Escritura colaborativa

Como cierre del taller de escritura de este año he querido proponer una actividad de escritura colaborativa.

Una idea muy sencilla pero con una intención de cohesión y síntesis: recogí algunos personajes que habían surgido en las actividades del curso y los junté en un arranque que serví para que las alumnas lo continuaran trabajando en equipo… 😀

¿Y esto por qué?

Un Taller literario es un grupo de escritura y eso ya marca una dinámica muy especial (y nada circunstancial). La parte más importante de mi cometido ahí es proponer, guiar, sugerir, motivar, pero también facilitar la interacción entre los miembros del grupo. No me canso de enfatizar esto…»no estáis solos. Aportad y dejad que os aporten. Un texto que pasa por un grupo es distinto a uno que no lo hace». Y a veces hay reticencias, un «ya, pero… en el fondo lo mío es mío…»

La escritura tiene ese componente de trabajo solitario del cual se habla tanto (y es cierto). No solo como oficio sino como vocación. Se parte de la introspección . Muchísimos autores y autoras escriben para entenderse a sí mismos. Es como sacar tus sentimientos o pensamientos de una caja examinarlos, tratar de entenderlos y después interiorizar el resultado. Pero incluso eso se parece más a un diálogo con uno mismo. Hay un aspecto comunicativo muy potente en la escritura. Y también expresivo.
Tarde o temprano viene la entrega al otro, a mi otro yo o al lector. Así que la soledad es muy relativa o parcial…

De la torre de marfil a la red

Pero la cooperación puede realizarse también entre creadores, pese a que parezca contradecir la esencia del trabajado artístico.

La autoría es algo muy ligado a un individuo (el genio individual), pero creo que esas cosas están cambiando. Avanzamos hacia algo más participativo en todas direcciones (autores/lectores y creación en general).  Las fronteras y los límites se rompen (y si no nos da miedo y no nos replegamos) la expansión parece que pide algo de fusión desprejuiciada.

La creatividad ahora no solo es crear una pieza original, sino también es recontextualizar mensajes, resignificarlos, «moverlos», compartirlos y buscar nuevos modos de conexión… Entre ellos la escritura transmedia (a través de diferentes plataformas) y la creación grupal (Wikipedia es un hito de nuestra cultura).

¿Qué hace (muy) interesante a la escritura colaborativa?

  • Ayuda a trabajar en equipo. La escritura colaborativa permite aprender de la creación grupal por inmersión, cada participante está metido en el flujo y la práctica es directa.
  • Aporta una perspectiva global que supera el punto de vista individual.
  • También hay una parte muy interesante de negociación y comunicación. Como es una obra conjunta, los autores se comunican para asegurar el sentido, para hacer preguntas, para definir una estrategia narrativa y para determinar el final.
  • A pesar de que el proceso es secuencial -cada autora escribe a partir de lo que recibe y entrega a continuación al siguiente miembro-, siempre hay un sentido del conjunto. Se pertenece a algo y se negocia el sentido.
  • La motivación es mayor. No depende de nuestro estado de ánimo propio. El grupo empuja, da apoyo.
  • Se produce una gran satisfacción creativa cuando un esfuerzo colectivo fructifica en una obra tangible que refleja algo de la individualidad de cada miembro del grupo, pero que a la vez ha sabido trascender lo individual con cooperación y negociación para alcanzar un producto único, consensuado y creativo. ¡Participativo!

Dicho esto, he de decir que la actividad ha sido un éxito que ha reforzado al grupo y ha puesto un muy bonito final al curso. Como suele pasar, el resultado ha sido imprevisible, excediendo mi premisa inicial y mostrando nuevas vías  de desarrollo.

La energía conjunta ha obrado el milagro. Maruchi, un personaje algo odioso en principio, con cardado Guggenheimniano y amor por la merluza de la Lonja de Xàbia ha resultado tener un corazoncito (ay, aquellos meses en Camagüey donde pudo tocar el cielo!!!). Pero todo esto ya es otro cantar, un cantar polifónico y coral 😉