Las mujeres de Sara

Esta semana, que voy liada en mil asuntos (creativos y mundanos) he podio, entre trayecto y trayecto de tren, leerme el libro Las mujeres de Sara, de Eley Grey.
Lo tenía pendiente desde que lo compré el día de su presentación en Bartleby , allá por finales de octubre (por cierto, gran presentación de la mano de las chicas de De aquí al Pans y de la propia Eley).

Siento una simpatia especial por Eley, aunque apenas la conozco. Y la siento porque  compartimos coordenadas geográficas,  personales (creo que es un poco más joven que yo) y pasión por escribir desde la perspectiva que nos da nuestro género y orientación.  Por todo esto, tenía ganas de leer su libro.
Uhm, como siempre que leo un libro, me surgen miles de cuestiones que desearía poder debatir con el autor/a. De tú a tú. ¿por qué has hecho esto aquí?, ¿cómo se te ocurrió aquello?
Pero, en la soledad de este post, voy a intentar dar algunas pinceladas.
Cuidado con los posible spoilers!!! Trataré de evitarlos.
Para empezar, Las Mujeres de Sara transmite el entusiasmo y  la alegría vital de la propia Eley.
Esta es su primera novela publicada, de la mano de la también entusiasta editorial La Calle. Buen tándem. Me alegra mucho que nuestro catálogo colectivo de libros LGTB aumente. Es una ocasión de sentirse feliz: más historias, más personajes y más autoras con talento nuevo. Bravo 😀
Vamos con los puntos fuertes:
Las Mujeres de Sara es un libro que se lee muy fácilmente. Tiene mucha legibilidad: esa cualidad que te hace querer seguir leyendo. Y eso es sinónimo de las cosas bien hechas. La historia de Sara nos interesa y queremos saber más.
La estructura del libro me encanta. Es ambiciosa. Está estructurada en partes con nombre bíblico, pues la historia tiene una trama de crímenes con ritual religioso. Y, además, la intolerancia, los fanatismos y los sentimientos de culpa derivados de los prejuicios religiosos están bien presente. También buena parte de los personajes tienen nombres bíblicos. Y es que, en cierto sentido, asistimos  al viacrucis, muerte y resurrección del personaje principal.
La historia de la protagonista está narrada en varias líneas temporales (para entender su pasado y su presente). Con esto quiero decir que hay un esfuerzo por parte de Eley de ofrecernos una historia bien pautada y con sentido. Además, pone en acción a una galería de varios personajes y eso también tiene su enjundia y dificultad.
Ante todo, Las mujeres de Sara es un libro de descubrimiento personal. Lo que nos interesa es cómo va a reaccionar Sara a algo que sucedió en el pasado y que le causó mucho dolor. Qué decisiones va a tomar y si va a poder coger por fin las riendas de su vida y su identidad sexual. Una historia de descubrimiento y aceptación personal. De independencia y madurez.
Porque el de las elecciones personales en otro tema importante aquí. Varios personajes viven hechos traumáticos (abandono, rechazo, incomprensión) y cada uno reacciona de un modo. Es importante entonces entender que somos libres de tomar un buen camino personal o no. Eso me gusta.
Pero esta historia de descubrimiento, además está mezclada con una trama de suspense y asesinatos en un pueblecito de montaña en el que la protagonista se ha refugiado para reflexionar tras el abandono de su ex. La tensión aumenta cuando la propia Sara empieza a ser amenazada de muerte. A mí me ha gustado mucho esta parte y se me ha hecho muy corta.
Otro punto que quiero destacar es el retrato de personajes muy de España y locales (de los pueblos de interior de Alicante en este caso). Personajes que viven condicionados por sus vivencias y por sus limitaciones. Y como esa represión genera en ocasiones los frutos de la intolerancia. Yo estoy más acostumbrada a leer literatura anglosajona y me ha gustado que Eley sitúe la acción en localizaciones y contextos reconocibles. El tipismo, por así decirlo, me ha gustado.
Son bastantes cosas a favor.

