Hoy os quiero hablar de la película Besos de Mariposa (Butterly Kiss; 1996). La publicidad americana la llamó en su día «la respuesta británica a Thelma & Louise«.
Es un interesante modo de verlo, porque, en efecto, en ambos casos se trata de una historia de dos mujeres contra el mundo, pero eso es quizás negarle originalidad a Butterfly Kiss.
A mí me ha recordado más, si cabe, a Asesinos Natos (Natural Born Killers, 1994) y a Amor a Quemaropa (True Romance, 1993). Al igual que esta, Butterfly Kiss es una road movie violenta, salvaje y bastante rompedora.
La parte más subversiva de su propuesta es que la protagonista es una atípica psicópata esquizofrénica lesbiana y sádica. Soy consciente de que en este caso en particular, etiquetar es limitar a este fantástico e inclasificable personaje. Pero situar a Eunice en el centro de este relato para mí ya es una declaración de intenciones.
Eunice es una mujer que va de gasolinera en gasolinera buscando a una tal Judith, una antigua amante. En su búsqueda, no duda en mandar al otro barrio a quien le de la respuesta equivocada… Por el camino se topa con Miriam, una trabajadora de gasolinera, cándida, dócil y con necesidad de afecto, que enseguida siente atracción por ella. Después de pasar la noche juntas, emprenden un enloquecido viaje por el norte de Inglaterra al ritmo de la locura asesina de Eunice.
El binomio de estas dos mujeres y su atípica relación (¿quién salva a quién?, ¿hasta qué punto se puede llegar por amor?) es la peli en sí. Todo se construye en torno a estas dos mujeres perdidas que se encuentran, dos personajes extremos, marginales, de los de la periferia narrativa. Y ahí, en dar visibilidad a los marginales, está el interés para mí.
Amanda Plumer y Saskia Reeves funcionan muy bien en sus roles. Una, histriónica, temperamental, destructiva; la otra, dulce, sumisa y entregada. Imposible no ceder al hechizo de esta historia con el romanticismo brutal y demente que encierra. Una historia de amor, (auto)-castigo, redención y sacrificio, que se puede leer como una fábula (de final tan impactante como necesario).
Pero, a diferencia de Thelma y Louise, Buterfly Kiss tiene mucho sentido del humor. Más allá del fatalismo de la historia, de lo salvaje que es, subyace ese algo paródico y delicioso a lo largo de toda la cinta. ¿Qué haces si tu novia tiene la manía de dejar cadáveres en el maletero del coche?
Parte de la frescura es mérito de la desenfadada realización de Michael Winterbotton, en su primer largo. Aquí ya va dando señales de lo que será su cine: el ritmo alto, la naturalidad, la mezcla de lenguajes… Como me gusta acreditar a los guionistas cuando es posible, os comento que está escrita por Frank Cotrell Boyce, colaborador habitual del director inglés (Welcome to Sarajevo; Forget about me; Code 46).
Añadimos una banda sonora muy de los noventa, con temas de The Cranberries y yo creo que ya son motivos para verla.
Lo mejor: la pareja protagonista, no se me ocurren dos outsiders más desquiciadas y auténticas.
Lo peor: ese momento inicial en el que aún te resistes a dejarte llevar por el delirio de la peli y puedes echarte atrás.