A puntito de empezar un nuevo curso del taller de escritura creativa de Xàbia, aquí va mi propósito para este año.
Espero que lo pasemos en grande en nuestro círculo creativo, tan circular que no deje a nadie solo y tan creativo que se cuestione hasta sus formas (¿quién dijo que no puede ser un cuadrado? Admitimos propuesta!)
Os lo digo así de golpe: quiero maravillarme, no soltaros rollos. Quiero escucharos, leeros y practicar desde la perspectiva del que propone y aprende.
Si me lo permitís, deseo incitar, arrancar, provocar, dar el primer paso y encender una cerilla. Zas, una idea, que se ilumine y se apague.
Mmm… tenía buena pinta, pero venga, enciende otra. Zas. Ahora tú. ¿A ver?
Y me encantará que, sin contentarnos y siendo osad@s, nos atrevamos a soplar y a apagarla por el mero placer de probar nuestros pulmones y poner punto final a lo que apenas alboreaba. Aguantando la respiración ahora, un segundo a oscuras, con la confianza de que, contrariamente a lo que digan, siempre es fácil volver a empezar. Zas, otra.
Y esta vez todos nos maravillaremos con la nueva chispa, con esa llama mucho más grande que la anterior, mil veces más hipnótica
mira, mira si dura esa…
¿pero a ti no te daba miedo el fuego?
Y nadie lo querrá en propiedad, nos lo pasaremos unas a otros, sorprendidas aún: guau, que te quemas, ¡cuidado!, que rule! ¡que llegue hasta el otro lado!
Sí, espero que lo pasemos en grande alrededor de la hoguera.
Después de entregarnos al fuego y, como el bueno de R. Bradbury dijo, sin precauciones ni reservas será estupendo que ardamos.
Así que, juntitos todos, propongo cada miércoles tarde en nuestro creativo aquelarre quemarnos, sí… antes de renacer, hasta las cenizas quemarnos.