En cuanto a los puntos menos fuertes…
Se nota que Eley es una escritora novel (y lo noto yo porque muchas veces me identifico en algunos titubeos) y tiene mucho camino aún para crecer y mejorar (y estoy segura de que lo hará). A mí me da la sensación de que, con la buena y sólida base que ha construido (es una historia que funciona perfectamente con el esquema : encuentro-separación-reencuentro), con esta base decía podría haberlo trabajado más aún. Yo, de haber sido Eley, me hubiera quedado el manuscrito un poco más para darle alguna vuelta.  Echo de menos un poco de profundidad en las historias de Jonás y de Ester (necesito conocerla un poco más). Además, hubiera reforzado la historia de Sara-Sofía. Un primer amor (desde mi perspectiva) es fuerte, arrebatador y muy intenso. Y a mí me falta un poco de fuerza (ya desde los primeros encuentros).
Por último, hubiera repasado el estilo para quitar alguna descripción que ralentiza y para ser más concisa en las frases. Pero esto es cuestión de repasar y repasar y repasar, algo con lo que yo tengo mucha obsesión… Siempre quiero sacar más.

Sin embargo, pesan más en la balanza los puntos fuertes. Estamos ante un libro positivo y alentador. Y ante una autora con mucho potencial. !Qué bueno que viniste, Eley!

Halloween, miedo para todos los públicos

Esta semana tengo claro de lo que quiero escribir: Halloween.

Y es que me gusta esta fiesta. Sí, admito que también tengo mis reparos: es una americanada, y tiene el anzuelo consumista en su interior (basta pasarse por Mercadona, El Corte Inglés o Ikea), pero, aún así, el mes de octubre tiene un aliciente para mí. Y hay una explicación fácil: desde niña me han fascinado las películas y las historias de miedo (sí y me han asustado más de la cuenta).

Pertenezco a esa generación que se quedó traumatizada con aquella TV movie «El misterio de Salem’s Lot», en la que un niño, que ha sido asesinado (en realidad, ha sido vampirizado), se presenta de noche en la habitación donde está su hermano durmiendo y, levitando desde el exterior de la ventana, araña el cristal con un dedito para que este le deje entrar… Uff, cuántas malas noches pasé yo con la tontería.

https://youtube.googleapis.com/v/w1unHCE_Npw&source=uds

Sin embargo, a pesar de las noches en blanco, yo seguía hipnotizada con las películas de terror. Ya fueran alquiladas en esos videoclubs de los noventa («Noche de miedo»; «El terror llama a su puerta», «IT») o cazadas en la tele («Carrie», «El exorcista», «La profecía», «La semilla del Diablo», «El resplandor»). Como fuera, seguía buscándolas. Me metía tan dentro de esas historias que salía de la experiencia completamente agotada, con los músculos en tensión y sin uñas. Desde luego, la infancia es el mejor territorio para pasar miedo. El más puro e inocente y, como el paraíso perdido, no se puede recuperar, solo evocar. Han pasado los años y ya no creo que la muñeca de la cómoda tenga intenciones de asesinarme en cuanto cierre los ojos, pero aún tengo atracción por las películas de terror (y aún soy capaz de asustarme mucho).

Así que, aunque solo sea por el incremento de películas en la tele, o por el montón de información y curiosidades que, con motivo de Halloween, invaden la Red, yo disfruto de esta semana sin reparos.

Será porque pasar miedo de modo controlado es como disfrutar de una tormenta épica al abrigo de tu hogar. Mirando por la ventana cómo se cae el cielo, mientras tú te agarras a tu taza de cacao y le guiñas el ojo a uno de tus gatos que ronronea perezoso en el sofá. ¡Aja! No parece que tenga mucho mérito, pero reconforta.

Así que, para la ocasión es obligado hacer una selección de películas. Yo, desde luego, tengo mis favoritas. La lástima es que se me acaba el catálogo y quedan cada vez menos cartuchos para experimentar la sensación de un miedo inédito.

