuerdo roto, polvo luminoso.
Y aquel reloj
cuyo sonido
era
la voz de nuestras vidas,
el secreto
hilo
de las semanas,
que una a una
ataba tantas horas
a la miel, al silencio,
a tantos nacimientos y trabajos,
aquel reloj también
cayó y vibraron
entre los vidrios rotos
sus delicadas vísceras azules,
su largo corazón
desenrollado.
La vida va moliendo
vidrios, gastando ropas,
haciendo añicos,
triturando
formas,
y lo que dura con el tiempo es como
isla o nave en el mar,
perecedero,
rodeado por los frágiles peligros,
por implacables aguas y amenazas.

Pongamos todo de una vez, relojes,
platos, copas talladas por el frío,
en un saco y llevemos
al mar nuestros tesoros:
que se derrumben nuestras posesiones
en un solo alarmante quebradero,
que suene como un río
lo que se quiebra
y que el mar reconstruya
con su largo trabajo de mareas
tantas cosas inútiles
que nadie rompe
pero se rompieron.

Pablo Neruda

La pasión griega

Comparto aquí una poesía de Herberto Hélder (1930-2015), genial poeta portugués que quiso ser transparente…

Pertence al poemario A Faca não Corta o Fogo (2008).

Que cada cual piense si puede morir griegamente…

 

La pasión griega

He leído en algún lugar que los antiguos griegos no escribían necrológicas,
cuando alguien moría apenas preguntaban:
¿tenía pasión?
cuando alguien muere yo también quiero saber de la calidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas generales,
agua,
música,
por el talento de algunas palabras para moverse en el caos,
por el cuerpo salvado de sus precipicios con destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿tenía?
y entonces indago en mí si yo mismo albergo pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden el aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos conexos, hay dedos que inspiran a los objetos la espera,
trémulos objetos entrando y saliendo
de los diez tan escasos dedos para tantos
objetos del mundo
y lo que así hay en el mundo que responda a la pregunta griega,
se puede mantener la pasión con la fruta comida aún viva,
y hacer después con sal gorda una canción curtida por las cicatrices,
palabra soplada a qué horno con qué fuelle,
que alguien preguntase: ¿tenía pasión?
alejen de mí la pimienta del reino, el jengibre, el clavo de la india,
pongan muy alta la música y que yo baile
fluido, interminable,
sostenido por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los templados, ah no, que al menos me encontrase la pasión
y me perdiese en ella,
la pasión griega

 

A paixão grega

li algures que os gregos antigos não escreviam necrológios,
quando alguém morria perguntavam apenas:
tinha paixão?
quando alguém morre também eu quero saber da qualidade da sua paixão:
se tinha paixão pelas coisas gerais,
água,
música,
pelo talento de algumas palavras para se moverem no caos,
pelo corpo salvo dos seus precipícios com destino à glória,
paixão pela paixão,
tinha?
e então indago de mim se eu próprio tenho paixão,
se posso morrer gregamente,
que paixão?
os grandes animais selvagens extinguem-se na terra,
os grandes poemas desaparecem nas grandes línguas que desaparecem,
homens e mulheres perdem a aura
na usura,
na política,
no comércio,
na indústria,
dedos conexos, há dedos que se inspiram nos objectos à espera,
trémulos objectos entrando e saindo
dos dez tão poucos dedos para tantos
objectos do mundo
¿e o que há assim no mundo que responda à pergunta grega,
pode manter-se a paixão com fruta comida ainda viva,
e fazer depois com sal grosso uma canção curtida pelas cicatrizes,
palavra soprada a que forno com que fôlego,
que alguém perguntasse: tinha paixão?
afastem de mim a pimenta-do-reino, o gengibre, o cravo-da-índia,
ponham muito alto a música e que eu dance,
fluido, infindável,
apanhado por toda a luz antiga e moderna,
os cegos, os temperados, ah não, que ao menos me encontrasse a paixão e eu me perdesse nela,
a paixão grega