En todo caso, si tuviera que hacer un kit personalizado estas serían mis tres elegidas este año (selección que puede ser ampliada, pero no es el objeto del post):

«La noche de Halloween» (1978), John Carpenter. Ambientada (como su título indica) en la noche de Halloween, esta peli fue pionera del género y marcó el camino para el florecimiento del  «teensplotation» y los «slashers», películas protagonizadas por adolescentes que, básicamente, son carne de psicópata. Me gusta, en todo caso, por su clasicismo, porque Carpenter es un director que, en los márgenes del cine comercial, ha hecho cosas muy interesantes. También por Jamie Lee Curtis, que está genial en este debut en este papel protagonista, arquetipo de la heroína buena chica, seria y responsable. Me gusta además Michael Myers, ese malo sobrenatural (un psicópata que no es de este mundo), que encarna la maldad gratuita y carente de explicación. Ideal para pasar miedo en la víspera de Todos los Santos.

https://youtube.googleapis.com/v/-Hsy2xOdNvI&source=uds

«Pesadilla en Elm Street» (1984), Wes Craven. Otro clásico. Y otro director que me encanta. Lo de Pesadilla en Elm Street es una aproximación a los miedos más viscerales. ¿Qué hay más terrorífico que poder ser asesinado en una pesadilla? , ¿Cómo evitas quedarte dormido? Imaginemos el horror de verte atrapado en el peor de tus sueños frente a un despiadado y brutal asesino. La película explora los planos del sueño y la vigilia, lo que le permite además beneficiarse del onirismo para recrear escenas escalofriantes y cargadas de sugerencia. Contamos además con ese toque de erotismo tan del género y con un malo, Freddie, que es irónico, mordaz y… cortante.

https://youtube.googleapis.com/v/UDMdTTvoD5A&source=uds

«La noche del cazador» (1955), Charles Laughton. Rompe bastante con las dos anteriores. Una joya del cine americano, filmada en blanco y negro con fotografía expresionista. Una rareza en su día. Muy de autor y única película dirigida por el genial Charles Laughton. Es un cuento de miedo en toda regla. Pocos villanos me han puesto los pelos de punta como este Robert Mitchum con los puños tatuados y tarareando su siniestra cancioncilla.

https://youtube.googleapis.com/v/RULrJCWfJtg&source=uds

Puesto que estas películas (y muchas, muchas otras) ya las he visto, he de rastrear por la red en busca de nuevas candidatas, con el handicap de que me gustan mucho las películas por así decirlo antiguas, y eso es un recurso finito 😀

 En vistas a renovar mi listado ya he fichado una que promete (por varios motivos) y que no he visto:

The Slumber Party Massacre (1982). Esta peli tiene el aliciente de estar escrita por Rita Mae Brown, escritora y activista LGTB! Dicen las reseñas que es divertida y algo paródica del género (cosa que a mí me gusta). Además, las tres películas que componen esta franquicia, están dirigidas por una mujer. 🙂

Una fiesta de pijamas y un psicópata. Buena combinación

Y es que, echo de menos alguna película de miedo y con componente  y protagonismo lésbico.  Y no me vale lo último que he visto: «Lesbian Vampire Killers», y no porque no sea una parodia (un poco al estilo de Un hombre lobo americano en Londres, 1981) agradable y pasable, sino porque el lesbianismo es muy tangencial (y estoy siendo benévola) y no sale en absoluto victorioso. El arquetipo de vampira lesbiana es uno de los más trillados del género de los colmillos, bien sea explotando la sexualidad (frígidas o ninfómanas) o, bien como vampiras de la inocencia de jóvenes… heterosexuales. No obstante, buceando un poquito en Internet, he encontrado 15 sugerentes películas de terror con componente lésbico.

En todo caso, además de las películas, me gusta la iconografía propia de Halloween: fantasmas, zombis, esqueletos, murciélagos… Todo ello apela a un mundo de fantasía lleno de sugerencia. Precisamente porque permite dejar por unos instantes lo cotidiano a un lado. Y además nos anima a acercarnos a la idea de la muerte y del más allá, tal vez el terreno más misterioso que exista.

Hablando de símbolos de Halloween, me he informado sobre lo de las calabazas (siempre he pensado que era un tema de superproducción de vegetales de temporada o algo así), pero no exactamente. De lo que sí había excedente en su día era de manzanas, por eso se ofrecen manzanas de caramelo en esta fiesta. En todo caso, quien tenga curiosidad con el asunto de la calabaza aquí tiene la explicación.

En cuanto a la cocina y la decoración, ese es otro filón de infinitas posibilidades. No deja de sorprenderme la imaginación y el buen hacer de la gente, con todas las creaciones gastronómicas ad hocpara estos días. Yo no soy nada buena cocinera, aunque  siempre podría usar mi torpeza para intentar improvisar algunos horrores culinarios. Os admito que este año tengo claro mi antojo.

 

Salchimomias listas para el sacrificio

Por ir cerrando este repaso, confieso que los disfraces, otro elemento distintivo de la fiesta, no son lo mío, aunque les veo su gracia. En todo caso, aún no he aprovechado lo oportuno de vivir con un gato negro (Mich) y uno pardo (Conguito). Cada año, me propongo ambientar la noche de Halloween con su participación. Me tira mucho eso de un felino draculero (Catcula)… aunque sospecho que mis dignos compañeros no están por la labor de cumplir mis fantasías.

 

Una buena noche de Halloween necesita su gato negro

 

En todo caso, al final, y como siempre que hay una celebración, la felicidad es compartir el momento con la mejor compañía. Y eso el próximo viernes, junto a la peli, los dulces y las leds con forma de calabaza, lo tengo garantizado.

 

Lazos ardientes, una película para celebrar

Con este post quiero rendir un homenaje a la película Lazos ardientes (Bound; 1996).

El pasado 31 de agosto se cumplieron 18 años de su estreno, buena ocasión para recordarla.

Lazos Ardientes es la primera película de los hermanos Wachowski (que han dejado huella en la historia del cine por la archiconocida Matrix). A mediados de los noventa eran dos novatos interesados por los cómics y las películas de terror y habían escrito el guión de Asesinos (1995), que fue dirigida por Richard Donner.
Faltaba aún una década para que Larry Wachowski pasara a ser Lana Wachowski. Ignoro si en aquellos tiempos ya existía una sensibilidad de esta parte del tándem de los directores por los personajes LGTB. No es cuestión de hacer cábalas sin fundamento. Quedémonos con el hecho y ya está.

Volviendo a la película, Billy Wilder fue el gran inspirador de los Wachowski para este proyecto. Querían hacer una película de cine negro al estilo del maestro (pienso en Perdición, Días sin huella, incluso en El crepúsculo de los dioses). Casi nada 😉

Una peli a lo Billy Wilder, ese era el reto

No era algo nuevo eso de revisitar el cine negro. Sin ir más lejos, en 1994 había aparecido Pulp Fiction y La última seducción.  Lazos ardientes encaja como aquellas en la etiqueta «neo-noir». Entre otras cosas «neo» porque nos sirve una historia femenina en un género que no se caracteriza por ceder el protagonismo a las féminas. Y, entre otras, porque introduce una pareja de lesbianas como eje del argumento. 

La película trata de la alianza de dos mujeres que se acaban de conocer (la sensual Violet, novia-florero de un mafioso y Corky, ex presidiaria que trabaja de fontanera), para engañar a un grupo de poderosos mafiosos (para los que trabaja César, el novio de Violet) y robarles un botín de dos millones de dólares.
Todo ello servido con sus imprescindibles dosis de violencia y sexo. Atrevido, ¿no?

Jennifer Tilly y Geena Gershon son pura química.



Me gusta mucho esta película por varias razones (ojo, lo siguiente contiene spoilers).
Voy a dejar al margen su ingenioso guión, su brillante puesta en escena (low cost) y sus atrevidos planos (¿qué hay de ese recorrido a través del cable telefónico?). En esta ocasión, celebro el aniversario de Lazos ardientes por otros motivos:

  • Por se una película con una trama lésbica perfectamente encajada en la historia. De hecho, no es una película para el público LGTB, sino para el gran público. Una prueba de que podemos encontrar historias que nos representen e interesen a una audiencia amplia. Algunos pueden opinar que no hay una problemática lésbica expuesta en la película y que podría tratar de una pareja hétero y la historia sería la misma. Yo creo que, si esta peli la protagonizara una pareja hétero, perdería todo el carácter subversivo que pueda tener (y he leído sobre las dificultades por ejemplo para encontrar actrices que quisieran hacer el papel o el rechazo de productores a la relación sexual entre las dos protagonistas). Y a mí no me interesaría ni la cuarta parte. Además, considero que la normalidad es siempre un excelente camino.
  • Porque acaba bien (creedme, esta es una poderosa razón para mí). Cerca estuvimos de que acabara bien Thelma y Louise (1991), pero escapar pasaba por despeñarse por un barranco. No voy a repasar aquí cuántas películas LGTB tienen un final dramático (tal vez en otro post). Simplemente, me produce gran placer que las chicas se salgan con la suya 😀
  • Porque tiene lecturas feministas. Como iba diciendo antes, en esta peli triunfan las mujeres, cosa que no hay que dar por sentada y menos en un mundo tan opresor y machista como es el de la mafia. Y es que, en estas películas con argumento mafioso, las mujeres prácticamente siempre (agradeceré ejemplos que no sean así) son utilizadas como personajes secundarios, a menudo mujeres explotadas por su belleza. Aquí tenemos una alternativa. Me dio un gustazo parecido la película Byzantium, la última de Neil Jordan. En ella son dos mujeres (madre/hija) vampiras las que tienen que pelear por sobrevivir en una hermandad (tipo mafia) de vampiros. Recomendable también.
  • Porque juega con los estereotipos. Violet una mujer ultra femenina, de voz muy fina y novia de un gángster (la típica mujer florero) es en realidad una astuta mujer lesbiana. ¡Toma expectativas! Lazos ardientes escenifica en pantalla (y sin pretensiones) los roles Butch/femme. Yo no le pido peras al olmo, pero agradezco que un par de recién llegados como los Wachowski se empeñaran en conservar a sus protagonistas y su idea de película hasta el final.

Lazos ardientes es una película de las que me alegro que existan. Un buen ejemplo de cómo naturalizar una relación lesbiana y ofrecernos un entretenidísimo thriller noir. Así que celebremos su aniversario con un brindis (por Corky y Violet).



Blue Jasmine: no habrá paz para los codiciosos

No tengo información sobre el proceso creativo  de Woody Allen en Blue Jasmine. Le preguntaría mil cosas si tuviera la ocasión. Cómo surgió la historia, qué quería contar, cómo la fue desarrollando. De momento, tengo que quedarme con lo que la historia acabada me transmite: una enorme película.

Tampoco sé si Woody Allen creó esta historia con una actriz en mente, pero parece impensable imaginar ahora una Blue Jasmine que no sea Cate Blanchett. Inmenso es el trabajo de la actriz en este film. Un regalo para ambos. Un momento perfecto en el que se encuentran dos talentos.

Cate Blanchett ante uno de los papales de su carrera


Muchos son los que piensan que W. Allen nos ofrece en su filmografía una de cal y otra de arena. Y no es raro en alguien tan prolífico (me atrevería a decir que es lo normal, lo humano). Sea como sea, ahora nos ha tocado la buena, por así decirlo. Y hay que felicitarse por ello.

¿Por qué Blue Jasmine me interesa? Al margen de ofrecernos otra magnífica película de interiores (interiores humanos), consigue reflejar una época que a todos nos ha trastocado de algún modo (la crisis financiera). Una crisis económica y también de valores, que nos  pone a prueba a todos. Pero Woody Allen no escribe un panfleto moralista, sino que arropa su mensaje en torno a un personaje fascinante. Y a partir de él nos pone a todos en el punto de mira. Una genial idea.

Alerta: a partir de aquí spolilers

Jasmine es el eje central de toda la historia. El corazón de la metáfora. Una Jasmine que viaja desde Nueva York a San Francisco para instalarse en la casa de su hermana durante una temporada. Buen punto de partida. Una mujer elegante y distinguida que va a visitar a su hermana. Parece algo normal. Pero enseguida la escena chirría. Porque el personaje de Jasmine es como el de un edificio en ruinas con una hermosa fachada. Nada más aparecer vemos las muestras de desequilibrio o desquicio de Jasmine (su gusto por la bebida, su mirada,o esos tics faciales). Pero eso no es todo, Jasmine aterriza en casa de su hermana Ginger, una mujer vulgar y de clase baja que trabaja en un súper, mastica chicle, tiene un novio mecánico y dos hijos gordos y cargantes. Un choque total. Enseguida se nos formula la pregunta: ¿podrá Jasmine desenvolverse en este ambiente?

Hay alguien que no encaja en la foto


Sin embargo, W. Allen no se contenta con ofrecer una comedia con el argumento de «Pez fuera del agua». No. Él va a ser más corrosivo. Más devastador. Nos va a explicar la historia de Jasmine.

La relación con su hermana va a quedar expuesta desde el primer momento. Dos hermanas adoptivas (dato importante) que han corrido suerte dispar. Jasmine se casó con el rico. Ginger ha ido tirando. Además en la ecuación también está el cuñado de Jasmine, el novio de Ginger, que nos brindará ocasión de rastrear un guiño  a Un tranvía llamado deseo.

Pero, volviendo a nuestra historia, Jasmine no tiene ni un centavo. ¿Cómo ha llegado una mujer como ella a quedarse arruinada y sin un sitio en el que caerse muerta?
Una de las genialidades del guion es el modo en que se nos ofrece la información. Woody Allen escoge ofrecernos flashbacks cortos y sencillos que van a ir dando cuenta del personaje y que nos van a dar la clave para entender su situación actual.  Pequeñas cuentas que se van engarzando. Así, pronto vemos cómo la relación con su marido -Alec Baldwin en una especie de trasunto de Bernard Madoff- está marcada por el engaño y la ceguera de Jasmine. En efecto, una de las grandes preguntas que surgen es: ¿somos inocentes si miramos a otro lado, si no queremos ver? El engaño de Hal (el marido) no solo se compone de un buen puñado de infidelidades, sino que incluye operaciones financieras a nombre de Jasmine.  Pero claro, Jasmine no entiende de eso. Se limita a ponerse las pulseras de diamantes en la muñeca. Pronto descubrimos que entre las hazañas de Hal se encuentra el invertir, por sugerencia de Jasmine, el patrimonio de Ginger y su marido de entonces (que habían ganado la lotería) y dejarlos sin blanca. De nuevo, ¿quién es culpable? ¿el que nos estafa?, ¿el que nos convence para invertir? , ¿o nosotros por nuestra avaricia y nuestra pasividad? Cada cual que decida.

Y junto a Jasmine el retrato de un estafador.


Sin embargo, más importante es la manera en que cada personaje responde a la pérdida. Así, Jasmine intenta a toda costa volver a subirse al tío vivo. Con su marido muerto (se ahorcó en la cárcel), intenta encontrar a otro hombre a su altura para volver a empezar.
Todo personaje, aunque cometa errores, tiene derecho a la redención. Es justo. Así lo sentimos, porque Jasmine nos cae bien (nos da lástima de algún modo), a pesar de su superficialidad y sus desdenes. Woody nos sirve entonces un camino de redención, una vía de escape para Jasmine. Nos encuentra un guapo y anodino diplomático con dinero y que es perfecto para ella. Poco importa que ella le oculte quién es en realidad (la viuda arruinada de un estafador a gran escala). Pecata minuta. Jasmine merece ser feliz. Hay una oportunidad para todos. Y sin embargo, Woody Allen nos espera. Nos aguarda desde arriba con un enorme pedrusco para lanzárnoslo a la cabeza en cuanto pasemos. Así, cuando Jasmine va a entrar con su prometido en una joyería para elegir un diamante que certifique su unión, nos encontramos con el ex marido arruinado de Ginger, que está a punto de emigrar a Alaska como peón. Y es él quien desenmascara a Jasmine ante el estupefacto prometido que cancela el compromiso. Una fatal casualidad ese encuentro en la puerta de la joyería. Pero es que Woody Allen ya nos enseñó en Match Point que la suerte influye en nuestro destino.

Y si nos parece excesivo castigo nos enteramos que Jasmine en realidad denunció a su marido al FBI por despecho (él la iba a abandonar por una jovencita francesa). Cúlmen dramático, golpe de efecto total. Jasmine se lleva a sí misma a la destrucción por un rencor acumulado.

Entre tanto, los personajes que sí saben reaccionar se salvan de la quema. Ginger que, tras coquetear en un idilio con un hombre que cree (siguiendo los consejos de su hermana) mejor para ella y llevarse un desengaño, asume que su novio mecánico puede ser una buena opción. Ginger sí sabe conformarse. Y sí sabe ser feliz aun en las circunstancias que le ha tocado vivir. Absuelta. También así sucede con el hijo (no biológico) de Jasmine, que abandona Harward y se reinventa en una modesta tienda de música. Absuelto.

Y eso nos lleva a Jasmine. Jasmine es castigada (con un gran sentido de la tragedia). Acaba abandonada, desquiciada, con el pelo mojado y la chaqueta de Chanel que se ha salvado de su gran naufragio como símbolo de su caída. Allí se queda, hablando sola en la calle, perdida. Condenada.